Tras la tempestad viene la calma.
Ciertamente, en ocasiones da mucha rabia asumir que somos así. Nuestro carácter
es el que es, y si bien me siento tan orgulloso como el que más de ser
guipuzcoano, hay veces que me gustaría que nos hubieran dotado de una quinta
marcha más. Somos conformistas, excesivamente bondadosos. Por eso, un gran
partido y una goleada al colista por 3-0 es suficiente para calmar los ánimos,
encendidos, a raíz del atraco sufrido en el derbi y que ya, parece, está en las
antípodas. El triunfo ha sido la perfecta cortina de humo. Parece que el club
ya ha tocado la puerta de Villar y que éste ha atendido y apuntado sus
demandas. Como ese gerente de una empresa que le llega un currículum y lo tira,
directamente, a la basura. Es lo que hay. Es una vergüenza, pero es lo que hay.
Y como parece que todo el fútbol español, sus altas instancias, lo acepta y lo
acata, ¿qué vamos a poder hacer desde un humilde púlpito como éste? Pues pasar
página, no queda otra, pero con la certeza de que no será el último atropello
que reciba la Real. Al tiempo. A la vuelta de la esquina.
Con todo, que nadie me entienda
mal, no quiero menospreciar la victoria ante el Zaragoza. Todo lo contrario. El
miedo que siempre tengo cuando llegan este tipo de partidos es que la Real dé
el petardazo, pierda en casa ante un equipo desahuciado, insuflándole esa
última pero insuficiente dosis de oxígeno, previa a una muerte anunciada.
Estamos suficientemente escarmentados. Por ello, el comprobar que el equipo
sale concienciado, tensionado y con las ideas claras para imponerse sin el
menor resquicio a la duda con total merecimiento, es destacable y sumamente
importante dada la altura en la que transita ya la competición. Ganar era
esencial. Se logró. Siendo mejor que el rival y haciendo las cosas con
coherencia y sentido común, dejando atrás los fantasmas. Con 33 puntos en la
buchaca la cosa pinta bien, no obstante, no nos dejemos llevar por la pasión y
seamos cautos. Lanzar las campanas al vuelo siempre nos ha supuesto graves
trastornos en forma de batacazos. Queda camino por delante. Mucho por hacer. Y
mucho por mejorar, ojo, que ahora resulta que vamos a tener el mejor equipo
después del Madrid y el Barça y un entrenador que vaya a marcar una época.
Tranquilidad.
Desde que comenzó a aplicar la sensatez todo le va mejor, pero Montanier sigue tomando determinadas decisiones que sorprenden, y mucho, a la parroquia txuri urdin. A ver si algún día alcanzamos a comprenderle. Lógicamente, mientras el equipo gane, amén, me he convertido en un resultadista empedernido, qué quieren que les diga. Lo que no puede ser es que cuando la Real gane el mérito lo tenga el míster y cuando pierda le echemos la culpa al empedrado.
Desde que comenzó a aplicar la sensatez todo le va mejor, pero Montanier sigue tomando determinadas decisiones que sorprenden, y mucho, a la parroquia txuri urdin. A ver si algún día alcanzamos a comprenderle. Lógicamente, mientras el equipo gane, amén, me he convertido en un resultadista empedernido, qué quieren que les diga. Lo que no puede ser es que cuando la Real gane el mérito lo tenga el míster y cuando pierda le echemos la culpa al empedrado.
Con el currículum hecho trizas en
la papelera y la cortina de humo del sábado enfilamos, por tanto, la visita al
Coliséum de Getafe. Buena plaza, por qué no, para seguir toreando y salir por
la puerta grande si nos aplicamos como lo hicimos ante el colista. A ello.
La humildad del
futbolista
El futbolista, como dirían
filósofos como Valdano, es egoísta por definición. Si no juega se enfada. Si
juega media hora, se enfada. Si es titular y le cambian, se enfada. Es una
lástima, pero Ifrán se volvió a equivocar el otro día en su ‘affaire’ con
Montanier. El uruguayo debe entender que es parte de una plantilla y que no es
más que nadie. En estos momentos es cuando se debe sacar a relucir la humildad.
Yo no tengo dudas de que Ifrán puede dar grandes alegrías a la afición.
Considero que es un jugador especial, diferente a lo que hay en Zubieta. Pero
no por eso tiene que jugar siempre. O mejor. No por eso tiene que jugar. Controlar
su ego sería el primer paso hacia el éxito. Que está capacitado para alcanzar.
Y aquí, en la Real. Sin duda.

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