La Real se mide al Depor esperando un fallo del Valencia. Montanier recupera su once de gala, con Illarra al 100%, para su último partido como técnico txuri-urdin
La Real se presenta en la jornada final del campeonato luchando por la última plaza que da acceso a la Champions. El equipo realista viene de perder su condición de mano en la jugada, al ceder la cuarta posición a un Valencia que ha contado sus últimos cuatro encuentros por victorias. Aun así, sus opciones no son nada descabelladas. Todo pasa por ganar en Riazor a un Deportivo que se juega el descenso, lo que obligaría al conjunto levantinista a tener que sumar los tres puntos en el estadio de un Sevilla que apurará sus últimas opciones de entrar en Europa. Como suele suceder en este tipo de duelos que se disputan en dos estadios, lo normal es que el transcurso de los partidos vaya condicionando y marcando lo que sucede en la otra plaza.
Si algo ha demostrado esta Real es una extraordinaria capacidad de supervivencia y de reponerse de los contratiempos que ha sufrido a lo largo de la temporada, por lo que parece lógico que consiga mantener su nivel competitivo pese a jugar un encuentro de máxima tensión. Los realistas se van a encontrar con un ambiente infernal, ya que su rival se juega, no ya la salvación, sino la viabilidad económica de la entidad. Esto puede suponer un arma de doble filo, ya que la atmósfera de euforia puede degenerar en un clima agónico de frustración si se tuercen las cosas.
Después de muchas semanas, Montanier va a poder alinear a su once de gala en A Coruña. El técnico disputará su último encuentro en la Real contemplando el alcance de su obra. Los jugadores se han mostrado convencidos de que tienen muchas posibilidades de ser cuartos, por lo que viajan con mucha moral. Illarramendi, que ya se olvidado de sus molestias que le han hecho actuar tocado, asumirá las riendas y Vela, que regresa tras su cumplir su sanción, volverá a dotar de magia al ataque. El resto serán los mismos que pasaron por encima del Madrid.
El Deportivo tiene mucho mérito. Pese a haber malgastado su primer match-ball de permanencia, los gallegos se presentan en la última etapa dependiendo de sí mismos, algo casi impensable hace dos meses. Vázquez le da dotado de contundencia a un equipo que se siente fuerte en Riazor, donde no pierde desde febrero.
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