En las jugadas que visualiza en su cabeza seguro que le sale todo redondo. Por eso no para de intentarlo y se atreve con todo. El sábado, durante el partido en el que estaba siendo el mejor de largo incluso antes del descuento, hubo una jugada en la que Illarramendi le pasó un balón y él, sin espacios y pegado a la cal, en vez de controlarlo lo dejó pasar imaginando que se iba a marchar por la banda con su melena al viento y los contrarios pisándole los talones. Se le escapó, que era lo más lógico.
Futbolistas como Carlos Martínez son necesarios y vitales en todos los equipos. En un grupo que no destaca precisamente por su garra y agresividad, ningún realista transmite tanto y tiene esa facilidad para encender a la grada como el navarro. Es precisamente esa fe inquebrantable la que le permitió perseguir y cazar ese balón en el área con el que salvó un punto que seguramente ya casi ningún txuri-urdin confiaba en rescatar. Con Carlos Martínez nunca pasará eso, porque en él hasta el rabo todo es toro.
Hace unas semanas, la crítica ensalzó un gol conseguido por el Barcelona en el que un lateral, Jordi Alba, centró y remató el de la otra banda, Adriano. La verdad es que es una señal de que el juego del equipo goza de buena salud y del pronunciado carácter ofensivo de sus jugadores. Ayer lo hizo la Real, con el servicio de De la Bella y el imperial testarazo de Carlos Martínez.
La Real no merecía perder contra el Getafe. Es cierto que en muy pocos momentos superó el entramado defensivo de un adversario de nivel, pero tampoco fue inferior nunca. Si alguno de los dos conjuntos buscó la victoria ese fue siempre el blanquiazul, aunque su fútbol careció de continuidad y ritmo para poner en serios aprietos a su trabajado y ordenado enemigo. Peligroso rival este conjunto madrileño, que no pierde la posición nunca y que, además, cuenta con mucha calidad individual puesta al servicio del bloque. Parece un digno candidato a Europa.
Una real ambiciosa
Futbolistas como Carlos Martínez son necesarios y vitales en todos los equipos. En un grupo que no destaca precisamente por su garra y agresividad, ningún realista transmite tanto y tiene esa facilidad para encender a la grada como el navarro. Es precisamente esa fe inquebrantable la que le permitió perseguir y cazar ese balón en el área con el que salvó un punto que seguramente ya casi ningún txuri-urdin confiaba en rescatar. Con Carlos Martínez nunca pasará eso, porque en él hasta el rabo todo es toro.
Hace unas semanas, la crítica ensalzó un gol conseguido por el Barcelona en el que un lateral, Jordi Alba, centró y remató el de la otra banda, Adriano. La verdad es que es una señal de que el juego del equipo goza de buena salud y del pronunciado carácter ofensivo de sus jugadores. Ayer lo hizo la Real, con el servicio de De la Bella y el imperial testarazo de Carlos Martínez.
La Real no merecía perder contra el Getafe. Es cierto que en muy pocos momentos superó el entramado defensivo de un adversario de nivel, pero tampoco fue inferior nunca. Si alguno de los dos conjuntos buscó la victoria ese fue siempre el blanquiazul, aunque su fútbol careció de continuidad y ritmo para poner en serios aprietos a su trabajado y ordenado enemigo. Peligroso rival este conjunto madrileño, que no pierde la posición nunca y que, además, cuenta con mucha calidad individual puesta al servicio del bloque. Parece un digno candidato a Europa.
Una real ambiciosa
Poco se le pudo reprochar a Philippe Montanier. El técnico dio continuidad al equipo de Valencia con las únicas y lógicas novedades de meter a Illarramendi y sentar a Zurutuza, que se presentó al duelo tocado, y a Chory por el sancionado Vela. El francés estuvo valiente en los cambios para buscar la victoria, ya que el empate le sabía a poco, hasta que llegó el tanto de Lafita, que lo complicó todo.
Pronto se vio que iba a ser un partido muy disputado y que el que lograse ponerse por delante iba a tener mucho ganado. En las previas se le preguntó a Montanier si esperaba un choque más parecido al del Rayo o al de Osasuna. Desgraciadamente fue del tipo del 0-0 contra los navarros, con el agravante de que los madrileños disponen de un buen arsenal ofensivo, comparable incluso al de la Real. El partido estuvo siempre reñido y competido y los porteros fueron meros espectadores en gran parte del mismo, al no haber demasiadas ocasiones para marcar.
Illarramendi, que cuajó un notable partido sobre todo en tareas de contención al anticiparse en muchas ocasiones, y Pardo encontraban pocos espacios y líneas para dirigir el juego de su equipo. En la banda Chory no paró de intentarlo con escaso éxito y Antoine Griezmann tenía una tarde nublada actuando a pie cambiado. Esto se tradujo en que Ifrán apenas recibió balones en condiciones. La única oportunidad clara de los realistas antes del entreacto fue un gran centro de Carlos Martínez que Chory Castro cabeceó en el segundo palo obligando a Moyá a despejar a córner.
El Getafe, que defendía muy bien pero tampoco estaba inspirado en ataque, solo inquietó a Bravo en un disparo de Barrada.
