Nos remontamos al verano pasado, la llegada de Philippe Montanier hizo que el club, por petición del entrenador, buscara un hombre para el centro del campo. Un hombre de recorrido, que pudiese robar y defender, pero también llegar al ataque, un jugador de los que en el fútbol inglés se llama ´Box to Box´. Tras sonar diferentes nombres, llegó fue McDonald Mariga, del Inter de Milán. Pero el keniata no cumplió las expectativas y a media temporada abandonó el club txuriurdin. La solución de Montanier fue utilizar en ese puesto a Markel Bergara o Gorka Elustondo, jugadores que si bien cumplían la faceta de defender, no cumplían la de llegar al ataque.
Este verano hubo el mismo problema en las oficinas realistas, y en este caso se decidió reforzar esa zona con Javi Ros y Rubén Pardo, dos jugadores que pasarían a tener ficha y dorsal con el primer equipo, pero en los que el técnico francés no había confiado la temporada anterior. Las primeras jornadas el problema siguió estando. Montanier apostaba por Bergara o por Elustondo, pero por desgracia, carecen de regularidad ya que ambos tienen problemas constantes con las lesiones. El de Beasain quedó K.O en la jornada 2, mientras Markel aguantó varias jornadas más hasta caer lesionado. Fue la jornada 11, frente al Valladolid, el último encuentro del de Elgoibar.
Para entonces, Asier Illarramendi ya estaba siendo de los destacados del equipo, jugando por delante del ´4´, y no éramos pocos los que pedíamos a Montanier que le pusiera en ese puesto, donde en la selección sub21 había dado verdaderos recitales. Pero pasó el tiempo hasta que, debido a las numerosas bajas, Illarramendi tuvo que actuar por delante de la defensa en Málaga. El resultado es por todos conocido. Málaga fue un punto de inflexión en la temporada realista. Visitamos La Rosaleda a tan solo un punto de los puestos de descenso, y ahora miramos de cerca los puestos que dan acceso a la Champions League. Ese día robó doce balones, cuando su media hasta entonces era de seis y medio por partido. El equipo defendió como nunca, con la pelota, y encontró a Rubén Pardo a su mejor socio.
Defender, repartir, robar, llegar al ataque… las características de jugador que se buscaba dos veranos antes, estaban en casa, y las tenía un chico de Mutriku, tímido fuera del campo pero un baluarte dentro de él. Desde Málaga, Illarra se ha hecho con ese puesto, ha despejado las dudas de los que decían que no tenía las cualidades para jugar ahí y ha asumido el mando de la Real Sociedad. Si Vela es el gol del equipo, el guipuzcoano es el motor.
Desde que juega de ´4´, por delante de la defensa, ha aumentado en casi cinco los balones por partido que roba a sus rivales (de 6.7 a 11) y ha llevado la manija del equipo, tenga a quien tenga de compañero. Con Pardo, los dos hacen bailar al equipo como ellos quieren, pero con la vuelta de Markel el de Elgoibar ha desplazado en alguna ocasión al rubio de Mutriku, como ocurrió ayer en Zaragoza, sentndo en el banquillo a Rubén Pardo. El caso es que Illarramendi roba incluso más balones que Markel, un jugador puramente defensivo. Ayer en la Romareda, en 78 minutos robó diez por tres de Bergara, sin quitar méritos al de Elgoibar.
Ha costado, pero Montanier ha encontrado al hombre que tanto buscaba para su once, aunque a veces parezca no querer verlo. Illarramendi ya era imprescindible en esta Real Sociedad, y lo es más ahora. Lo mejor de todo es que dentro de un mes cumplirá 23 años, que siente cómo los colores de la Real Sociedad corren por sus venas, que esta temporada ha renovado hasta 2018 y que nos quedan muchos años para disfrutar con su fútbol..
Ha crecido a pasos agigantados en estos últimos tres meses, conviertiéndose en el motor y el mariscal de este equipo. Asier Illarramendi de momento no tiene techo. Con él como indiscutible, más temprano que tarde, los donostiarras volverán a Europa, y él será el ´box to box´ de este equipo.


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