La justicia es un factor variable en esto del fútbol. Hay que asumirlo. Rosabeth Moss Kanter, experta en dirección empresarial, argumentó que “el resultado positivo que proyectan los optimistas no proviene de ignorar o negar los problemas. Los optimistas asumen que los problemas son provisionales y pueden resolverse, por lo que quieren de forma natural obtener más información sobre los problemas porque quieren trabajar y hacer algo. Los pesimistas más bien tienden a pensar que no pueden hacer gran cosa, por lo que ¿qué sentido tiene siquiera pensar en ello”. Es decir, la Real no hizo desméritos como para irse de vacío, pero los méritos que acumuló no los concretó. Dispuso de alguna ocasión muy clara –Griezmann o Vela- y no la aprovechó. Y si perdonas, lo pagas. Más si tienes en frente un equipo con grandes jugadores y que, encima, está de dulce. Mal haríamos en achacarlo a la mala suerte, en ignorar o negar los problemas. La Real jugó bien, muy bien en algunas fases, pero perdió.
El optimista planteará un futuro esperanzador si el equipo mantiene esa agresividad y esa calidad arriba, a nada que concrete. En ese sentido, nada puede reprocharse a los futbolistas. Fue un partido muy intenso, de raza, de los que siempre han gustado a la grada. El pesimista dirá, sin embargo, que concluido el idilio con los resultados en casa, visto lo visto fuera, vamos apañados. Prefiero situarme entre los primeros, siempre y cuando, claro, seamos capaces de realizar autocrítica y trabajar para poner solución a los errores. Porque es evidente que el árbitro –inmejorable titular en portada de este periódico el martes con “Ayza Letal”- perjudicó de manera brutal y decisiva a los txuri urdin –nos centraremos en el “de negro” en el epígrafe inferior del artículo-. Pero no lo es menos que los errores se pagan. Y, probablemente, si Vela hubiera batido a Curtois en la ocasión más clara de todo el partido o, si Illarra no se precipita y realiza una falta donde no puede cometerse a la altura del encuentro en el que la hizo, estaríamos hablando de otra cosa. Es la dictadura de los resultados. Al fin y al cabo, es lo que vale.
No hay vuelta atrás por tanto. Anoeta ya no es infalible. Sólo queda eso, resolver los problemas, que esperemos sean provisionales. Para eso, resultará innegociable que algunos, como Xabi Prieto o Chory Castro, por citar dos ejemplos, mejoren su versión actual. Demasiado poco para lo que han demostrado ser. Y, así, aspirar a revertir la situación en Valladolid y ganar por vez primera en muchos meses lejos de Donostia. Sea.
Ayza debe salir congelado
Lamentable y penosa actuación de Ayza Gámez en Anoeta. Es casi imposible equivocarse tanto en un solo partido. Y lo que es más sangrante, es intolerable aplicar un rasero tan diferente a un equipo y al otro. Porque que los atléticos Gabi y Mario Suárez terminaran sin ver ni siquiera una tarjeta amarilla es un chiste de mal gusto, cuando no hicieron sino repartir estopa a diestro y siniestro. Amén del penalti, como una catedral, que no quiso ver, por mano del propio Gabi cuando la primera mitad agonizaba. O Ayza tiene problemas de visión y, directamente, se hizo el sueco. A otros, por menos, los han metido a la ‘nevera’. Ayza debería salir congelado. Pero, claro, como el perjudicado ha sido la Real, pues no pasará nada. Y tragaremos. Qué asco.
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