La Real jugará por una plaza en la Champions League. Hay muchas formas de interpretar tan glorioso resultado de esta temporada 2012-2013. Obviamente, puede ser una sorpresa teniendo en cuenta el pasado reciente. Hace tres años, el equipo txuri urdin estaba celebrando el ascenso a Primera División, tras otros tres años en la categoría de plata. Las bases de esta Real con la que disfrutamos hoy nacieron en aquel último año en Segunda y se afianzaron en los dos años siguientes, ya en Primera, cuando la actuación general del equipo se quedó por debajo de su potencial. Esa es la otra lectura. ¿Es una sorpresa que una Real en la que juegan Xabi Prieto, Vela, Illarramendi, Bravo, Griezmann o Iñigo Martínez queda cuarta en la Liga española? No, no lo es. Esta formidable generación ya ha sido bendecida con la gloria europea que saborearán desde el mes de agosto, y con un arranque a lo grande. El resultado a esta temporada, merecido y justo, un guiño de la Historia a la Real, un regalo del fútbol a un equipo al que tanto le había hecho sufrir en los últimos tiempos.
Toda temporada tiene un punto de inflexión y el de ésta hay que buscarlo en Málaga. La Real llegó a La Rosaleda con seis derrotas en diez partidos, todos los que jugó a domicilio y dos consecutivos en Anoeta, bordeando los puestos de descenso, con la soga ya atada al cuello de Montanier y mostrando dudas muy parecidas a las de la campaña anterior. Pero aquel día todo cambió. No sólo por la victoria txuri urdin, 1-2, sino por la forma en la que se consiguió, dominando en un campo de Champions con un centro del campo formado por Illarra y Pardo, y un ataque que por fin asumió el demoledor papel que se le presuponía desde la pretemporada. Aquel día, la Real entendió no sólo que podía ganar partidos fuera de casa (rompía una racha de casi diez meses sin sumar tres puntos lejos de Anoeta, después llegaron siete victorias más a domicilio), sino que además podía hacerlo disfrutando. En realidad, algo había cambiado ya antes. Tras un arranque bastante malo, sólo iluminado por la más que solvente victoria por 2-0 en el derbi, Montanier admitió a regañadientes que el doble pivote funcionaba mejor que sus tres centrocampistas y que Illarra, después de bordar el fútbol en esa posición con la selección sub-21, rendía mucho más algo más retrasado.
Los cambios llegaron cuando la temporada parecía discurrir por derroteros bastante similares a los de la anterior y cuando empezaba a ser lícito pensar que estaba en peligro el ansiado salto de calidad casi imprescindible por la categoría de los jugadores. La Real ya había sido eliminada de la Copa, con la tristeza habitual y alargando un inagotable historia de decepciones en esta competición, ante un Segunda División, el Córdoba, que ganó con solvencia 2-0 en tierras andaluzas y empató después en Anoeta. Fuera de casa, el equipo era un fantasma que se paseó sin pena ni gloria por los campos del Barcelona, el Mallorca y el Levante. Aún habiendo ganado ya el derbi en Anoeta, el derbi de Griezmann, la mejoría comenzó en Sevilla, contra el Betis, pero su entonces escasa preparación a balón parado en el inicio de la temporada le llevó de nuevo a la derrota. Y su inocencia, por mucho que fuera mejor que su rival en estos tres choques, le hizo padecer dos derrotas consecutivas en casa, ante Espanyol y Atlético de Madrid, y sólo sacar un punto de un partido en Valladolid en el que se puso dos veces por delante en el marcador. Pero llegó Málaga y la Real pareció convertirse en un equipo diferente. El equipo txuri urdin se encontró de golpe con lo que el destino reservaba para él.
Seria fácil decir que, a partir de aquel partido, la progresión de la Real fue imparable, pero no sería del todo cierto. La realidad es que combinaba partidos con un fútbol deslumbrante, del que no cabe dudar al decir que ha sido el mejor que se ha visto en la Liga española durante esta temporada, como la histórica goleada por 2-5 en Mestalla o el 4-0 en Anoeta ante el Rayo, con partidos en los que mostró poca convicción y muchas dudas, como los empates en casa ante Osasuna y Getafe o fuera en Granada. En todo caso, sin conocer la derrota durante siete jornadas. El Santiago Bernabéu se presentaba como una ocasión estupenda de asaltar los puestos europeos en un gran escenario. Aunque el Madrid jugó 70 minutos con un hombre menos, y a pesar del hat trick que anotó Xabi Prieto, las dudas de la Real le impidieron doctorarse aquel día. Por eso, la temporada, ya alejada de cualquier posible catástrofe, seguía en realidad en el aire. La Real tenía ya distancia suficiente para no pensar en el descenso, aunque se negaba a sí misma la posibilidad de mirar hacia arriba. Eso lo hizo cuando llegó el gran partido del año.
