domingo, 1 de mayo de 2011

NOCHE MÁGICA, por Iñigo Aguayo

La Real Sociedad da un recital de fútbol al Barcelona y remonta un gol de Thiago para sumar tres puntos que pueden ser vitales en la lucha por la permanencia y mantener el récord de imbatibilidad que estableciera el club txuri urdin en la temporada 1979-1980.

La afición de la Real se merecía una noche así. Ni en los mejores sueños de los aficionados txuri urdin se habría escenificado un partido como el vivido en Anoeta. Con el estadio a reventar y un Barça con numerosas bajas, la Real tenía una oportunidad de oro para tratar de sacar algo positivo. ¡Y vaya si lo hizo!

Muy pocos pensaban antes del partido que la Real pudiera sacar algo de este encuentro. La victoria, además, del Zaragoza en Madrid, ante el Real Madrid, ponía a los donostiarras en una situación muy complicada, y dejaba la liga en bandeja al Barcelona. Pero ni los blaugrana desplegaron su habitual juego, ni la Real mostró las carencias que había enseñado tanto en casa como fuera. Es como si los astros se hubieran aliado para que el equipo txuri urdin mostrara su mejor versión de la temporada justo el día que más complicado se antojaba puntuar.

Cierto es, por otra parte, que el Barcelona que se presentó en el feudo txuri urdin, poco, o más bien nada tenía que ver con el que en la primera vuelta dominó a su antojo a una Real que en ningún momento dio la cara. Sin embargo, esta vez las tornas cambiaron, y fue la Real quien más ímpetu puso sobre el terreno de juego, sobre todo en la segunda parte, en la que los donostiarras dominaron el juego gracias a una presión asfixiante que permitió a los de Martín Lasarte robar el balón en posiciones muy adelantadas y llevar mucho peligro a la portería de Pinto.

En otras ocasiones, el gol de Thiago en la primera parte hubiera sido un gran lastre para la Real. No esta vez. Hasta ese momento los donostiarras estaban bien plantados en el terreno de juego y lograron no venirse abajo y mostrar al Barcelona que todavía estaba muy vivo. En una segunda parte para recordar, Ifrán, que volvió a ser suplente, y Zurutuza, que salió desde el banquillo terminaron por desequilibrar la blanza y hacer estallar de júbilo un estadio de Anoeta que no recordaba una noche así en mucho tiempo.

Cambios en los oncesTal y como afirmábamos en la previa, el Barcelona llegaba a Donostia lastrado y con la intención de hacer jugar a muchos hombres del filial. Así, Pep Guardiola optó por dar descanso a jugadores como Busquets, Alves, Villa y Victor Valdés. No así a Messi, que estuvo, salvo dos destellos iniciales, completamente desaparecido durante el partido.

De este modo, el equipo azulgrana jugó con Pinto en portería; Fontás, Milito, Piqué y Montoya en defensa; Xavi, Keita y Thiago en el centro del campo, y Affellay, Messi y Jefrén como hombres más adelantados.

Por su parte, la Real no quiso renunciar a trar de hacer su fútbol. Para ello, Lasarte decidió hacer dos cambios en función del rival. Mikel González volvió a eje d ia zaga junto a Demidov, y puso un trivote en el centro del campo formado por Rivas, Aranburu y Markel Bergara. La presión de estos tres fue lo que realmente permitió hacer mucho daño al Barcelona.

Así, la Real saltó al césped de Anoeta con Bravo en portería; Carlos Martínez, Mikel González, Demidov, Estrada en defensa; Markel, Rivas y Aranburu en el centro del campo; Griezmann y Xabi Prieto por bandas, y Tamudo en punta.

Thiago adelantó al BarçaEl primer tiempo estuvo caracterizado por el toque blaugrana, que hizo que el encuentro fuera por momentos aburrido. La Real esperó en su terreno de juego al Barcelona que tocó y tocó hasta aburrir durante los primeros compases del encuentro, e intentaba salir a la contra con balones largos para la carrera de un Raúl Tamudo al que se vio con ganas y que fue protagonista en el primer cuarto de hora. El delantero de Santa Coloma de Gramanet hizo una tontería en el minuto 11, con una entrada por detrás a Montoya, que cayó mal y se rompió la clavícula, pero estuvo a punto de abrir el marcador para la Real en la primera aproximación decidida de los donostiarras a la portería de Pinto. Su remate acrobático se fue a la izquierda del portar del Pinto por escasos centímetros.

