Esos detalles a veces, pasan desapercibidos para los deportistas de élite, son pecados de juventud que se perdonan, pero que no deberíamos pasar por alto.
En los últimos tiempos asistimos a una sobreexposición mediática de estos héroes de nuestro tiempo que generan pingües beneficios para sus arcas y para quienes les patrocinan, pero en no pocas ocasiones, esta sobreexposición se les escapa de las manos.
No seré yo quien diga a un joven que no puede divertirse y celebrar lo que le venga en gana, pero, si soy de aquellos que opinan que ciertas celebraciones deben quedarse en la intimidad de quienes la disfrutan, y no porque a sus seguidores no les interese sus vidas privadas, que los hay, sino, porque esas instantáneas a la larga te pueden generar problemas, convirtiéndose en un boomerang que te persiga cuando tus resultados no te acompañen.
Pásenlo bien, y disfruten, pero guarden su mejor sonrisa para esos chavales que abarrotan las gradas y que se mueren por un autógrafo, las otras, reservenlas para su álbum personal, porque, la mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino también parecerlo.
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