Se nos ha ido una temporada más.
Así, como quien no quiere la cosa. El tiempo pasa volando. Adiós a una Liga sin
sufrimiento final. Adiós a un campeonato irregular por parte de la Real, en el
que ha ido de menos a más y, sobre todo, en el que ha cerrado una segunda
vuelta casi inmaculada en Anoeta. Adiós a un año futbolístico en el que el club
txuri urdin se ha vuelto a asentar en Primera. Con vaivenes importantes en su
rendimiento, sí, pero consolidando unos valores basados en la cantera que
apuntalándolos con fichajes de nivel puede conllevar alegrías a su feligresía. Adiós
al año de la retirada de Aranburu. Adiós al primer asalto de Montanier como
entrenador. Y habrá un segundo.
La incógnita se mantuvo hasta el
martes a las 6 de la tarde. Hasta ese momento no eran pocos los que
argumentaban que el club se estaba moviendo y que estaba testando la
posibilidad de variar de inquilino en el banquillo. Y el hecho de que el
Consejo lanzara un comunicado oficial a través de la web del club deja a las
claras que ha habido dudas. Era un secreto a voces que aún teniendo un año más
de contrato, su continuidad estaba en entredicho. A lo largo de su primer año
en Donostia no ha conseguido aglutinar en un único sentimiento al entorno. Comenzó
completamente desnortado. Su falta de conocimiento de la Liga española o de la
plantilla no podían servir de excusa. Cuando el equipo estaba a punto de ser
colista y él despedido, el golazo de Iñigo Martínez en Sevilla le salvó de la
quema. En ocasiones, con sus decisiones, ha provocado que la Real no haya
conseguido una regularidad con la que, de haberla mantenido, quizá hubiera
aspirado a cotas más altas. Ahora bien, con el tiempo se fue rehaciendo,
aplicando el sentido común y la lógica el equipo espabiló hasta el punto de
terminar salvándose con tres jornadas de antelación.
El quid de la cuestión radica en:
¿era ese el objetivo que se había planteado el Consejo? Se habló de salto de
calidad. ¿Lo ha habido? Si el objetivo era salvarse, lo ha cumplido y su
continuidad tendría sentido. Ahora bien, ¿tiene el apoyo del 100% del Consejo?
¿O existen dudas y se ha impuesto el pensamiento de la mayoría? Yo defendí en
su día que Lasarte debería haber continuado por haber logrado lo que se le
pidió. Si a Montanier se le pidió la permanencia, perfecto. Pero, insisto, creo
que lo que se vendió con su fichaje no fue eso. A partir de ahí, no comparto la
tesis de quienes hablan de que el francés ha apostado más que nadie por los
jóvenes. Llegó ya con una filosofía clara marcada por el club, que le puso una
serie de futbolistas en plantilla, entre ellos Illarra o Iñigo Martínez.
Después los ha hecho jugar, sí, normal, porque, independientemente de la edad,
son mejores que el resto. Sin más. Y así como a Lasarte se le recriminó por no
dar más minutos al de Mutriku el año pasado, la dosificación que ha hecho Monty
con Pardo resulta que entra dentro de la progresión adecuada del joven
centrocampista. Ahí se ha cometido un agravio comparativo importante. Lo digo
como lo siento.
Para bien o para mal, Montanier
sigue siendo nuestro entrenador y vamos a ir a muerte con él. Porque si le va
bien a él le irá a la Real. Y eso es lo que queremos. Ojalá el Consejo haya
acertado y, verdaderamente, esta sea una decisión adoptada por unanimidad y con
fe ciega en el quehacer del técnico. Porque no puede haber error más fatal que apostar
por su continuidad si no se tiene plena confianza. Sería comenzar la temporada
próxima con una mochila llena de piedras en la espalda. Ahora toca trabajar a
destajo para hacer un equipo competitivo y de calidad que ilusione a la
afición. Acertar en los fichajes volverá a ser crucial. Por desgracia, no es
que haya demasiados elementos para creer en que así será vistos los
precedentes. Soñaremos con que así sea. Por el bien de todos.
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