Cada día que pasa se hace más necesaria una respuesta de la Real a todo este asunto del dopaje y de los asuntos turbios con los que se intenta rodear al club. No sé qué se está discutiendo en el seno del Consejo de Administración del club en estos días, pero se echa de menos una reacción mucho más contundente que el comunicado que hizo público el lunes por la tarde. Porque, que nadie pierda de vista esto, la Real está sufriendo un ataque sistemático, contundente y feroz. Esto no es flor de un día. Esto no se va a apagar solo. Las consecuencias del polvorín que Iñaki Badiola ha hecho estallar, de una forma tan irresponsable que resulta inconcebible, no las vamos a ver completamente en el corto plazo, pero sí hay algo que descubriremos muy pronto. O mucho me equivoco, o en Zaragoza escucharemos cánticos imaginativos sobre este asunto del dopaje, que se unirán a los muchos que ha venido soportando la afición txuri urdin desde siempre con respecto al terrorismo. Por eso hace falta ya una respuesta contundente del club y se me hace difícil entender los motivos para la espera... o para la inacción.
En unos pocos días y con un nivel de desfachatez impresionante, han manchado a la Real de todas las formas imaginables y con las tácticas más rastreras, con informaciones falsas, tergiversadas o interesadas. Sin embargo, la reacción del club ha sido tibia. Ajustada y serena, sí, pero considero que escasa para la gravedad de los hechos que estamos escuchando y leyendo. Y escasa, sobre todo, ante el compromiso que están mostrando otros sectores de la Real. La respuesta del capitán, Xabi Prieto, ha sido acertada, contundente y, además, autorizada, porque es uno de los jugadores que queda de la etapa puesta caprichosamente en entredicho. Todos los elogios no son suficientes para las firmes palabras que se han escuchado a ex jugadores como Gica Craioveanu, Valeri Karpin, Diego Rivas o Sander Westerveld, este último además teniendo que reincidir en sus explicaciones por la tristísima tergiversación de sus palabras que se ha hecho al traducirlas al español. Hasta Pepe Mel ha tenido palabras que exigen para él una ovación cuando su Betis visite Anoeta en una preciosa lucha por Europa.
Y la respuesta de la afición ha sido, como siempre, magistral. Otra vez un ataque externo ha hecho que nos unamos, que seamos una piña. Por encima de cualquier otra opinión, todos estamos defendiendo a la Real. Y lo estamos haciendo con argumentos, con la tranquilidad a la que reta sin éxito el tono de algunas de las acusaciones, sean directas o veladas. Que nadie se sienta menospreciado, porque todos somos importantes, pero es imposible no destacar la labor de Xabier Almandoz al frente de la Asociación de Aficionados de la Real, Gure Reala. O los periodistas que sí conocen, viven y siguen el día a día de la Real, que han escapado de forofismos estériles y están contando las cosas tal y como están sucediendo, señalando que no hay pruebas que respalden ninguna acusación. La Real es grande porque su gente es grande. Y cuanto peor le van las cosas al club, más emocionante es la respuesta de esa gente, la suya, la que formamos todos, porque el mayor activo de este club está ahí, en los que sufrimos por la Real día tras día, los que la apoyamos ante cualquier adversidad.
Pero falta el club. No creo que un comunicado sea suficiente. No creo que ese comunicado sea suficiente. Los que estamos al pie del cañón necesitamos un respaldo más poderoso. Lo que está en juego es el prestigio de la Real en su conjunto, y en particular el de aquella inolvidable Real subcampeona que nos hizo sentir a todos tan orgullosos y felices. Y con eso no se juega, sobre todo si se pretende hacer de una forma tan rastrera como hemos visto en estos últimos días. Basta de informaciones insidiosas y parciales, basta de declaraciones tergiversadas, basta de llevar a la gente a pensar que la Real es el único club que tiene cadáveres en el armario. Si la idea es destapar la corrupción y las trampas en el fútbol, fantástico. Pero es evidente que aquí no hay un objetivo tan noble. Me da igual que seamos sólo el daño colateral de no sé qué guerra contra José Luis Astiazarán o que haya una cruzada contra la Real. Con esto no se juega, no. Que quede bien claro. Que lo deje bien claro la propia Real. Cuanto antes, mejor, porque somos los aficionados los que primero vamos a sufrir las consecuencias de lo que estamos viviendo estos días.
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