La Real Sociedad cae en el Sánchez Pizjuan ante el Sevilla. Zaragoza y Getafe ganan, por lo que todo se decidirá el próximo fin de semana en Anoeta.
No va más. En menos de siete días la temporada tocará a su fin, y la Real todavía desconoce cuál será su futuro. Todo se decidirá en una última jornada en la que los nervios estarán a flor de piel, las uñas de las manos no lo resistirán y los transistores echarán humo.
Por lo menos, el partido decisivo de la temporada, ese al que no queríamos llegar, se jugará en Anoeta. Porque si la Real tuviera que jugarse las lentejas en el último partido lejos de su estadio las probabilidades de descenso a segunda división serían más altas. Teniendo en cuenta que los de Martín Lasarte no han puntuado fuera de casa en toda la segunda vuelta del campeonato, el hecho de tener que recibir al Getafe y no visitar el Coliseo es algo que se agradece.
En Sevilla sólo se vio más de lo mismo. Una Real desnortada, muy blanda en defensa, permitiendo jugar al rival a placer, sin presionar apenas la salida de balón del contrario y con ocho jugadores de corte defensivo, trató de amarrar un empate, que sobre el papel en la primera parte pareció estar incluso pactado. Sin embargo, Kanouté se encargó de disipar cualquier tipo de de duda en la reanudación, y aunque la Real acortó distancias, el Sevilla amarró el partido para certificar su pase a la Europa League y dejar a la Real pendiente de la última jornada.
El once más defensivo
Martín Lasarte se jugó todas sus cartas a un once titular completamente defensivo. Con cinco defensas (Estrada, Labaka, Mikel González, Ansotegi y De la Bella), trivote (Rivas, Markel y Elustondo) y dos jugadores sueltos en la zona ofensiva (Griezmann e Ifrán), quiso garantizarse como mínimo un empate que le daba la permanencia. Y como suele ocurrir en este tipo de casos, cuando se sale a empatar se termina perdiendo.
Por su parte, Gregorio Manzano no guardó nada y alineó un once titular con todas sus piezas fundamentales, sabedor de la importancia del choque para su equipo: Javi Varas en portería; Cáceres, Sergio Sánchez, Escudé y Dabo en defensa; Medel y Romaric en el doble pivote; Alfaro y Perotti en bandas, y Negredo y Kanouté en punta.
El once defensivo de la Real – algunos lo llamarán autobús – cumplió con su cometido en la primera mitad. El objetivo no era otro que llegar al descanso con el partido en tablas o con ventaja mínima. Ifrán pudo haber adelantado a la Real, pero su disparo en el mano a mano con Javi Varas se perdió por muy poco a la izquierda del portal defendido por el cancerbero sevillista.
Los hispalenses también tuvieron al menos dos oportunidades de adelantarse en el marcador, pero Negredo mandó un cabezazo al larguero y otro se lo sacó Bravo, cuando Nervión cantaba el gol. Aún así, los sevillanos no parecían jugarse nada en un embite, que en su primer acto, sólo dejó bostezos y un pobre espectáculo futbolístico.
Kanouté mató en su despedida
En la reanudación la cosa no dio la sensación de variar. Ni Sevilla ni Real parecían dispuestos a generar mucho peligro. Los de Gregorio Manzano se limitaban a mandar centros al área que no encontraban rematador, hasta que Kanouté logró coger desprevenida a los tres centrales de la Real. Corría el minuto 8 de la segunda parte y el partido se ponía muy cuesta arriba. Kanouté, en sus despedida del Sánchez Pizjuan, adelantó al Sevilla gracias a un regalo de los donostiarras, que además de permitir centros desde las bandas con comodidad, volvieron a flojear a la hora de hacer la marca.
El gol del Sevilla no hizo despertar del letargo a la Real. Kanouté, que quiso continuar con su fiesta particular, terminó de minar la moral y la confianza de la defensa donostiarra, y seis minutos después aprovechó otro centro desde la izquierda para sin oposición marcar de cabeza haciendo una vaselina sobre Bravo que no pudo hacer nada para evitar el segundo gol de los hispalenses.
Agirretxe marcó, Negredo cerró
El partido parecía finiquitado. Lasarte quiso a la desesperada meter atacantes a su formación. Agirretxe y Prieto entraron en el terreno de juego, pero la Real siguió sin presionar la salida de balón de un Sevilla que se encontró muy cómodo en el campo. La Real no despertó con el doble cambio, y Markel Bergara vio su quinta amarilla que le hará ser baja la última jornada ante el Getafe.
Con el Sevilla algo más relajado, la Real comenzó presionar algo la salida de balón de los de Manzano. Fue presionar y acortar distancias. Los donostairras robaron un balón en el minuto 26, que terminó en un pase para la carrera de Agirretxe que se plantó ante Varas y resolvió con una vaselina picada.
El milagro era todavía posible, y Lasarte dio entrada a Zurutuza por Mikel González para volver a su habitual 4-2-3-1. El Sevilla que había aprendido la lección del pasado fin de semana, cuando Osasuna le remontó un partido que parecía tener ganado, volvió a hacerse con el balón, y con la ayuda de la defensa donostiarra, que pasó a ser más débil con la pérdida de un central, terminó por cerrar el partido y evitar la sorpresa a cinco minutos del final.
En una jugada en la que los errores defensivo se sucedieron, Negredo terminó batiendo a Claudio Bravo, para la desesperación del chileno, que vio como su defensa concedió tres goles en tres errores de bulto que le costaron muy caro a una Real, que no deberá conceder tanta ventaja al rival la próxima semana si quiere seguir en primera división. Con el gol de Negredo a cinco minutos para el final, el partido se cerró y los donostiarras no disfrutaron de ninguna ocasión de gol hasta el final.
De este modo, y con las victorias de Getafe y Zaragoza, la batalla por el descenso se resume para los donostiarras en un partido a vida o muerte ante el Getafe, en el que un punto les valdría. De este encuentro podría salir el equipo que la temporada que viene juegue en la división de plata, aunque Mallorca, Osasuna, Depor y, sobre todo, Zaragoza que es quien ocupa esa plaza de descenso, también se juegan la vida en un fin de semana no apto para cardiacos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario