viernes, 5 de julio de 2013

FUGA DE CEREBROS


Se está hablando mucho estos días, de la posible salida de Asier Illarramendi de la Real Sociedad, camino del Bernabéu. Como seguidor realista y admirador de este jugador, la noticia me desagrada y me preocupa. Todos somos conscientes de la importante aportación de Illarra a la magnífica temporada del equipo txuri-urdíñ. Su visión de los espacios, su temple y contención, su empuje y profundidad de juego, han sido proverbiales en muchos de los grandes partidos que ha hecho el equipo la temporada pasada. Pero claro, esto no ha pasado desapercibido para los grandes clubs. Bajo su magnífica dirección, la selección española Sub 21, ha ganado el campeonato de Europa. Y éste ha sido el detonante. Equipos españoles y extranjeros de alto nivel pugnan por conseguir sus servicios. Incluso nuestro vecino del otro lado de la A-8, desahogado económicamente por el traspaso de Javi Martínez al Bayern, ha querido entrar en la pelea….

Es normal que el Real Madrid, el Arsenal, o incluso el Bayern estén interesados por conseguir los servicios de Illarramendi. Joven, con proyección, y una inmensa ilusión, hacen de él un verdadero diamante para los que gustan de un fútbol de ataque y tiralíneas. Ancellotti ha dicho que si, Guardiola lo quiere, y algunos otros, en segunda línea, tantean sus posibilidades. Hasta aquí todo normal.

La Real Sociedad se remite a la clausula de rescisión. 30 millones de euros. Un pastón. Es cierto que la Real Sociedad ya no pasa por las dificultades económicas de hace dos años, cuando se instó el procedimiento concursal. Es cierto que una correcta administración ha saneado las arcas realistas en este último ejercicio. Y es cierto también, que el dinero que llegará por participar en competición continental ayudará aún más a fortalecer nuestra delicada capacidad económica. Pero treinta millones de euros es un dineral. Y como mal menor, contar con 30 millones de euros, es una “pedrea” consoladora. Si el Madrid, o el Bayern, o quien sea, pagan esa cantidad por Illarra, el mal es menos malo. Porque es evidente que Illarra se irá antes o después. Para el jugador, la posibilidad de recalar en un grande como el Madrid es un caramelo. Imaginemos como podría jugar al lado de los Cristiano Ronaldo, Ozil o Xabi Alonso. Es un profesional y se debe a su profesión, y a su ambición de alcanzar nuevas metas. Eso está fuera de toda duda. Por tanto, si decide irse, nadie podrá reprocharle nada, ni a él, ni a la directiva, porque con el dinero de su clausula de rescisión, se pueden hacer muchas cosas.

Ojalá elija quedarse. Ojalá que la operación no se llegue a concretar. Pero si se hace inevitable, por la decisión del jugador o por la conveniencia del club, pensemos que la “fuga de cerebros”, tan habitual en otros campos profesionales, afecta de forma especial al fútbol. La Real siempre será un club para formar campeones. Como lo fueron en su momento Urruti, Bakero, Txiki Beguiristain, López Ufarte, Periko Alonso, o su hijo Xabi. Ahora le toca a Illarramendi, un cerebro más. El club grande sabe que no tendrá problemas para hacerse con él. Pero hagámosle pagar por ello.


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