La Real salió con otra marcha en la reanudación, consciente de que solo de esta forma iba a poder desnivelar la equilibrada balanza. Sin que se llegase a cumplir el minuto, Pardo sirvió un gran balón a Ifrán que, tras hacer lo más difícil que era recortar, disparó fuera. Poco después Xabi Prieto dejó un detalle de lujo en el área, antes de que un centro de Carlos Martínez se le escapara por poco a Ifrán. El partido iba tomando una muy buen pinta, hasta que el Getafe volvió a apagar la luz a los blanquiazules. A Pardo se le notó algo cansado, víctima de haber hecho un gran esfuerzo para entrar en juego y además, como no tenía opciones de pase, de verse obligado a conducir más el balón.
Pero este Getafe es así. Parece que no está, pero cuando te das cuenta ya te ha comido la tostada. Primero acreditó su potencial en estrategia al rematar al larguero Lafita y, cuando el duelo caminaba aparentemente de forma irremediable hacia el 0-0, el propio aragonés cabeceó a las redes un excelente servicio de Gavilán. Era el minuto 86, por lo que el tanto enmudeció Anoeta. La Real parecía entregada una vez más tras el golpe, pero los madrileños no contaban con que la fe de Carlos Martínez apareciendo en el área donde nadie le esperaba le iba a dejar sin dos puntos.
Aunque resulte paradójico, el equipo txuri-urdin sigue en buena línea en la Liga, pese a que de los últimos cinco partidos en casa solo ha ganado uno. Eso sin sumar el de Córdoba en la Copa. Ayer, en un día no especialmente brillante, lo intentó de todas las maneras y al menos consiguió rescatar un empate que tiene su valor frente a un rival incómodo y de nivel. Pero lo mejor de todo es que no hubo ningún realista, ni jugadores ni entrenador, que cejase en su empeño por lograr la victoria en los 90 minutos sin especular con el empate. Y eso, simplemente da gusto.
Y así, además, se aprende a competir. Luego si pones un Carlos Martínez en tu equipo siempre podrás encontrar una recompensa inesperada como la de ayer en el descuento.
Pronto se vio que iba a ser un partido muy disputado y que el que lograse ponerse por delante iba a tener mucho ganado. En las previas se le preguntó a Montanier si esperaba un choque más parecido al del Rayo o al de Osasuna. Desgraciadamente fue del tipo del 0-0 contra los navarros, con el agravante de que los madrileños disponen de un buen arsenal ofensivo, comparable incluso al de la Real. El partido estuvo siempre reñido y competido y los porteros fueron meros espectadores en gran parte del mismo, al no haber demasiadas ocasiones para marcar.
Illarramendi, que cuajó un notable partido sobre todo en tareas de contención al anticiparse en muchas ocasiones, y Pardo encontraban pocos espacios y líneas para dirigir el juego de su equipo. En la banda Chory no paró de intentarlo con escaso éxito y Antoine Griezmann tenía una tarde nublada actuando a pie cambiado. Esto se tradujo en que Ifrán apenas recibió balones en condiciones. La única oportunidad clara de los realistas antes del entreacto fue un gran centro de Carlos Martínez que Chory Castro cabeceó en el segundo palo obligando a Moyá a despejar a córner.
El Getafe, que defendía muy bien pero tampoco estaba inspirado en ataque, solo inquietó a Bravo en un disparo de Barrada.
La Real salió con otra marcha en la reanudación, consciente de que solo de esta forma iba a poder desnivelar la equilibrada balanza. Sin que se llegase a cumplir el minuto, Pardo sirvió un gran balón a Ifrán que, tras hacer lo más difícil que era recortar, disparó fuera. Poco después Xabi Prieto dejó un detalle de lujo en el área, antes de que un centro de Carlos Martínez se le escapara por poco a Ifrán. El partido iba tomando una muy buen pinta, hasta que el Getafe volvió a apagar la luz a los blanquiazules. A Pardo se le notó algo cansado, víctima de haber hecho un gran esfuerzo para entrar en juego y además, como no tenía opciones de pase, de verse obligado a conducir más el balón.
Pero este Getafe es así. Parece que no está, pero cuando te das cuenta ya te ha comido la tostada. Primero acreditó su potencial en estrategia al rematar al larguero Lafita y, cuando el duelo caminaba aparentemente de forma irremediable hacia el 0-0, el propio aragonés cabeceó a las redes un excelente servicio de Gavilán. Era el minuto 86, por lo que el tanto enmudeció Anoeta. La Real parecía entregada una vez más tras el golpe, pero los madrileños no contaban con que la fe de Carlos Martínez apareciendo en el área donde nadie le esperaba le iba a dejar sin dos puntos.
Aunque resulte paradójico, el equipo txuri-urdin sigue en buena línea en la Liga, pese a que de los últimos cinco partidos en casa solo ha ganado uno. Eso sin sumar el de Córdoba en la Copa. Ayer, en un día no especialmente brillante, lo intentó de todas las maneras y al menos consiguió rescatar un empate que tiene su valor frente a un rival incómodo y de nivel. Pero lo mejor de todo es que no hubo ningún realista, ni jugadores ni entrenador, que cejase en su empeño por lograr la victoria en los 90 minutos sin especular con el empate. Y eso, simplemente da gusto.
Y así, además, se aprende a competir. Luego si pones un Carlos Martínez en tu equipo siempre podrás encontrar una recompensa inesperada como la de ayer en el descuento.
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