Empecé el día con la sonrisa que
se me pone siempre al ver al Gran Diego Serrano. ¡Qué día tan precioso hacía!
Decidí dejar plantado al sol y me quedé en casa para ver el partido. Con Radio
Sentimiento Txuri Urdin y la retransmisión argentina en el portátil, abrí una bolsa de revueltos y
me dispuse a disfrutar... ¡¡¡Pasas!!! ¿Por qué pasas? Odio las pasas, y todo lo
que se le parezca. No las entiendo y no sé qué pintan a lado de cacahuetes y
maíces. ¡Deberían prohibir las pasas!... Maldije a MisterCorn por incluirlas en
la bolsa amarilla.
A partir de ahí y con la gran
frustración de encontrarme con esa desagradable aparición, todo fue a peor. He
tenido que esperar dos días para poder escribiros desde otra perspectiva, para
poder darle la vuelta a lo que viví y sentí a partir de las 16:00 de esa
calurosa tarde. Aunque La Romareda nunca haya sido
un campo fácil ni la sobremesa de los domingos sea el mejor momento para jugar
al fútbol, tenía muchas esperanzas puestas en este partido después del mal
sabor de boca que me dejó el Derby.
Pero no sólo no conseguimos
resarcirnos de esa dolorosa derrota, sino que dimos una imagen lamentable de
equipo cansado, desestructurado, sin ideas ni chispa, sin un líder firme que
nos dirigiera hacia la victoria, sin actitud y con la sensación de que ninguno
de los nuestros sabía qué hacer en el terreno de juego.
La alineación de inicio fue
sorprendente. Con la mentalidad de un Grande, dimos descanso a nuestros
internacionales. Encajamos dos goles al inicio de cada tiempo, ejemplos claros
de nuestra desorganizada y pésima defensa. El Zaragoza se encontró un triunfo
inesperado y dimos vida a un delantero desahuciado porque, una vez más, hicimos
honor a nuestro apodo de “Equipo Aspirina” que cura todos los males del rival.
Y, ¿quién cura nuestros males? ¿Quién
es nuestra medicina? ¿Sabemos cuáles han sido los errores para no repetirlos? A
día de hoy, nuestro principal problema no tiene nombre de joven y rubio
francés... Nuestro enemigo es nuestra falta de actitud y eso no se enseña en la
pizarra del vestuario... ¡tiene que salir de dentro!
No sé muy bien si al finalizar el
partido estaba triste, cabreada, decepcionada o asustada. Quizás fuera una
mezcla de todo. Los titulares empezaban a circular por las redes sociales y en
la prensa nacional y no puede evitar que viejos fantasmas volvieran a mi mente.
Intenté pensar en cosas más
agradables. ¿Sabéis? El viernes viví uno de los momentos más entrañables que
recuerdo relacionados con La Real.
Ya os lo contaré con más detalle otro día... y es que dos Leyendas
Vivas se reencontraban después de muchos años (Ignacio Eizaguirre y J.M
Castivia) para transmitirme algo que nuestros chicos de ahora parecen haber
olvidado: el verdadero valor del Sentimiento Txuri Urdin.
¡Cómo se emocionaban y cómo nos
emocionaron! Entre los dos, sumaban más de 170 años de historias, de recuerdos,
de pasiones, de buenos y malos momentos. Dos largas vidas en las que nuestros
colores han estado muy presentes cada uno de sus más de sesenta y dos mil días..
Ahora, al pensar en ese momento,
vuelvo a sonreír. Eso es ser de La Real.
Es sentir un escudo, es emocionarse con un recuerdo, es
volver a celebrar un gol de antaño, es lucir con orgullo los colores que nos
unen. Es algo que va más allá de lo meramente deportivo.
Así, dos días después, he
conseguido darle la vuelta y no echar de menos a los que ya no están... He
conseguido encontrar mi motivo para creer en mi equipo y ese motivo se llama
REAL SOCIEDAD.
Porque nuestro principal activo SOMOS
LA AFICIÓN , es
nuestro sentimiento. ¿Qué os parece si les damos una nueva lección de entrega
contra el Getafe? ¿Hacemos que en nuestro ánimo se reencuentren con su actitud?
¡¡¡Seamos su medicina!!!
Y es que, como dice la canción, “aunque las cosas vayan mal, Erreala nunca
morirá”
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