jueves, 23 de mayo de 2013

VOLVER A DISFRUTAR


El partido en Sevilla volvió a evidenciar dos realidades del conjunto txuriurdin en este tramo final de Liga: Que Illarramendi es el jugador clave de la plantilla, el motor para que el equipo sea capaz de desplegar su juego; y que los jugadores han dejado que los nervios se apoderen de su estado de ánimo, en detrimento del disfrute del que hasta hace bien poco hacían gala. Los tropiezos de las últimas semanas echaron avivaron el fuego y los de Montanier volvieron a caer en errores impropios de ellos durante esta temporada.

Precisamente por eso la victoria en Sevilla se me antoja vital. No ya por los tres puntos que nos permiten seguir siendo cuartos, que también; si no por la dosis de moral que supone a un equipo al que parece faltarle el oxígeno en este último tramo. Es vital que los jugadores vuelvan a sentir que están en el césped para pasárselo bien, porque será así como consigan los mejores resultados. Aunque, evidentemente, es inevitable ser conscientes de lo que está en juego.

El sábado la Real fue capaz de practicar su mejor fútbol. Pero la escasa renta hizo que, conforme avanzaron los minutos, los fantasmas de lo acontecido contra el Granada aparecieran en escena, a lo que se le sumó la malísima noticia de la lesión de Illarramendi. Y de nuevo vimos imprecisiones en los despejes, peligrosas pérdidas de balón, pases imprecisos y toques absurdos que hipotecaban a la zaga realista. Y una falta final que mantuvo helada la grada donde animaba la afición txuriurdin.

Pero, a pesar del sufrimiento, el conjunto realista logró la victoria. Sufrió, ganó y defendió su cuarta plaza, una plaza que el Valencia -que de nuevo había jugado antes que nosotros añadiendo más presión al encuentro- había asaltado horas antes. Ahora el equipo debe recordar que sabe ganar, que sabe jugar y que sabe disfrutar. Y, sinceramente, flaco favor hacen en este sprint final los debates y rumores sobre cualquier tema que no sean los dos partidos que nos quedan.

En lo personal, tengo que contaros que vivir el partido en el Sánchez Pizjuán fue especial para mí. Hace seis años cuando descendimos, todos teníamos un mantra en la cabeza: ¡VOLVEREMOS! En el periplo por segunda visité Sevilla para contemplar la humillación a la que nos sometió el Sevilla Atlético en un campo prácticamente vacío. Nos costó pero volvimos a primera. Y cinco años después de aquel despropósito también volví yo a la ciudad andaluza. Soñando con la Champions League. ¡Así da gusto!



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