domingo, 10 de abril de 2011

LOS DOMINGOS, DISCRIMINACIÓN por Laure Rodríguez Quiroga


Todavía existe una falta de igualdad entre hombres y mujeres cuando de fútbol profesional se trata. En mi infancia, cada fin de semana acudía con mi padre a ver partidos de fútbol. Sinceramente, no me enteraba de mucho, pero era la excusa para estar con él. Cuando le propuse que yo también quería jugar su respuesta fue tajante: “El fútbol no es para niñas”. Lógicamente, terminé haciendo gimnasia rítmica, que era el deporte estrella “femenino” por excelencia.

Han pasado varias décadas y sigo sin saber diferenciar un penalti de un fuera de juego, aunque tengo un olfato idóneo para detectar una situación de discriminación.
En pleno siglo XXI, parecería impensable afirmar que a las mujeres como colectivo se les veta el acceso a alguna categoría laboral por el mero hecho de serlo. Desgraciadamente, la realidad muestra que todavía sigue existiendo una falta de igualdad entre hombres y mujeres cuando de fútbol profesional se trata.

En España, más de 20.000 mujeres están federadas —con una preparación técnica y física más que demostrable—, y sin embargo “las mujeres futbolistas no tienen los mismos derechos que los hombres”, según comenta María José López, abogada deportiva y directora de Lo mejor del fútbol.
La cultura juega un papel primordial para la discriminación y para la construcción de los estereotipos de género. De esta forma, las sociedades han ido construyendo unas prácticas deportivas acordes a cada rol. No hay que olvidar que sólo a partir de los terceros Juegos Olímpicos modernos (en 1904), las mujeres empezaron a participar activamente en la práctica deportiva, eventos prohibidos para ellas desde la antigüedad.

Larraitz Lucas, capitana del equipo de fútbol femenino de La Real Sociedad, a sus 28 años, ya lleva 14 jugando de manera profesional, o casi, porque como ella misma afirma “la Federación Española de Fútbol no nos deja ser profesionales”. Amparándose en su Reglamento y Estatutos, niegan un trato igualitario ignorando normas de rango superior, así como diversas leyes y derechos reconocidos por la propia Constitución española, entre otras.
Viviendo en una “clandestinidad” evidente, la falta de reconocimiento profesional impide que no puedan vivir de ello. Los “clubes femeninos de fútbol capaces de retribuir a sus deportistas están abocados a pagarles ‘en negro’, o en dietas, o hacerles contratos simulados en otros negocios”, afirma el abogado David Molina Moya, con todo lo que ésto conllevaría.
Precisamos un cambio estructural en toda la sociedad, más allá del campo de juego, promoviendo deportes bajo el concepto de igualdad, siguiendo el ejemplo de hombres como Juanjo Sánchez, presidente de la Peña Realista El Sur, cuando sostiene que el orgullo es “poder apoyar a los que de- fienden esa camiseta”, sin importar el sexo que se esconde tras ella.

Concluyo con las palabras de David Lomeña, director de Sentimiento Txuriurdin por su evidente lucha por la igualdad: “Apoyaremos a las chicas tanto o más que a los chicos, porque ellas lo valen y, sobre todo, lo merecen”.


Laure Rodríguez Quiroga

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