Últimamente ver un partido
de la Real Sociedad se está convirtiendo en una especie de “quiero y no puedo”.
Un ejercicio de paciencia que a menudo termina con una sensación de impotencia
que acaban pagando la pantalla de la televisión o los vecinos de asiento en
Anoeta.
Estamos en medio de una
situación bastante extraña pero no por ello nueva para nosotros. Instalados en
una especie de mediocridad donde tenemos que leer y escuchar justificaciones a
todo tipo de tropelía y actitud mediocre. Se valoran las objetivos más nimios
como grandes hazañas, al mismo tiempo que se esconde bajo la alfombra mucha de
la mierda que hacer que el equipo esté como está a día de hoy.
Muchas veces la impotencia
me domina tanto que ni siquiera soy capaz de argumentar el por qué de ese
estado. Tenemos dos ejemplos en los dos últimos partidos que ha jugado la Real.
El sábado acudimos a Cornellá para intentar sacar algo positivo fuera de casa
tras demasiados partidos sin puntuar lejos de Donostia. Y con un juego ramplón,
aprovechando las oportunidades que el Espanyol nos dejaba Vela anotó dos buenos
goles que incrementan las ganas que tenemos de que se quede por aquí, pero que
también puede despertar el interés del Arsenal por recuperarlo.
Nos pusimos por delante con
lo justo, y con la sensación de que a poco que ellos apretasen algo nos podían
dar la vuelta al marcador. Y así fue. En dos minutos fatídicos, el últimos de
la primera parte y el primero de la segunda, los de Barcelona nos empataron. Y
se acabó. No hicieron gran cosa para marcar el tercero, dando por bueno el
empate, que a todas luces es negativo pues se perdieron dos puntos. Y es
precisamente eso lo que hay que valorar, lo que se pierde en el camino por
culpa del juego de la Real y no las migajas que conseguimos. Ese conformismo es
el que mata.
Montanier dijo que el punto
era importante y llegó el Betis. Y un poco más de lo mismo. Partido aburrido y
donde la Real hizo lo justo, otra vez más. Sin ningún alarde de nada
consiguieron ponerse por delante gracias a un gol de Vela, quédate por favor, y
en la segunda parte con la entrada de Beñat el Betis empezó a dominar la
contienda y nos empataron. Si se hace lo justo se acaba pagando. Zubikarai paró
y salvo el punto al final, y el cabezazo de Ansotegi estuvo cerca de suponer la
victoria txuri-urdin, pero nada, otro punto más tras ser empatados.
Vaya banda
Todavía me duele haber visto
a Llorente e Ifrán calentando en la banda. No entiendo su ausencia en el campo.
Al equipo le faltaba un estímulo, y este estaba en la banda calentando, y así
acabó el partido. Mucha de la segunda parte la pasaron así, viendo como pasaban
los minutos y Montanier se sentía a la mil maravillas por el punto que estaba
por conseguir. Volvemos a lo de Barcelona, se perdieron dos puntos en vez de
ganar uno.
Ese sentimiento de ver al
equipo justito-justito sin demostrar gran cosa es lo que lleva al enfado al
aficionado. Y ver al entrenador repitiendo los errores una y otra vez. Estamos
ante una de las mejores plantillas de los últimos años, y vemos que no se está
aprovechando. Tenemos activos muy importantes para ganar el futuro, pero
mientras todo siga así no llegaremos a buen puerto. ¿Y qué significa “todo
así”? Pues muy fácil: un entrenador que simplemente no vale para algo tan grande
como la Real Sociedad, dar por bueno cualquier actuación mediocre, justificar
lo injustificable cuando los aficionados no somos tontos y sabemos muy bien
todo lo que pasa.
Estamos en una estación
viendo que la mejor Real en años viene en un vagón hacia nosotros. Al mando
viene Montanier. Y ahora tenemos dos opciones: cambiar de maquinista para no
perder el tren o que todo siga igual y veamos como pasa por delante
nuestro sin parar y seguir así otro año más, con todo lo que ello supondría.
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