Xabi Prieto ha sido la última víctima de la plaga de lesiones que vive en el vestuario de la Real Sociedad.
El donostiarra, a quien se le espera desde hace meses, se pasará las próximas dos semanas viendo al equipo desde la grada por culpa de una rotura fibrilar de grado I del músculo recto anterior del muslo derecho.
Con la baja del '10' realista, que se suma a las sufridas por Elustondo, Bergara, Cadamuro, De la Bella o Vela, se reabre el debate sobre la pretemporada realizada por el conjunto de Montanier. Salvo la lesión de Illarramendi, rotura de menisco que se conoció ayer, el resto han sido lesiones musculares que pone en tela de juicio la preparación física llevada a cabo por el cuerpo técnico de Philippe Montanier.
Hace tres años, la misma directiva cesó a Juan Manuel Lillo por, entre otras cosas, sus deficiencias en el plano de la preparación física, es decir, que al equipo se le veía fundido o muerto físicamente.
Tres años y un entrenador después, Lasarte, se ha caído en el mismo error de aquella época.
Durante el verano, desde que llegó Montanier, tarde por cierto, el equipo comenzó la pretemporada en la que brillaron por su ausencia las clásicas sesiones físicas y se apostó por el físico con balón ya que el técnico bretón pretendía instaurar un sistema basado más en el fútbol de toque que en el físico. Grave error ya que, si algo brilla en el fútbol de toque del Barcelona de Guardiola, a parte de en el trato de balón es en el apartado físico donde destaca por encima de todo, la presión asfixiante de todas las líneas del equipo, empezando por la delantero. Montanier decía fijarse en el equipo del de Santpedor pero parece que cualquier parecido con el equipo culé es un espejismo.
El año pasado, con un preparados físico como era Pablo Balbi, al equipo se le vio muerto a partir de febrero pero, gracias a Dios, se llegó al tramo final de la Liga BBVA con una cierta calma clasificatoria. Estando en puestos de descenso y siendo necesaria como es una reacción, suenan las alarmas y cunde el desánimo entre la afición realista al ver como los futbolistas van cayendo como moscas.
Si a la deficiente planificación deportiva se le une el extraño empleo que hace Montanier de sus jugadores y ahora la plaga de lesiones sale un cóctel explosivo que sólo puede tener un final: que rueden las cabezas pertinentes.
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