Resulta utópico pensar en que el equipo de Montanier vaya a estar a la altura todas las jornadas. Ni siquiera el Barcelona o el Real Madrid lo están. Pero parece mentira, y se trata de un mal que arrastramos desde hace ya tiempo, que de una semana a otra, el panorama varíe tanto. Jugar en Anoeta o a domicilio no puede provocar un cambio tan drástico en los futbolistas ni en la forma de encarar y disputar un partido. Esto es fútbol y me enerva que quieran hacernos ver que es mucho más complicado que lo que verdaderamente es. Un equipo como la Real debería jugarle al Mallorca de igual manera tanto en casa como fuera, se pongan como se pongan los técnicos y expertos en la materia. Ya está bien de plantarse en cualquier campo de la península, se llame como se llame, y dejarse llevar, como si la responsabilidad fuera única y exclusivamente del que juega como local. Porque los tres puntos valen lo mismo que cuando se ponen en liza en Anoeta. Es inexplicable. Verle a la Real contra el Celta durante varias fases del choque y verle en Palma son, casi, extremos opuestos. No puede ser.
Dicho esto, borrón y cuenta nueva. Espero que no vuelva a suceder, que se le ponga remedio. Porque esta mancha, de momento única, no va a enterrar las ilusiones despertadas este verano. Sigo pensando que hay una plantilla bastante mejor que el año pasado y que tanto a Montanier como a los futbolistas hay que exigirles un punto más. El sábado nos pegamos el primer tortazo. La primera desilusión. Entre todos deben ponerle solución. Y así sí podremos ser felices, porque nos veremos representados por un equipo que defiende nuestro escudo y nuestros colores con honestidad, agresividad, competitividad y ambición, juegue contra quien juegue y juegue donde juegue. Una de cal y otra de arena no será suficiente. Es lo mínimos que se les puede pedir. Sería un delito que con el equipo que se ha formado se acometan bochornos similares como el del otro día cada quince días. Esta es una temporada para ser felices con nuestra Real. Si no lo conseguimos, es que las cosas se habrán hecho rematadamente mal. Tienen dos semanas para reflexionar y aprender de los errores. Al lío, que como nos durmamos, a ver si los maños nos van a dar un susto. Como dice ‘La cabra mecánica’, “felicidad qué bonito nombre tienes, felicidad vete tú a saber dónde te metes…”
Queremos un campo de fútbol
Muchos han sido los debates que he tenido con amigos y familiares. Con algunos, con este tema, no hay acuerdo posible. Me tachan de futbolero empedernido. Pues lo seré. Pero es algo que tengo clarísimo. Uno de los grandes males de la última época de la Real ha sido el Estadio de Anoeta, lugar en el que rivales y árbitros han campado a sus anchas durante dos décadas. Anoeta se llena con el fútbol y es un recinto exagerado para la práctica de otros deportes, a los que hay que dar cabida, por supuesto, pero en una medida que se ajuste a la realidad. Con un campo de fútbol las penurias vividas por los más de 25.000 socios de la Real no hubieran sido tales. Estoy convencido. Parece que se va a concretar. Esperamos ansiosos.


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