Tras ver la última jornada, busco en cualquier caso la primera y
echo la vista más atrás para recordar la última vez que abrimos la Liga jugando
contra el Atlético de Madrid. Fue en la temporada 1995-1996. Y perdimos 4-1 en
el Calderón. Ya son dos los fantasmas que depara el calendario, fantasmas
contra los que tendrá que luchar la Real. Pero será una lucha diferente, porque
esta vez las dos batallas se librarán en Anoeta. Lasarte pidió el año pasado un
comienzo fuerte (y lo tuvo; ¿soy el único que tiene la sensación de que apenas
se valoró como merecía la gran victoria ante el Villarreal en el partido
inaugural?), y este año el comienzo será también exigente, pues el Barcelona
será el segundo visitante de Anoeta unos días antes de visitar el Sánchez Pizjuán.
Anoeta seguirá siendo la clave, como también lo será la regularidad, y por ello
es bueno comprobar que los partidos con los grandes están repartidos entre la
primera y la segunda vuelta. Así se evitará jugar contra casi todos los más
fuertes como visitante en el segundo tramo de la Liga, algo que le pesó
demasiado al equipo de Lasarte en la temporada recién finalizada.
Aunque siempre hay sorpresas, tras un primer vistazo al calendario
cabe pensar que la Real tendrá un mes y medio complicado para abrir la Liga,
que después es donde se concentran los partidos en los que habrá que almacenar
puntos para que la salvación sea asequible y que el final de Liga va a ser todo
un reto. Lo mejor en ese sentido es que el equipo txuri urdin jugará en Anoeta
tres de las últimas cuatro jornadas de Liga. Atendiendo a los precedentes
históricos, el tramo complicado de la temporada está entre las jornadas 14 y
23. Diez partidos, seis fuera de casa y en dos ocasiones habrá dos de forma
consecutiva (Villarreal y Racing primero, Valencia y Atlético de Madrid
después). Ojo también a las semanas con tres partidos que tan mal se nos han
dado recientemente. Así, en septiembre se jugará en Sevilla y Mallorca,
recibiendo entre medias al Mallorca; en octubre se recibirá a Getafe y Real
Madrid, con el viaje para jugar contra el Levante en jornada de miércoles; en
marzo coincidirá ese mismo tramo de partidos pero en la segunda vuelta; y en
abril Anoeta verá al Rayo y al Betis, con la vista al Espanyol el miércoles
intermedio. Montanier tiene estos retos para desterrar los fantasmas de la era
Lasarte.
Y toca la parte de los olvidos históricos. Toca porque la chapuza
es de órdago, se mire como se mire. Resulta que el año pasado hubo un equipo
que, por primera vez en 21 años, no vio ninguna tarjeta roja en la Liga y el
premiado por juego limpio es otro. Vale que es un reconocimiento que tiene sus
normas, ¿pero no basta la excepcionalidad histórica para hacer una distinción,
aunque sea de forma añadida, a quien ha aguantado 38 jornadas sin ver una sola
tarjeta roja? Pues no, por lo visto no. Así que es el Barcelona el equipo que
se ha llevado el premio al juego limpio que da la Federación y la Real no es
que haya quedado segunda, no. Es que el equipo realista es quinto en esta
clasificación oficial de la Federación. Quinto. Mi asombro crece y me obliga a
indigar. El caso es que las informaciones sobre este tema son tan confusas como
la propia clasificación de este premio y, por extensión, como todo lo que sale
de las altas esferas del fútbol español. Y es confuso porque las cifras no
cuadran. Veamos.
Dicen las noticias aparecidas hoy y la nota en la web de la
Federación que el Barcelona ha ganado este premio con 100 puntos. Sin buscar
las normas del premio, cabe pensar que el premio se ha dado por las tarjetas
vistas por cada equipo. El blaugrana de Pep Guardiola vio 73 tarjetas amarillas
y dos rojas, según la web oficial de la Liga BBVA. Segundo ha sido el Mallorca.
Con las mismas fuentes, suma 101 con 90 amarillas y cuatro rojas. Tercero, el
Racing con 108 puntos, 92 amarillas y siete rojas. Cuarto, el Hércules, que
suma 109 puntos con sus 100 amarillas y ocho rojas. ¿La Real? 111 puntos con 80
tarjetas amarillas y, tengo que insistir porque me parece impresionante,
ninguna roja. ¿Alguien tiene la explicación de este desaguisado estadístico?
¿Cómo es posible que equipos con 20 tarjetas amarillas y ocho rojas más que el
txuri urdin queden por delante de la Real?
Como nada cuadra, busco las normas del trofeo. Las encuentro.
Parece que explican algo más este embrollo. Bueno, es un decir. La tarjeta
amarilla cuenta un punto. La roja por doble amarilla, dos. La roja directa,
tres. Hasta ahí, todo perfecto. Pero hay más. Los partidos de suspensión
acordados por el Comité de Competición a entrenadores, directivos y otros
empleados, suman cinco puntos. Y las sanciones por la afición, en función de su
gravedad, suman cinco, seis o siete puntos. ¿Conclusión? Que este premio lo
puede ganar cualquiera sin que medie explicación alguna. Como ha sido el caso.
Pero, estadísticas e inverosímiles normas al margen, ¿en qué cabeza cabe que no
se distinga por el juego limpio a un equipo que ha acabado todos sus partidos
de una Liga con once jugadores? La marca de la Real 2010-2011 es histórica. Y
no reconocerlo, cuando todo el mundo se llena la boca hablando de fair play, es
demencial. Casi como cualquier cosa en el fútbol español.
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