No tengo ni idea de lo que ha podido pasar en las conversaciones que, dicen, ha mantenido el club con Emery para tratar de convencerle. Tampoco sé qué ha pensado Emery. Pero sí sé que, de ser cierto lo que se ha publicado, ya serían tres las ocasiones en las que Emery ha rechazado una oferta del club, la primera para encargarse del Sanse y las dos siguientes para asumir el mando del primer equipo. Tengo gran estima por Emery. Creo que le ha sacado un enorme partido a la plantilla del Valencia y ha ganado la Liga de los 18 restantes durante tres años seguidos, a pesar de que le han ido vendiendo a cada jugador destacado que tenía y a pesar de no contar nunca con el cariño de Mestalla. Digo abiertamente que me hubiera encantado que se sentara en el banquillo de Anoeta en lugar de un Montanier que no me onvence, y estoy seguro de que él sí habría sido capaz de aprovechar a los jugadores que tiene ahora mismo la Real para conseguir objetivos más ambiciosos que la permanencia.
Pero tres negativas son muchas para alguien a quien presumimos un corazón txuri urdin. En estos años difíciles, hemos visto a unos cuantos que han dejado el barco en el peor momento, algunos para irse al otro lado de la A8. Poco a poco, hemos ido valorando a los que han decidido quedarse. Costó que se le aplaudiera por ello, pero el nombre que más claramente me viene a la cabeza es el de Xabi Prieto. Sí, cobra un sueldo importante, pero siempre dijo que su sueño era quedarse en la Real. Esta semana estamos todos alabando a Mikel Aranburu por ser, igualmente, uno de esos hombres de club que tanto escasean en el hiperprofesonalizado fútbol actual. Si Emery no quiere atender la llamada de la Real, está en su derecho. Ningún problema por ese lado. Pero no me gusta que estemos dando la sensación de mendirgarle. Si no quiere venir, él se lo pierde, pero no lo olvidemos en el futuro. No me gusta que el de la Real sea, ahora mismo, el banquillo para el que más nombres están sonado. No me gusta que parezcamos una casa de subastas. Espero que, una vez acabe la Liga, el consejo que preside Jokin Aperribay acabe de una vez con los rumores.
Y ya que hablamos de lealtades y aficiones, conviene recordar un detalle que los tres partidos de la semana pasada y la noticia de la retirada de Aranburu dejaron en el olvido. Muchas veces he lamentado el trato que el Vicente Calderón le ha dado a la Real. Es imposible no tener en la memoria a Aitor Zabaleta y unas cuantas jornadas de triste recuerdo en las que el estadio del Atlético de Madrid nos ha recibido realmente mal. Sigue habiendo en uno de sus fondos un puñado de descerebrados que no va a disfrutar del fútbol, sino a odiar al contrario. Pero cuando hace una semana esos mismos individuos hicieron amago de mofarse una vez más de la memoria de Aitor Zabaleta, el Calderón lo rechazó. Silbó. Desaprobó públicamente ese cántico del Frente Atlético y lo cortó de raíz. Si hay que denunciar las ofensas, mucho más hay que agradecer los buenos gestos. Y yo me sentí gratificado por esa respuesta del Calderón, esperanzado en que todavía es posible disfrutar del fútbol en cualquier escenario. Antes del partido vi a dos parejas de amigos, uno llevando la camiseta de la Real y otro la del Atlético y eso, en una temporada, en la que la afición de la Real lo ha pasado bastante mal en algunos campos, es un rayo de luz. Ojalá eso se vaya viendo cada vez más y con mayor naturalidad.
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