Todos sabemos que una preparación académica o
universitaria nos da una titulación que nos acredita para poder ejercer una
profesión; pero también admitimos que es la experiencia la que nos proporcionará
el crédito para ser considerados buenos, excelentes, mediocres o malos
profesionales.
No menos cierto es que aunque uno sea un buen profesional
hay aspectos externos que influyen en el resultado y que hacen que uno no rinda
al máximo o que no pueda poner en práctica todos sus conocimientos, o que su
buen hacer profesional no obtenga los resultados esperados por la idiosincrasia
del lugar del trabajo.Cuando a uno le toca la labor de liderar y trabajar con un grupo hay una serie de cualidades que, en mi modesta opinión, debería tener.
La primera, por supuesto, es la cualidad del liderazgo. El líder de un grupo debe tener la capacidad no sólo para manejar y dirigir al grupo, sino también la de controlar el entorno que le rodea.
La experiencia me ha demostrado que trabajar con adolescentes o con jóvenes requiere dos cualidades importantísimas: hay que tener mucha psicología y hay que ser un motivador nato. Y estas dos cualidades deben ir siempre unidas. Es esencial motivar para que puedan desarrollar todo su potencial. Para lograr esa motivación hay que conocer las diferentes personalidades de cada uno de ellos para saber cómo tratarlos individualmente. Para poder lograr un excelente resultado del grupo es esencial que sepamos cómo motivar a cada uno de los integrantes del mismo. No lo que motiva a una persona es válido para otra. Cada miembro de ese grupo es distinto como persona: los hay tímidos, conflictivos, inseguros, vagos, indisciplinados, pesimistas, líderes, conformistas, trabajadores, optimistas, individualistas, generosos... Y ahí es donde el líder debe demostrar que lo es, tratando a cada uno de la manera en que conseguirá que el trabajo individual será el idóneo para que el grupo obtenga lo que está buscando: El mejor resultado.
Es este líder el que ha de tener ambición y saber transmitir esa ambición al resto del grupo: No debe conformarse con éxitos parciales, y para ello tendrá que atreverse a tomar las decisiones más convenientes para el grupo aunque éstas no sean en esos momentos las más populares; decisiones que muchas veces no serán comprendidas ni por los miembros del grupo ni por los que rodean al grupo.
Un líder no debe creer nunca que lo sabe todo o que está en posesión de la verdad. Saber escuchar y aceptar críticas constructivas para corregir posibles errores es uno de los requisitos que implica el ser un buen líder. Esas críticas, tanto internas como externas ayudarán a sacar conclusiones para lograr que el grupo mejore.
En conclusión, y porque no cumple con todos los requisitos que se le suponen a buen líder, espero que a nuestro míster le queden “más ayeres que mañanas” en nuestro equipo.

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