Entre tanto, Xavi quería volver a convertirse una vez más en el hombre orquesta del partido. El centrocampista catalán buscaba huecos entre líneas para dar un pase que dejara solo a alguno de sus compañeros. Parecía cosa de tiempo que lo lograra, y así fue. Corría el minuto 28, cuando la Real ya había empezado a tirar algo más arriba la presión, cosa que le estaba comenzando a dar sus frutos, cuando Xavi cogió por sorpresa a Demidov y Mikel González y dio un buen pase a Thiago que resolvió de forma magistral.

El Barcelona se adelantó en el marcador y, seguramente, muchos pensaron que el partido se había terminado. Ni mucho menos. La Real siguió tirando la línea de presión arriba y hasta el descanso mostró una cara que dejó satisfecho al público de Anoeta que no dejó de animar, a sabiendas de la importancia que tenía retener los tres puntos.

Ifrán, Zurutuza, Prieto, y el gol de MilitoEn la reanudación, los donostiarras salieron a morir matando. Mikel Aranburu, Markel Bergara, Griezmann, Prieto y Tamudo presionaron la salida del balón del Barcelona, que comenzó a verse desbordado y ha recurrir a triquiñuelas que, en principio, se presuponen fuera del alcance de un equipo de la calidad del de Pep Guardiola. Piqué, Pinto, Alves, Xavi y Messi, por citar algunos, se dedicaron a perder tiempo, a demorar saques y demás, para tratar de cortar el ritmo de partido que había impuesto la Real, y que estaba trayendo por la calle de la amargura al conjunto blaugrana.

El desgaste de la Real comenzaba a ser notable con el paso de los minutos, y Lasarte reaccionó en el ecuador de la segunda parte e hizo un doble cambio: Ifran y Zurutuza sustituyeron a Rivas y Tamudo. La reacción del cambio fue fulminante. Los donostiarras subieron aún más la intensidad de presión sobre la salida de balón azulgrana, comenzaron a robar balones a los defensas y centrocampistas y ha crear peligro sobre la portería de Pinto.

Poco minutos después de ingresar en el terreno de juego, Ifrán besaría el santo. Fue en el minuto 26 cuando el uruguayo aprovechó un gran pase al espacio de Demidov, que se encontraba en la zona tras subir al remate de una jugada a balón parado anterior, para poner la bota y con la puntera picar el balón lejos del alcance de Pinto y lograr un gol que pusó la grada patas arriba.

El público se vino arriba con el tanto del delantero uruguayo y subió el nivel de decibelios para intentar llevar en volandas a los suyos. En esos minutos llegó la jugada polémica del partido: el linier anuló un gol a Milito por posición de fuera de juego. El central argentino estaba en posición legal. Era el presagio de que algo bueno podía suceder.

El Barcelona trató de volcarse al ataque en los minutos posteriores al gol de Ifrán, en los que la Real se tomó un descanso en la presión para esperar al equipo de Guardiola en campo propio. Pero tras el gol anulado a Milito volvió el ciclón txuri urdin, y se pudo ver, de nuevo, a Aranburu, Markel, Zurutuza, Griezmann y Prieto presionar a todo aquel jugador del Barcelona que trataba de sacar la pelota controlada.

Gracias a esa presión llegó la jugada decisiva del partido. Zurutuza robó una pelota en la banda izquierda se fue hacia el interior, entró en el área y fue derribado. Teixeira Vitienes, que no estaba haciendo un buen arbitraje, no dudó y decretó pena máxima. Prieto fue el encargado de transformar, no sin suspense, el penalty para desatar la locura en Anoeta. Corría el 36 de juego y parecía que los minutos finales se iba a hacer muy largos.

El Barça lo intentó a la desesperada hasta el final, pero la Real encontró a la fortuna en aliada, además de defender bien las acometidas azulgranasa, y logró amarrar los tres puntos. Junto con el pitido final de Teixeira Vitienes el estadio estalló de júbilo como en las grandes ocasiones. No en vano, la Real había conseguido algo que parecía imposible y que era impensable cuando a eso de las ocho de la tarde los dos equipos saltaban al césped de Anoeta para iniciar la contienda.

La victoria, además de para acabar con la racha de partidos invicto del Barcelona que podía haber batido en Anoeta el mítico record de imbatibilidad en una misma tremporada - 32 partidos en poder de la Real Sociedad desde la 79/80 -, permite sumar 41 puntos que podrían ser suficientes para lograr la permanencia, que podría ser matemática sumando un punto más. ¡Menuda noche!

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