viernes, 1 de marzo de 2013

DESPEDIDA DE SOLTERO

La noche del pasado viernes ya forma parte de mi álbum vital particular. La cosa tiene miga. Y lo cierto es que, al menos para mis intereses, todo salió redondo. Formaba parte de una despedida de soltero que, aprovechando la disputa del derbi, y los colores rojiblancos del en breve marido de Ianire, decidimos celebrar en Bilbao. Siendo del Athletic y jugando ante la Real, optamos por disfrazarle de león y ataviado con la elástica txuri urdin. Lo acató sin fisuras, si bien tuvo que aguantar algunas risas burlonas de algunos conocidos. Lo normal. Del resto del grupo, otro txurigorri y cinco realzales, hasta la médula. Se pueden imaginar cómo acabó la fiesta. Con la peineta ladeada, todos, pero algunos con una sonrisa mucho mayor en la cara. Normal, también.

La foto del último derbi de San Mamés la colocaré junto a la de Cádiz, otra de las grandes citas de la época reciente, en la que la Real certifico, aunque no matemáticamente sí moralmente, el ascenso a Primera. Momentos épicos para el recuerdo que pudimos compartir con otros tantos seguidores que, aún sin conocerlos de nada, abrazábamos como si fueran nuestros mismísimos hermanos. Y eso que los prolegómenos del choque fueron tensos. Con el primer zurito llegaban las primeras noticias vía twitter. Carlos Vela al banquillo. Mentiría si dijera que todos los txuri urdin que estaban conmigo y a mi alrededor no pusieron el grito en el cielo y comenzaron a llamar todo menos bonito a Montanier. Ciertamente, parecía una temeridad. El futuro marido vestido de león se frotaba las manos. Dejar a tu mejor elemento –porque Vela está demostrando serlo- en el banquillo en un derbi de máxima rivalidad no era una decisión ni mucho menos populista. Alguno lo tildó de ataque de entrenador. Y Montanier se la jugó. Podía haber salido trasquilado. Pero no le tembló el pulso y la jugada no es que le saliera bien, la bordó. El que no arriesga no gana. El de Vernon vaya si lo hizo. Y ganó. Hasta el punto de que, tras el derbi, Aperribay parece ya haber disipado dudas, el técnico seguirá un año más. Ahora habrá que decir que si él lo considera oportuno, claro.

El derbi evidenció también que, aunque quieran hacernos creer lo contrario, en Bilbao la rivalidad con la Real es, como aquí, mayúscula. El que quiera hacernos ver que para el Athletic perder ante el Betis es lo mismo que perder contra la Real miente, como un bellaco. Lo mejor de la amistad es, no obstante, que todas estas rencillas deportivas quedan a un lado cuando termina el partido. Lo que pasa en el campo se queda en el campo. Y la fiesta posterior, al menos para los cinco txuri urdines del grupo, fue igual que para los dos rojiblancos. Porque hay algunas cosas que están por encima de otras. Tras 12 años, Gontzal, el novio, tuvo que presenciar vestido de león y con la camiseta de la Real, cómo el equipo guipuzcoano derrotaba con todas las de la ley a su Athletic. Confío en que, aún así, le haya merecido la pena. Al igual que a nosotros estar presente en momentos tan importantes para él como los que está viviendo. Zorionak, fiera...

Una propuesta lógica

He sido crítico con Montanier cuando he considerado que el técnico se equivocaba. Al comienzo de campaña, al igual que buena parte de la anterior, parecía estar dando palos de ciego, en busca de un equipo tipo que no encontraba y al que introducía cambios y cambios semana a semana, contradiciendo a la teórica lógica instalada en el exterior. Lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, el equipo está ‘on fire’ y hasta dejar en el banquillo a Vela le sale bien. Algo ha cambiado. Tiene al equipo en Europa y con todas las trazas de pelear por ella hasta final de temporada. La propuesta de renovación tiene toda la lógica.



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