Real Sociedad 0-1 Atlético de Madrid
Piiiiiiiiii piiiiiiiiiiii piiiiiiiiiii. 6.45h. Sueño. Llueve. Ducha. Café caliente. Cereales y zumo. Titular en el informativo: ‘Falcao da la victoria al Atlético de Madrid en Anoeta en el minuto 90’ con el primer gol de falta de su carrera deportiva’. El zumo se me atraganta, los cereales no entran, el café se enfría, la lluvia de anoche me convirtió en la prima sosa de Amy Winhouse, el sueño se mantiene a pesar de la ducha fría y la velocidad a la que corre el reloj es inversamente proporcional a los movimientos de mi cuerpo. No hay duda: Es Lunes.
Mi reflejo en el espejo me hizo recordar lo poco que dormí y mi ritual de maquillaje se convirtió en una verdadera plegaria para que Bobbi Brown obrara del milagro. Dejé lo del pelo por imposible y me planté un moño de bailarina en lo más alto para salir corriendo después sobre mis botas de tacón. Casi sin aliento, me abalancé sobre el Mundo Deportivo en busca de respuestas, como pidiendo una segunda opinión al titular que me despertó pero sólo pudo confirmarme que lo vivido en Anoeta fue REAL.
Real... Tan Real como tener el árbitro en contra, como perder un partido serio en los segundos finales; Tan Real como que el que perdona, termina perdiendo; como intentar dar un salto de calidad y que en el último suspiro se rompa la cuerda…; Tan Real como que los cambios no dan aliento al equipo, como que nuestro último gol de falta lo metió Nuestro Chileno allá por febrero de 2010; como que pecamos de inocentes cuando el fútbol es para perros viejos. Tan Real como que la carne fresca dura un suspiro delante de un tigre hambriento.
Antoine hizo un partido casi perfecto y ni yo ni los 22.000 que estuvimos allí comprendimos por qué fue sustituido. Vela la tuvo en sus botas con el 0-0 pero su disparo pretendió emular a cierto lanzamiento de Champions cuyo balón dicen que ha tomado órbita; Iñigol, Markel, Mikel González y Estrada evitaron que el tigre rugiera durante 90 intensos minutos pero azuzado por el domador de la contienda, el tigre herido en su orgullo se vino arriba haciendo que su zarpazo nos escociera y noqueara por K.O.
Los que esperaban que Falcao desbordara a Zubikarai sin despeinarse, contemplaban ojipláticos cómo un equipo de cantera plantaba cara al colíder en un partido serio y ordenado en el que Ayza Gámez entró con fuerza en mi Top Five de los non gratos (nunca desbancarán a Muñiz Fernández del número uno). La ovación más sonora de la noche fue en el 66’ cuando sacó la primera amarilla a los de ‘El Cholo’ después de que la lluvia de tarjetas inundara al equipo txuri urdin y de que fuera el único en no percatarse de un penalti claro de Gabi.
Nos dimos cita en Anoeta un lluvioso domingo de elecciones a las 21:30 con la sana intención de mantener la excelente racha en casa y, en vez de eso, le quitamos el apodo de ‘El Pupas’ a un Atlético de Madrid en estado de gracia que se está acostumbrando a sacar puntos en los minutos finales.
Mi otro yo describe lo que sentimos como ‘meter un besugo en el horno y darte cuenta al sacarlo de que te lo han cambiado por una pescadilla’. Aunque en el momento no estaba muy de acuerdo porque a mí las pescadillas me encantan, ahora lo veo claro: Un besugo es una comida de lujo que suele dejarse para ocasiones especiales y se prepara con mimo e ilusión para sorprender al comensal. Ganar al Atlético es uno de los mejores manjares para el paladar txuri urdin y el sabor de la victoria puede permanecer durante meses. Saber que hasta el minuto 90’ había besugo en el menú y que nos castiguen sin él (o con pescadilla, para mi otro yo) adquirió un carácter de indignación equiparable a ir a morder un bocata de jamón ‘del bueno’ y despertarte cuando empiezas a aspirar el aroma al rozarlo con tus labios… ¡¡¡Es como para no volver más al restaurante!!!
Si. Tenéis razón. La comparación es un poco extraña pero… ¡¡¡nosotras no podemos evitar terminar hablando de comida!!! Pero pensad en ello y ya veréis como fue exactamente así.
Ya han pasado varias horas desde que sonara el despertador y aunque mi aspecto sigue siendo lamentable y el zarpado del tigre sigue escociendo, las heridas empiezan a desaparecer en la certeza de que jugando así perderemos pocos partidos. Y como se me ha despertado el hambre con estas comparaciones raras, haré caso a mi padre y a su lema favorito ‘al mal tiempo, buen jamón’ y me haré un pintxito para olvidar el mal sabor de boca de la derrota. xD
Y el lunes, ¡a Valladolid!… Por cierto, ¿qué cenamos?
2 comentarios:
A pesar de todo,el futbol siempre tiene revancha
Seguro que si! Y estaremos aquí para verlo!
AUPA REAL!
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