El tuit venía desde Linares, donde murió Manolete, y lo firmaba una amiga mía, linarense, aficionada del Madrid, buena gente y tan merengue como si hubiese nacido en Alonso Cano.
Recuerdo el día de Reyes que, tras el hack-trick de Xabi Prieto en Chamartín, me envió otro tuit: "Este Prieto parece buenillo”. "Señor, perdónala porque, probablemente, tan sólo vea Punto Pelota", me dije.
Un día medio en broma le comenté que Xabi Alonso podía venir a la Real al terminar su contrato. “Eso no, eso sí que no. Hasta ahí podemos llegar, se quedará en el Madrid. Xabi Alonso es nuestro".
No hace muchos días con motivo de mi cumpleaños coincidí con otro madridista en Trintxerpe. Este iba más lejos: "Asier, Iñigo y Rubén tienen que estar en el Madrid. Se pagan noventa kilos y ya está". Y zanjó cualquier cuestión.
Y fue la otra noche cuando leía en la cama un hermoso relato de Raymond Carver sobre la felicidad titulado En Casa. Una felicidad que se frustraba para una pareja al perder su casa y les hacía volver a revivir los viejos fantasmas.
Y apareció en mi móvil un punto azul que me anunciaba, en forma de tuit, la portada del Marca, que caía como una pedrada en nuestro estanque y con la que, todos, despertamos de un sueño que ya, nos robaron hace tiempo. Porque sí, nadie lo duda ya, a estas alturas, en este fútbol podrido, empufado de manera obscena, manipulado, mangoneado y cosa de dos, no hay opción de soñar.
Como socio y accionista de la Real pido a mi club -si llega el caso- defenderse con la cláusula más el IVA, -como aviso a navegantes- para que nadie pueda campar a sus anchas. Y que se cumplan las normas tributarias, lo que dejaría un importe de 6,3 millones de euros para la Diputación Foral. Un dinero importante para reforzar alguna actuación como ayudas sociales, creación de empleo o deporte de base.
Respecto al jugador, no sé lo qué decidirá. Sea lo que sea tendrá todo mi respeto, pero como aficionado a la Real, si se va, sentiré una gran decepción porque pienso que con este equipo -unido como una piña- todos podemos soñar. Eso que parece imposible en este fútbol. Pero, si se queda, tampoco quisiera que lo hiciera de compromiso y estuviese cuestionado permanentemente. Complicada situación.
El miércoles vi un vídeo cuyo autor es un realista -Txema Lasarte- que habla sobre Asier Illarramendi. Un vídeo que me gustaría que viese mi amiga de Linares y muchos madridistas. Sobre todo, los que están huérfanos de un equipo de Primera en su ciudad y abrazan al poderoso, al que siempre gana. Narra la historia de un niño de Mutriku que, tras pasar por todas las categorías inferiores del club, llega a titular en la Real Sociedad. Es la evolución de cualquier jugador de esta Real y describe a la perfección lo qué es este club: El trabajo de mucha gente y las ilusiones de otra mucha más. Algo que no se compra con dinero; pero sí, se destroza con dinero.
Somos un club de cantera para lo bueno y para lo malo. Sólo espero y confío que algún día estalle la burbuja del fútbol. Y sí, maldita Eurocopa. Maldita.
No volveré hablar más sobre este tema. Hay que seguir adelante.
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