No me gustan los programas de tertulias que triunfan en las televisiones pasada la medianoche. Aparte de que me parece la mejor demostración del declive de, para mí, una de las profesiones más bonitas que existen, al preferir el formato ´Tómbola´ en lugar de una buena conversación futbolera, me cuesta entender los motivos por los que sus protagonistas, algunos interesantes, no cuentan anécdotas imprescindibles que les han tocado vivir. Por poner un ejemplo, Albert Luque, un exfutbolista que prefiere aburrir en Punto Pelota con comentarios vacíos y de poco interés de la escuela de Sarabia, narró una historia impresionante en una entrevista en Radio Marca en la que se dedicó a hablar de fútbol. Contó que en la segunda edición del Superdepor, la más gloriosa porque ganó la Copa al Madrid en el Bernabéu con el Centenariazo y el título de Liga en el año 2000, Djalminha y Valerón siempre jugaban juntos al fut-tenis. Como cabía imaginar, dada la extraordinaria calidad de ambos, debían ser un auténtico espectáculo. "En tres años no perdieron ningún duelo. Y en varias ocasiones daban diez puntos de ventaja a sus rivales cuando los partidos eran a quince". Ninguno de los dos se sacrificaba nunca en tareas de destrucción, pero un entrenador amante del orden y del rigor defensivo como Jabo Irureta no tenía dudas en alinearles cada fin de semana. Si no lo hacía, Riazor se frotaba los ojos y jamás lo entendía. Eso, claro está, hasta que el díscolo brasileño se convirtió en indomable.
No quiero volver a incidir en la polémica suplencia de Vela en San Mamés. Parto de la base que después de ver lo que sucedió resulta evidente que a Montanier le salió bien la jugada y yo soy el que más se alegra. Pero este Vela es a la Real lo que Djalminha y Valerón a ese Deportivo. Todos nos guiamos y reforzamos nuestras tesis particulares con análisis resultadistas, pero para mí se corrió un riesgo desproporcionado e innecesario. Por poner un ejemplo práctico, la Real también puede ganarle 3-0 al Betis jugando con una defensa compuesta por Griezmann, Agirretxe, Ifrán y Chory, pero a mí me parecería un auténtico disparate.
Vela cumplió el viernes 24 años, una edad precoz para haber alcanzado el nivel que está mostrando esta campaña. Esta es, sin duda, la mejor confirmación de que estamos ante un futbolista de categoría mundial. Recuerdo que al poco tiempo de llegar el mexicano a Donostia, en una conversación futbolera con amigos, coincidimos en que lo mejor que le podía suceder era demostrar las excepcionales condiciones que desde el primer día se veía que tenía y quedarse muchos años ejerciendo de estrella de la Real. No quiero meter la pata ni menospreciar a nuestro equipo, que en mi opinión siempre será el más grande, pero para entendernos mejor, me refiero a escoger ser cabeza de ratón en lugar de cola de león. En el mes de enero me acordé de esta conversación, cuando los medios repasamos la lista de fichajes de invierno de la Real. En la misma estaban Mark González y Savio, dos fenomenales futbolistas que se hubieran salido si, en lugar de ser tan ambiciosos, hubiesen aceptado que jugaron tan bien de txuri-urdin porque aquí se daban todas las circunstancias para sacar lo mejor de sí.
Vela está llamado a marcar una época en la Real. Es un jugador extraordinario, pero que necesita sentirse importante y recibir calor y cercanía para explotar sus virtudes. Se ha convertido de largo en el mejor fichaje hecho por este Consejo y su director deportivo. Ahora debe darse cuenta de que quizá en otro ambiente menos cercano o familiar puede perder parte de su magia. Para convencerle quizá haya que llevarle a un colegio y que vea lo que responden muchos txikis cuando les preguntan por su realista preferido: "Carlos Vela". Creo que se confunde al decir que no sabe lo que pasará con él la siguiente campaña. Hoy en día el futuro de todos los jugadores casi siempre está en sus manos. Y no, no es casualidad que haya explotado en Anoeta. No lo olvides, crack. No cometas el mismo error que otros zurdos que, como tú, nos hicieron soñar…
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