19 de enero, el Barcelona visitaba Anoeta entre los tambores de la fiesta donostiarra. Y la Real se sumó a la celebración con una remontada excepcional, igualando la mayor que ha protagonizado como local en toda su historia y ante un Barça que había ganado 18 de los 19 partidos que había jugado y que llegó con su once de gala. Dos goles de Chory Castro llevaron el delirio a la grada y el de Agirretxe en el descuento, con un formidable pase de Carlos Martínez, el 3-2, queda como uno de los más bellos recuerdos de los veinte años de existencia de Anoeta. Una semana antes, con un decepcionante empate txuri urdin en casa ante el Deportivo, arrancó una racha que se extendería durante los quince primeros partidos de la segunda vuelta. La Real no perdió ninguno de ellos, encadenando tardes de gran fútbol, como el 3-3 ante el Betis o el 4-1 al Valladolid (Xabi Prieto marcó aquel día el gol más antológico de la competición, culminando una incomparable jugada colectiva), con victorias de mucho prestigio, como el 1-3 con el que cerró para siempre la historia de los derbis en San Mamés o el 0-1 del Vicente Calderón, convirtiéndose en el primer equipo que ganaba e incluso que puntuaba en el campo del Atlético de Madrid, tercer clasificado de la Liga.
Después de derrotar a pucelanos y colchoneros, después de disputarse 28 partidos y de tener ya claro que lo que estaba ofreciendo la Real no era casualidad, el conjunto donostiarra alcanzó la cuarta posición de la tabla. Tras tanto tiempo sin permitirse considerar Europa como un objetivo claro, ni desde dentro del club (más allá de aquellas manifestaciones del presidente, Jokin Aperribay, comparando a esta generación con la campeona de los años 80, o de esa apuesta a sus jugadores por un tercer puesto final, pronóstico más que motivado y confesado en las celebraciones en La Coruña) ni desde muchos sectores de fuera, resultó que el equipo de Montanier estaba metido de lleno en la lucha por la Champions, por la cuarta plaza y la posibilidad de jugar la eliminatoria previa. Y se iba a jugar ese privilegio contra Málaga y Valencia, dos equipos que tenían que pasar por Anoeta. Las victorias fueron contundentes, en ambos casos por 4-2. Bien es verdad que el equipo andaluz llegó al encuentro pensando más en sus opciones de seguir vivos en la Champions, entre sus dos partidos de cuartos de final ante el Borussia Dortmund, pero aún así fue goleado sin piedad en una primera parte de poco fútbol y muchísimo acierto atacante. Aquel día, Vela marcó el gol 3.000 de la Real en Primera.
El Real Sociedad - Valencia fue otra de las grandes noches de la temporada. Afrontando un tempranero 0-1, con un excepcional nivel de entrega, el marcador dio la vuelta hasta el 3-1. El segundo gol del Valencia hizo temer por el resultado, pero un formidable gol de vaselina de Agirretexe ya en el descuento cerró un partido con sabor a fútbol grande, con una emotividad difícil de igualar en una noche en la que el realismo se olvidó de que Anoeta tenía pistas de atletismo y gozó como nunca. La Real le metió así al Valencia cinco puntos de ventaja más el gol average particular. Muchos pensaban que la tarea ya estaba hecha y que la cuarta plaza no podía escaparse. Pero quedaba mucho por jugar. El equipo de Montanier sufrió una severa pájara en Getafe, donde se truncó su racha de quince partidos sin perder, y se dejó dos puntos más en el descuento ante el Granada en Anoeta. Con tres partidos por jugarse, Real y Valencia tenían los mismos puntos y ganaron su primer compromiso, los levantinos precisamente en Getafe y los realistas en Sevilla, con lo que mantuvieron la cuarta plaza.
Pero el equipo txuri urdin perdió la ventaja en la penúltima jornada. Su empate a tres goles ante el Real Madrid, en un épico partido disputado en un Anoeta a reventar fue una lección de orgullo y fútbol, culminada con el tercer tanto realista, obra de Xabi Prieto ya en el descuento. El Valencia sumó un triunfo más en casa ante el Granada, el cuarto consecutivo dentro de su autoimpuesta tarea de ganar en las cinco últimas jornadas y eso le daba dos puntos de ventaja para la jornada final. Y en el último suspiro, la Historia se acordó de todo lo que le debía a la Real. Su último descenso fue en Valencia, el Valencia sucumbió ante la ilusión realista, perdiendo 4-3 en el Sánchez Pizjuán. El Sevilla, de alguna manera, le devolvió parte de lo que le quitó en aquella aciaga tarde de 1980 en la que fulminó su récord de imbatibilidad y la posibilidad de ganar su primera Liga. Y la Real cumplió con lo suyo, ganando en Galicia, donde diez años atrás se dejó el que habría sido su tercer título liguero.
Griezmann pasó a la historia como el autor del gol que llevó a la Real a la cuarta posición, culminando una temporada que arrancó tarde, que probablemente debió empezar a manifestarse ya desde la anterior pero que devuelve a la Real al grupo de los equipos entre los que merece estar, el de los que luchan por éxitos en la parte alta de la tabla. La Liga 2012-2013 va a ser inolvidable por muchos motivos. Quedarse sólo con la clasificación, o incluso con el regreso a Europa, sería injusto e insuficiente. La Real ha dado muchos más. Sus jugadores han protagonizado grandes partidos, noches memorables, instantes inolvidables. Olvidando casi por completo el primer tercio de la temporada, los otros dos han estado plagados de momentos formidables, épicos, hermosos. La Real se ha convertido el equipo con más fútbol de la Liga. El que mejor lo ha practicado, el que mejor lo ha defendido, el que más ilusión ha generado entre quienes están hastiados del duopolio que oculta la realidad de los otros 18 equipos. La Real es de Champions y la gloria europea ya es suya. Ahora empieza la tarea de hacerla más grande.
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