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Sábado 29 de Septiembre de 2012. Son las ocho menos cuarto de la tarde. Hay derby. La mayoría de la afición txuri urdin ya está tomando el último trago antes de entrar, los más adelantados van cogiendo su butaca dentro del estadio y otros todavía están haciendo fila. Dentro, fuera, en la fila, en el bar, en tu asiento y en el sofá de mi casa se respira un ambiente especial.
Un día que pasa lento, que no llega la hora. Que lo esperamos durante toda la semana. Que veníamos con ganas de generar de nuevo una buena imagen en casa y sobre todo de comernos a los leones. De esta no iba a pasar. La Real salió enchufada, tanto o más que todos los seguidores que viven fuera de Anoeta y que usan la más avanzada tecnología a su disposición para estar lo más cerca posible de los suyos.
Ocho de la tarde. Todo en orden. Delante de la pantalla. Nervios. Ganas. Ese grito interior de “¡A por ellos!” en todo aficionado que lo vive desde lejos. A mí, déjame, con mi Real, con el derby.
Del partido considero que los análisis están hechos, las diferentes impresiones de cada uno están analizadas y que sabemos que ésta es la línea a seguir está más que claro. Nos quedamos con los de adelante: un Griezmann superior, Zurutuza poderoso, XP en su línea de derroche de calidad, Illarramendi de líder, Agirretxe aguantando y asistiendo...
Destaco también a los de atrás. De la Bella dueño de la banda, Iñigo contundente, Mikel como jefe de la zaga. Y preguntareis del “debut” de Zubikarai. No se puede comentar mucho ni hacer demasiadas referencias porque el Athletic no le puso a prueba. Los diez hombres que tenía delante suyo no pararon de pelear para, sujetados por una buena defensa y un excelente centro del campo se encargaran los de arriba para aclarar el partido. Así lo hicieron. Equipo. Vendaval.
El ambiente de Anoeta no se vive desde casa, no sigues los cánticos ni te abrazas a tu compañero de asiento tras el gol. No comentas la jugada con el de al lado. Pero, por otra parte la celebración y la alegría es igual o incluso superior. El sufrimiento también.
No quitas ojo a la pantalla, haces gestos, te quedas sin uñas. Cantas el gol y nadie te sigue, aplaudes como si no hubiera mañana, y una cosa buena os voy a decir: te gustas con la repetición. 1-0, 2-0, YO también quería más.
Y llegó la hora del disfrute. Esa sensación de ¡qué bien está jugando mi Real!. Esa envidia sana de ¡Yo también quiero estar allí! Esas ganas de sacar la camiseta y no ser un extraño, ser ese que se rodea con otras personas que visten igual. Ese que brinda por la victoria en la celebración posterior.
Y termina el partido. Sensación de liberación. Alegría desatada. Escribes con euforia, hablas extra motivado, quieres volver a revivirlo. Ves repeticiones, en una y otra televisión, solo te apetece más y más. Un gran partido, un baño. Una clara superioridad.
Es tu Real, que ha vencido el derby con lo que ello supone. Alegría máxima. Vacilar a todo bilbaino está escrito. Eres superior. Fuimos superiores.
Por más partidazos así...
GORA ERREALA
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