No fue un buen encuentro de los txuri urdin, pero una vez más quedó demostrado que en nuestra guarida de Anoeta sabemos manejarnos a la perfección para buscar la receta adecuada y conseguir la victoria. La primera parte fue horrorosa. Una página en blanco podría definir lo que fueron los primeros treinta minutos. Nuestra Real completamente descolocada en el césped era incapaz de dar más de tres pasos seguidos con coherencia.
El centro del campo de la Real fue un auténtico coladero. Ni Markel Bergara, ni Zurutuza, ni Illarremendi fueron capaces de distribuir el juego y las pérdidas de balón pudieron darnos más de un disgusto.
Afortunadamente, el Zaragoza no estuvo para muchas florituras y sus jugadores de ataque no fueron capaces de aprovechar los numerosos regalos que les dieron nuestros jugadores. El único rayo de luz de los primeros cuarenta y cinco minutos, lo divisamos en un pequeño intervalo a partir de la media hora en el que destacó un gran disparo de Griezmann que repelió Roberto. Pero pronto volvió el aletargamiento general a Anoeta.
Al descanso, 0-0 y merecidos pitos de la grada para la Real. Como dato curioso a destacar que la mayor ovación en este primer acto se la llevó el técnico maño Manolo Jiménez por una espuela que hizo desde su banquillo para recoger un balón. La prueba de que en el césped no había mucho que ver.
Las sombras desaparecieron por arte de magia al inicio del segundo período. Los txuri urdin comprendieron lo mucho que estaba en juego en este partido, y decidieron salir con más mordiente para demostrar la superioridad que se le presuponía de antemano. El dúo Vela- Griezmann empezó a destapar el tarro de sus esencias, y la Real se convirtió en el amo y señor del encuentro. No obstante, tuvimos que recurrir a dos jugadas a balón parado para definir el choque.
La última media hora volvió a suponer un ejercicio de paciencia para los espectadores que acudimos a Anoeta. La Real que ya había hecho lo más difícil se limitó a conservar su renta y el Zaragoza siguió siendo un bloque inofensivo que no generaba ocasiones de gol. La falta de espectáculo en la grada se compensó con la aparición de Iñigo Ros que sirvió para constatar que tenemos otro canterano para el centro del campo que tiene mucho que decir.
Y así terminó un aburrido encuentro del que debemos quedarnos con el resultado, y con el hecho de que supimos sacar el máximo rendimiento al mínimo esfuerzo. Las bajas de Xabi Prieto, Rubén Pardo y Chory Castro, nos daban ciertas cautelas, pero la Real supo llevarse la victoria sin excesivos sufrimientos.
Ya son dos victorias seguidas en casa. Nuestra Real lleva 9 victorias en los últimos 12 partidos de liga y sabe ganar de todas las maneras posibles. Anoeta se ha convertido en la guarida del lobo. Quien nos visita, aunque no quede impresionado a primera vista por nuestra Real, acaba comprendiendo que no va a poder salir de nuestra casa con algún punto.
Ahora es el momento de que el lobo salga de su guarida y sea capaz de ganarse el respeto y el temor del resto de nuestros rivales. Economizar esfuerzos en casa es comprensible, en tardes como las del domingo en la que no contábamos con jugadores como Xabi Prieto, Chory Castro o Rubén Pardo, pero jugando así, fuera tenemos poco que hacer.
Esta victoria nos ha situado en el noveno lugar a un solo punto de los puestos europeos. La semana que viene tendremos una gran oportunidad en el Ciudad de Valencia. Rendiremos visita a un Levante que el próximo jueves debutará en Europa. Es hora de que fuera de nuestro hogar, la Real dé la talla.
Los de Philippe Montanier pueden y debe trasladar fuera de casa la solvencia que demuestra en Anoeta.
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