La lógica invita a pensar en que Caparrós será destituido la próxima semana. Sí. Tal cual lo leen. Acaba de ser ratificado por su presidente, en este caso Serra Ferrer, y si la experiencia algo indica es que, precisamente ése, es el paso previo a la destitución. Fijénse si no, en Anquela. No sé por qué, pero es un tío que me cae bien, parece humilde y sincero. El miércoles se le vio hundido, muy dolido, tras confirmarse su cese como técnico del Granada, cuyo presidente, claro, había anunciado pocas semanas atrás que confiaba ciegamente en él y que su puesto hasta final de temporada no corría peligro. Lo dicho, el paso previo al despido. Por eso digo que, a nada que la Real haga las cosas bien y derrote en Anoeta al Mallorca, me juego un buen desayuno de café, croissant y zumo de naranja, a que al bueno de Jokin le dan la boleta.
Para eso, claro, el conjunto txuri urdin deberá retomar su cara amable, la que nos gusta, la que nos hizo gozar contra el Barcelona, y no la que nos llegó a desesperar, en alguna fase, el pasado fin de semana en Vigo. Es como el día de la marmota. Siempre pasa lo mismo, la historia se repite. Justo en el momento de dar el golpe de efecto, nos quedamos a medio camino. Una pena, en fin, quizá este sea nuestro signo esta temporada y estemos edificando los cimientos de una próxima en la que podamos, por fin, celebrar otro éxito que no sea la mera permanencia en Primera. Quizá. No obstante, y a pesar de la oportunidad perdida, si el equipo de Montanier se impone al Mallorca el domingo y provoca que echen a Caparrós, el punto cosechado ante el Celta tendrá un valor superlativo y nos vendremos arriba. Esto empieza a parecerse a una montaña rusa, más picos y más valles no pueden tenerse en una misma temporada y con tan poco tiempo de por medio. Si la Real cotizara en Bolsa nos tendría a todos de los nervios. De hecho, seguramente, sea uno de los equipos más difíciles de valorar para las casas de apuestas, ya que tan pronto te obsequia con un sorpresón que hace saltar la banca como pega el petardazo en el momento menos esperado.
Con todo, la clasificación no engaña. Y, salvo hecatombe, la Real debería manejarse en una zona media-alta que, en un momento determinado, le pueda valer para dar el salto. Llegará el momento en el que el objetivo final sea nítido y para que éste sea de color europeo, sin duda, los próximos partidos deberían ser reveladores. Topicazos tipo “todavía queda mucho”, “no hay nada decidido”, “hay que ir partido a partido” y demás no son más que eso, literatura barata de puertas para fuera. No queremos resignarnos. Queremos que esta Real pelee hasta el último compromiso liguero por hacerse un hueco en los puestos meritorios. Y para eso hay que ganar, de entrada, a un Mallorca en horas bajas, pero que tiene individualidades muy interesantes que, si sales con la empanada, te la pueden liar. Rompamos el hielo de una santa vez. Queremos ver a la Real cotizando al máximo posible. Es el momento. Jokin, vete haciendo las maletas.
Zuru y el mal fario
David Zurutuza no levanta cabeza. Tras recuperarse la anemia que ha padecido últimamente, esta semana parecía ya restablecido para volver, por lo menos, a la convocatoria de Montanier. Sin embargo, se lesionó en el entrenamiento y todo hace indicar que su ausencia se va a alargar. Una baja que, al menos desde fuera, parece que está pasando desapercibida, pero que tiene una importancia capital en el engranaje de la maquinaria del centro del campo txuri urdin. Cuando está bien, Zuru es un futbolista fundamental y en algunas de las fases de los últimos partidos, yo al menos, le he echado en falta sobremanera. Una lástima. Ánimo.
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