Este domingo al mediodía nos visita el Villarreal de Lotina,
y el cuerpo me pide desahogarme, o por lo menos intentarlo.
Miguel Ángel Lotina estaba al mando de la nave blanquiazul
que descendió en 2007, tras más de 40 años consecutivos en Primera División. Ni
mucho menos podemos culparle únicamente a él de este hecho, ya que el quipo
construido por el director deportivo José Mari Bakero fue de traca. Miguel
Fuentes, presidente de la época más negra de la Real Sociedad y máximo
responsable del descenso, dio galones al de Goizueta y entré él, el propio
Fuentes, y finalmente Lotina, llevaron al equipo a los infiernos. Vaya tres
patas para un banco… Con una dirección incompetente, sin filosofía definida y
con innumerables fichajes mediocres descendimos a los infiernos.
Pero no quiero profundizar más de lo necesario en este
asunto ya que me deprimo. Sin embargo, y ante la visita del técnico vizcaíno,
sí que quiero refrescar la memoria de los lectores sobre la calidad humana que en los últimos
tiempos ha mostrado esta profesional.
A fuego tengo grabadas sus declaraciones, repetidas en el
tiempo y con gran solemnidad, en las que aseguraba que aunque el equipo
descendiese a Segunda División él no iba a abandonar el barco. Todavía se
repiten también en mi memoria los canticos de “Lotina quédate” que la afición
de la Real Sociedad, una de las mejores del mundo, le coreaba cuando el equipo
se iba a pique.
A fuego tengo grabadas en la memoria las declaraciones de
Savio Bortolini tras fallar ese penalti ante el Racing de Santander en la penúltima
jornada que prácticamente significaba la pérdida de categoría, y que hablan
bien a las claras de la grandeza de esta afición.
Le recuerdo abatido narrando el palo tan gordo que había
supuesto para él, y cómo le había llegado al corazón que todo el estadio
corease su nombre y que tras finalizar el choque una muchedumbre le esperase fuera
del campo para darle ánimos, en vez de increparle (como es bastante habitual en una
situación así en otros lugares).
El caso es que Savio tampoco continúo en la Real y nos dejó
colgados al igual que Lotina, que había repetido por activa y por pasiva que continuaría
con nosotros. El pájaro de Meñaka tenía una oferta del Deportiva de la
Coruña y no dudó en aceptarla. Falso como pocos, llegó a la Coruña y lo primero
que dijo es que estaba muy contento por tener la posibilidad de entrenar a un
club grande. Me sentí traicionado de nuevo ¿y dónde había estado hasta entoces? Ni por masa social ni por historia el Deportivo es más que la Real. Cierto
es que hace unos años atravesó su época
dorada en la que ganó títulos con plantillas confeccionadas a golpe del
talonario de Augusto Cesar Lendoiro, pero tan solo poseen una liga -nosotros dos-
y ocupan el decimoprimer puesto de la clasificación histórica -nosotros el
octavo-. Pero Lotina es así.
No tardaron demasiado en comprobar esa calidad humana de la que hablo ya
que finalmente acabó por descender también al equipo gallego, y al igual que
hizo aquí, afirmó que era el palo más duro en su carrera ¡¡pero qué cara más
dura!! para posteriormente cargar duramente contra algunos jugadores y afirmar
que él no había descendido, que lo había hecho el Deportivo de la Coruña. Ver
para creer.
Afortunadamente los dedos de una sola mano bastan, pero al igual que a otros como Iván Zubiaurre -que siento han
traicionado a la Real Sociedad y su afición- no puedo desearle éxitos en
su carrera deportiva, todo lo contrario, y como he oído por ahí, es curioso que después de haber
hundido ya a varios equipos ahora le hayan confiado un submarino.
Lo siento por el Villarreal y su gran afición, pero no me
importaría que descendiese a un nuevo equipo que pasase a engrosar su curriculum, para ver si así tengo la suerte de no volverle a ver sentado en
ningún banquillo, y sí dedicado a otros menesteres como dar cursos y conferencias, que tengo
entendido que lo hace bastante bien. Por lo demás, le deseo mucha salud y una larga y feliz vida, pero el domingo, un 8-0.
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