"El equipo necesita ganar, pero lo que necesita sobre todo es no perder porque tres derrotas consecutivas serían difíciles de asimilar". Eso lo dijo Philippe Montanier en la rueda de prensa del pasado viernes, antes del partido frente al Espanyol y después de siete semanas sin ganar, de perder 4-0 en Vallecas y de colocarse en puestos de descenso (y colistas) por primera vez desde el regreso a la Primera División. Esa frase, tan inocente así colocada en el interior de las informaciones sobre aquella comparecencia ante los medios, es la mejor explicación de que el problema de la Real no está en los nombres, en los esquemas o en los resultados. El problema está en la base, en los planteamientos, en la esencia, en el espíritu. Hoy la Real no tiene nada de eso. Y me explico.
Tras el ascenso y la permanencia, el club decide cesar a Martín Lasarte. El motivo, dicen, es que hay que crecer, hay que evolucionar, y creen que eso no es posible con el uruguayo. Echando la vista atrás, el último entrenador que se fue con los deberes hechos fue Roberto Olabe, en 2002. Después de él, han pasado ya diez entrenadores por el club. Uno por año, más o menos. De Lasarte había que prescindir para crecer, insisto. ¿Hemos crecido? No, al contrario. De hecho, el año pasado a estas alturas soñábamos con Europa, aunque el sueño no tardara mucho más en romperse. Este año, la temporada está ya perdida: la Real va a luchar sólo por salvarse. No va a haber crecimiento, salvo reacción espectacular por parte del equipo, reacción que, visto lo visto, nadie espera ya.
El problema de la Real no pasa por elegir a uno u otro jugador. Pasa por los conceptos. Si Montanier viene con la idea de que el equipo tiene que tocar el balón con su 4-3-3, se hace y punto. Y si hay que morir, se muere por lo menos con coherencia. Es lo que siempre he dicho del tema de la cantera. Si morimos creyendo en Zubieta, al menos moriremos siendo nosotros mismos. El caso es que Montanier ha sido el primero en no creer en su sistema. Ni es su forma de jugar. Él es quien ha adoptado medidas que han devuelto a la Real a las bases del fútbol que ya tenía con Lasarte, pero amplificando los defectos. Porque Bravo sigue sacando en largo, porque seguimos teniendo un problema de generación de fútbol en el centro del campo. Pero es que, además, Montanier no tiene la capacidad motivadora de Lasarte y se ve incapaz de sacar fútbol de los jugadores que sí lo tienen. Que un jugador no esté a su nivel normalmente es culpa del jugador. Que no lo estén cinco o sea ya requiere una explicación de mayor calado.
Montanier se escuda en versiones de los partidos que nada tenían que ver con la realidad. Cuando explicó la parsimonia de la Real en Zaragoza asegurando que la derrota se debió a errores técnicos, alguien debió de decirle algo. Cuando no fue capaz de explicar los motivos de la ausencia de Llorente (igual que ahora no ha explicado el por qué de su titularidad), alguien debió de presionarle más. Cuando se produjeron dos lesiones musculares ne Vallecas en el primer cuarto de hora del partido, alguien debió cuestionarle por los métodos de entrenamiento del equipo, porque con Pablo Balbi no tuvimos apenas lesiones musculares y el equipo sí llegaba al minuto 90 en disposición de rebatir sus derrotas, por muchos partidos que perdiera en la segunda vuelta. ¿No vemos que la Real cede con habitualidad contraataques en jugadas de estrategia propias? ¿No vemos que la parsimonia de Mariga funde a sus compañeros en el pivote? ¿No vemos el lujo descomunal que supone colocar en una banda Agirretxe teniendo a Ifrán, Vela y Griezmann?
No es que no sepamos a qué juega la Real, que no lo sabemos (e, insisto, eso no es cuestión de esquemas o de nombres, a pesar de los continuos, inexplicables e inexpliados bandajos de Montanier en este sentido), es que ni siquiera sabemos qué nos proponemos y cómo queremos conseguirlo. Lasarte lo dijo con claridad: así como en Segunda puntuar era siempre importante, en Primera el equipo tenía que apostar por ganar, incluso sacrificando algunos empates. Montanier no sabe qué quiere. Siendo colista y jugando en casa con un equipo de mitad de la tabla suelta que lo importante es puntuar. Lasarte sabía que hacer de Anoeta un fortín era clave, y lo consiguió en Segunda y en Primera. Montanier tampoco sabe lo que quiere en ese aspecto, porque ya ha dejado escapar doce de los dieciocho puntos disputados (¡sólo se ha ganado al Granada en seis partidos!).
El problema de la Real es de concepto. Y es que todos los conceptos que nos han vendido hasta ahora han resultado equivocados. Todos. Los de Montanier, los de Loren, los de Aperribay. Todos los que tienen que ver con el equipo, se entiende. Todos. Y si todo eso falla, no hay nada que hacer. No estoy pidiendo el cese de Montanier. No específicamente, vaya. Pero sí creo que más vale que todos se tomen un momento de tranquilidad para pensar. ¿Qué tiene que ser la Real este año? ¿Con qué jugadores se cuenta y con cuáles no? ¿Qué quejas de la afición se va a entender y cuáles no? ¿Cómo piensan sacar a la Real de donde está? Hay que pensar la respuesta a esas preguntas, hallar una solución, creérsela, interiorizarla, y después explicársela con tranquilidad a los aficionados. Porque idiotas no somos y lo que vemos no coincide con lo que se nos ha vendido. Y como no tengamos conceptos claros, yo apuesto por una victoria del Betis el domingo, culminando ya el ciclo más humillante de la historia moderna de la Real.
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