FALTA DE AMBICIÓN

"Entrenar a la Real son tres lunes tristes al mes por uno alegre”. Esto es lo que dijo el loco Bielsa, entrenador del equipo del otro lado de la A8, cuando le preguntaron acerca del interés de la Real para que supliera al no renovado Lasarte. Y oye, mejor que un vidente. No sé si tres semanas, no me apetece andar contando los resultados al mes, pero que cuando nos ilusionamos y parece que vamos hacia arriba nos pegamos el leñazo padre ya se ha convertido en costumbre para nosotros. Mala costumbre, por otro lado. Y cuando parece que vamos a pasar una temporada tranquila, algo que a mí, particularmente, me vale, lo mismo, leñazo y a sufrir.

La historia de Granada no es nueva. Cuando parece que el equipo empieza a despegar, batacazo. Y vuelven a aparecer nuevos fantasmas. El que quiera creer que la debacle matutina del pasado domingo fue culpa de la expulsión de Illarramendi, injusta a todas luces, él verá si le vale como excusa. A mí no. Estábamos con 10, sin el mediocentro con mejor toque de los que estaban en el terreno de juego, pero solo por ello no te cascan cuatro goles. Bueno, tres tras la expulsión.

Dos razones hubieron para la debacle, la primera la falta de actitud del equipo, una falta de coraje que es, cuanto menos, para hacérnoslo mirar. Un partido impresionante, un partido horrible, otro impresionante, otro horrible. Y de vez en cuando algún impresionante u horrible seguidos.

La segunda razón tiene que ver con Montanier. En primer lugar, dejando a Pardo en el banquillo, un jugador que venía pletórico del partido contra el Sevilla con una actuación soberbia y metiendo de inicio a Illarramendi, un centrocampista como la copa de un pino pero que no había jugado ni un minuto desde hace dos meses. Se le vio falto de ritmo, bastante descolocado. Lo de la expulsión ya es cosa de Teixeira.

Creo que Montanier es el único que no vio la necesidad de hacer un cambio en el descanso, ya que no había un futbolista con la capacidad de echarse el equipo a las espaldas en la creación.

Los cambios ya con 3-1, Pardo el último cambio cuando tenía que haber sido el primero y en el descanso en lugar de Markel, que estuvo más perdido que una aguja en un pajar. Para Ifrán y Vela lo mismo, con veinte minutos milagros no pueden hacer.

Pero lo que más preocupa es la falta de ambición de este equipo. Nuestro objetivo es la salvación, pero que los propios jugadores no se propongan algo más es muy triste y lamentable. A mí me da asco. Y el mejor ejemplo son las palabras de Markel Bergara de hace dos semanas, insinuando que daba igual perder contra el Sevilla.

No sé si hay plantilla para estar más arriba, no sé si hay plantilla para jugar en Europa, y tampoco me apetece mucho pensar en si hay equipo para meterse en Europa League, pero el cerrarse puertas es un problema muy gordo. Y lo triste es que parece que no se está por la labor de corregirlo.

Para acabar, no quisiera dejar pasar la oportunidad de mandar un saludo al comité de competición, metiéndole dos partidos de sanción a Illarramendi por una falta de amarilla. Somos los gilipollas de la Liga, unos niños buenos que no levantan la voz. Y de eso algunos estamos hartos. Yo, al menos, sí.


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