Nuestra Real Sociedad se encuentra en el último lugar de la tabla
clasificatoria en la primera división del fútbol español. Obvio es que para
salir de la situación actual se deben producir cambios sustanciales con
respecto a los 11 partidos jugados porque de lo contrario estaríamos abocados a
volver al pozo de la segunda división.
Para cambiar es preciso reconocer los errores cometidos
para no volver a caer en los mismos porque de lo que se trata es que la Real
esté en los puestos que se merece Gipuzkoa, la afición y la entidad. Y estamos
en el último lugar porque se ha planificado mal la plantilla, con refuerzos
insuficientes y con alguno de ellos sin rendimiento que mejore lo que ya había
en el vestuario realista. Es una plantilla claramente descompensada y que
deberá intentarse su equilibrio en el mercado de invierno. La gravedad de la
situación hace que lo que se haga en este mes y se plasme en diciembre tenga
que tener un alto porcentaje de acierto porque el riesgo de descender en caso
contrario será alto también. Para nosotros está meridianamente claro que quien
ha planificado la plantilla actual no puede ser el que esté al frente de este
cometido.
En lo referente a la primera plantilla y sin querer jugar a
entrenadores, entendemos que el actual muestra bien a las claras su incapacidad
para transmitir conocimientos, espíritu de trabajo y lucha en el terreno de
juego, elementos también imprescindibles para tratar de salvar la categoría. Un
entrenador debe trabajar los aspectos técnicos, tácticos, físicos, estratégicos
y psicológicos para que el grupo humano que compone la plantilla realista pueda
cumplir objetivos. Cualquier observador imparcial (a la prensa de la ciudades
de los equipos contra los que ha jugado el nuestro nos remitimos) denotará las
carencias que en todos esos apartados muestra el equipo gipuzkoano. Urge un cambio
en la dirección del equipo si no queremos lamentaciones futuras.
Señor presidente de la Real Sociedad: muestre mano firme y
aborde sin dilación las dos cuestiones que le planteamos. Nos jugamos demasiado
para andar dudando a estas alturas. La capacidad de un dirigente se demuestra
en los momentos difíciles y en su capacidad para liderar una nave que camina
hacia la deriva. Las dos decisiones que le planteamos son inexcusables para que
podamos ver atisbos de posible salvación.
Gora Reala!
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