martes, 4 de junio de 2013

GRIEZMANN, UNA SONRISA DE CHAMPIONS


La primera vez que Antoine Griezmann vio a la Real Sociedad fue en el año 2004. Con motivo del partido de vuelta de octavos de final de la Champions League su padre, Alain, le llevó al estadio Gerland. Su Macon natal está próxima a Lyon, y el ahora realista soñaba con jugar algún día en el equipo francés. No se podía imaginar que nueve años después, fuera el autor del gol que lleva a los donostiarras a la previa de la Champions.

Después de todos los disgustos en forma de rechazo que tuvo que soportar Griezmann, llegó a la Real con 13 años y hasta los 18 años fue quemando etapas en las diferentes categorías del club. Pero se saltó la última. En el verano de 2009 iba a formar parte del Sanse, pero nunca disputo un minuto. Una serie de circunstancias le abrieron las puertas en la pretemporada del primer equipo. Y él no desaprovechó la oportunidad. Con sus goles y su descaro se ganó la confianza de Martín Lasarte.

La aparición de Griezmann en el primer equipo supuso una bocanada de aire fresco en una Real que estaba sumida en una crisis deportiva e institucional sin precedentes. Con su sonrisa y su fútbol se ganó a la afición. Llevó a cabo una magnífica temporada en la que participó en la mayoría de los encuentros y marcó seis goles. En el último partido frente al Celta, el que certificaba el regreso a la élite del equipo, fue una de las imágenes del ascenso. Las cámaras captaron al joven francés solo, mordiendo la camiseta y llorando desconsoladamente. Eran lagrimas de alegría. Cumplía el sueño de subir a Primera División.

De alguna manera logró con su irrupción que este equipo comenzara a ser ganador. Esta temporada refleja perfectamente la evolución de Griezmann como jugador. Tiene algo diferente. Ha terminado con 10 goles, una cifra a la que nunca antes había llegado, y ha liderado al grupo en muchas fases del campeonato. Frente al Dépor lo volvió a demostrar. No le tembló el pulso dentro del área y cruzó el balón lejos del alcance de Aranzubia. En ese momento no lo sabía, pero era el gol que devolvía a la Real Sociedad a Champions diez años después. La cuarta vez en la historia del club.

Las lágrimas de hace tres años se convirtieron en la noche del sábado en una cara de felicidad absoluta al terminar el encuentro. Una sonrisa de Champions. Después, como siempre, animó la celebración del equipo con sus ocurrencias. Como esa en la que con la música de Champions de fondo graba con su teléfono móvil a toda la plantilla que imita con guasa los gestos previos a los grandes partidos de las noches europeas. La próxima temporada, si pasan la previa, vivirán de verdad ese momento Champions.


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