Ya se ha comentado mucho el tema de Mallorca. Lo fácil hubiera sido escribir algo nada más acabar el encuentro, pero, sinceramente, no era el momento. En lo que menos se podía pensar es comentar ciertas cosas de manera relajada y coherente. La idea era haber escrito esto un día después, pero en vez de relajarme el cabreo fue en aumento. Y creo que esto nos pasó a todos.
Lo que pasó el martes creo que es el mayor ridículo que he visto en el seno de la Real desde que nací, y no fue hace tanto, creo que casi todos los que estén leyendo esto son mayores que yo. Fijo. Estuve en Mendizorroza cuando nos dejamos remontar en el descuento un partido que nos dejaba ya masticando la vuelta a Primera, he visto un descenso, he visto como el Mirandés (y visto lo que están haciendo, gran ejemplo) nos echaba en Copa, por penaltis, pero haciendo un ridículo espantoso. Pero para lo del otro día no doy crédito. Mira que le he dado vueltas al desastre del otro día, pero es que no consigo entender como nos pudieron meter cuatro goles en siete minutos. Y menos cuando tenías la eliminatoria prácticamente cerrada. Con mantener un poco el balón hubiera bastado.
Pero nada, una falta tonta, un “Hemed, yo no te voy a entrar, así que tira si quieres”, un quítame allá este marcaje en el corner, un gol más digno del torero bombero que de un equipo de primera, y un largo etcétera echaron por la borda todo el trabajo de la ida y el gol en la vuelta. Porque empezamos ganando, que eso hace que estemos más encabronados aún, creo yo. Y es que ese gol es el que provocó la relajación. Lo vimos hecho todos, tanto afición como jugadores. Pero claro, un jugador no puede hacer esto nunca. La relajación llevó a la caraja, la caraja al beso de Morfeo, y para cuando nos quisimos despertar ya nos habían caído cuatro goles como cuatro soles. Pim pam pum, y la eliminatoria destrozada.
El planteamiento de Montanier al principio pareció correcto. Era un once de garantías, un once que salvo en algún detalle todos hubiéramos firmado. Por una vez al que menos culpa se le podía echar del desastre era a Montanier. Y de hecho lo es. Pero es inexplicable como no movió banquillo en el descanso y lo hizo ya con el 6-1, como tardó tanto en entrar Agirretxe al césped, y alguna cosa más que no voy a comentar porque nos podríamos tirar horas.
El descalabro del primer tiempo fue culpa única y exclusivamente de los once que estuvieron en el césped. No vamos a hablar de nombres propios, porque el martes más que nunca se pudo decir que no hubo un solo culpable. El otro día no hubieran corrido ni aunque les persiguieran una jauría de doberman rabiosos.
Una noche de vergüenza. Y pocos han salido a la palestra a dar la cara. Muy pocos. Y con palabras vacías que a mí, particularmente, me importan tres narices. Lo del martes fue demasiado doloroso como para que con un simple “perdón a la afición” lo puedan arreglar. Otros han preferido cerrar redes sociales, escondiendo la cabeza en un agujero cual avestruz. Esto último puede parecer una chorrada, pero a mí particularmente me hace hervir más la sangre. Cada cual verá lo que hace. Y cada cual verá lo que opina. Pero a mí me toca las narices.
¿Y cual es el castigo para los jugadores? Ninguno. Hoy sale la convocatoria para Valencia, y van los mismos que el otro día. Los mismos más Rubén pardo. Que este tema también tiene tela, porque el chaval ni juega en el primer equipo ni en el Sanse. Lo tienen mareado.
Por otro lado, aún me estoy preguntando quien es Loren para bajar al vestuario a decir a los jugadores que son una vergüenza para Gipuzkoa. ¿Qué capacidad tiene este señor para decir esto? En este tema Montanier debería marcar su territorio. Esto es competencia del francés, no del otro al que yo, particularmente, lo veo como más vergonzoso. Pero vamos, seré yo, que soy muy raro.
Probablemente me deje muchas cosas por comentar. Estoy seguro. No sé si esto que estoy escribiendo lo va a leer alguien del club, me da igual que sea directivo o jugador, pero si lo hacen, aquí les dejo esto: En otros países por ridículos y vergüenzas de este calibre recompensan a la afición. Tomen ustedes nota.
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