Ciertamente, el ex del Mallorca me parece, a priori, un futbolista de una calidad muy importante y que, desde luego, mejora sustancialmente lo que hay en nómina, de manera que, ‘chapeau’. Creo que no estaría muy desencaminado si dijera que es, junto a Llorente, el fichaje más ilusionante de los últimos años. Y con esta incorporación, parece evidente que el club da un paso adelante en su política, haciendo frente a un desembolso sustancial para hacerse en propiedad con un futbolista que ya tiene experiencia, que conoce la Liga, y que cuenta con unas cualidades que escaseaban en la actual plantilla txuri urdin, dejándose de experimentos en forma de cesiones o traspasos incluso con determinado perfil de futbolista que, a la vista está, termina saliendo caro o muy caro. Por desgracia, los últimos tiempos están llenos de ejemplos que al lector enseguida le vendrán a la memoria sin tener que citarlos.
Con todo, el verano se antoja largo, muy largo. El otro caballo de batalla es de los descartes y las posibles salidas. Montanier no cuenta ni con Llorente ni con Ifrán. La Real no puede permitirse el lujo que, teniendo un director deportivo, el entrenador diga que no cuenta con uno o con otro. Si hay director deportivo, el que ficha es el director deportivo. Y el técnico lo que tiene que hacer es hacer jugar de la mejor manera posible a esos elementos que ha puesto a su disposición el club. Loren habrá hecho las cosas mal o peor en estos cinco años. Pero es quien tiene el poder y la responsabilidad porque los que mandan se la han dado. Nos guste o no, es lo que hay. Por eso, si el DD cree que Llorente e Ifrán son válidos para formar parte de la plantilla, Montanier tiene que acatarlo y decidir cada semana si los deja en la grada, en el banquillo o los hace jugar. De las licencias otorgadas a ciertos entrenadores llegaron los números rojos, a base de fichajes millonarios desastrosos. La línea a seguir en este tema es nítida. Salirse de ahí sería el primer paso a una nueva decadencia.
Una filosofía, un sainete
Tuve que leer, al detalle, incrédulo, la información acerca del interés del Athletic en Griezmann. Un club que, supuestamente, sólo juega con futbolistas vascos –o españoles, como suele gustarles vender el tema en Madrid y alrededores- resulta que tiene entre sus objetivos a uno nacido en Macon, localidad cercana a Lyon, en la Francia profunda, vamos. ¿Cómo es posible? ¿Cómo serían capaces de justificar su fichaje? No estamos hablando de alguien nacido en Iparralde, como Bixente Lizarazu por ejemplo, que podría incluso justificarse y, en su día, de hecho, se justificó. No, es completamente diferente. Sería el colmo. Un sainete. Una filosofía de pandereta. Eso sí, por si se les ocurriera, ojo, la Real debe exigir la cláusula. Ni un solo céntimo menos.
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