El 10 de noviembre de 2012 supuso un punto de inflexión para esta plantilla. En aquella noche la Real rendía visita al Málaga, en zona de descenso y con un clamor popular que pedía un cambio en el banquillo. Contra todo pronóstico, la Real ganó y convenció y desde entonces, nuestro equipo se ha convertido en el tercer mejor equipo de la liga. 6 victorias, 5 empates y 1 derrota son números francamente buenos que hacen que afrontemos la segunda parte del campeonato con optimismo y ambición.
Tanto en Anoeta como a domicilio, nuestro equipo se está haciendo respetar, con un juego equilibrado en todas las líneas: 4º equipo más goleador (1,59 goles por encuentro), y 7ª mejor defensa (1,27 goles por encuentro). La Real se ha convertido en un bloque sólido, en el que todos los jugadores aportan su granito de arena.
Hoy domingo 10 de febrero de 2012, se cumplen exactamente tres meses desde esta catarsis realista. Y para celebrarlo tenemos a las cinco de la tarde, un importante partido de liga visitando al Zaragoza de Manolo Jiménez.
El estadio de La Romareda me provoca sensaciones encontradas. Por un lado, es un lugar mágico porque allí conseguimos llevarnos a nuestras vitrinas nuestro último título oficial, con aquella memorable final de Copa en la que derrotamos al At. Madrid. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con El Molinón, el estadio maño no se transformó desde entonces en un talismán sino que sigue siendo uno de los campos que más se nos atraganta de la liga.
Hay un dato curioso. El 30 de agosto de 1987 (poco más de dos meses después del éxtasis copero), volvimos a Zaragoza a inaugurar la liga 87-88 y caímos por 1-0 con un gol del entonces zaragocista Txema Lumbreras. Era la muestra de que Zaragoza no iba a ser plato de buen gusto para nuestra Real ni tan siquiera a pesar del gozoso recuerdo de junio del 87.
Nuestras últimas 14 visitas a tierras zaragozanas (contabilizando también los partidos de Copa y de Segunda), se han saldado con 9 victorias del Zaragoza, 4 empates y 1 solitario triunfo txuri urdin). No puntuamos en Zaragoza desde 2008, y no ganamos desde 2005. Además, todos recordamos que muchas de las derrotas que hemos sufrido allí se han consumado en los últimos segundos del partido con el dolor que eso supone (aquel gol de Villa de penalti en 2004 o el de Braulio hace apenas dos años…)
La Romareda suele ser una ratonera con unas gradas cercanas al campo, un ambiente por lo general hostil hacia la Real, y un desgaste físico y emocional que nos suele hacer hincar la rodilla.También es verdad que poco debería importar la estadística si comparamos las trayectorias de ambos equipos. El Zaragoza sigue sumido en una profunda depresión deportiva que arrastra desde que empezó el siglo XXI. Dos descensos y la sensación general de que ha pasado de ser un clásico de la liga, a un equipo que a duras penas sobrevive en Primera.
Esta temporada parecía que podían asentarse en la zona media de la tabla, pero sus últimos resultados les han vuelto a poner en la picota. Son decimoquintos, y solo tienen 4 puntos de margen sobre el descenso. A pesar de que el Zaragoza es vulnerable en su estadio, todo hace indicar que van a enfocar el partido de esta tarde como si se tratara de una final.
La confianza y la ilusión son dos elementos en los que la Real está cimentando su gran progresión, y que deberían ser suficientes para ganar o por lo menos puntuar en Zaragoza y seguir así con la buena racha en la que se haya inmersa el equipo.
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