Montanier volvió a dejar impronta de su inaptitud para hacer frente a las grandes citas planteando el partido de forma ultradefensiva y dejando en el banquillo a dos de nuestros mayores baluartes: Carlos Vela y David Zurutuza. Poco pareció importarle al de Vernon, que en la primera vuelta el experimento en Anoeta diera un resultado paupérrimo, y de nuevo apostó por una táctica medrosa para sorprender al Madrid. Y si además de mostrarte atemorizado, sitúas mal a los jugadores el desenlace es el que es.
El Real Madrid abrió la lata en solo 5 minutos y el
partido concluyó porque el plan de Montanier era tan simple que estaba abocado
a fracasar desde el principio. El tridente Higuain, Benzema y Cristiano Ronaldo
hizo trizas a la Real y en sólo 55 minutos, encajamos 5 goles (1 gol cada 11
minutos).
Afortunadamente, los madridistas en la recta final
no quisieron hacer sangre pensando en su eliminatoria europea y eso evitó que
pudiéramos recibir la mayor goleada de nuestra historia moderna. El gol de Xabi Prieto fue la única noticia agradable
de una exasperante noche.
Lo peor no es encajar 5 goles (la mayoría de
visitantes del Bernabeu han encajado esta temporada 4 o más goles), sino la
imagen de equipo bisoño y sin carácter que mostró una Real encogida e incapaz
de superar el miedo escénico en ningún momento del partido. Son los tiempos que tenemos que vivir. La Real de
hoy en día no puede estar a la altura de los grandes pero lo que es más
doloroso, no es capaz de dejar en buen lugar a una institución histórica.
Ya no hay vuelta de hoja. Nos espera un final de
liga largo y poco gratificante. En el mejor de los casos, tendremos por delante un
camino aburrido sin un objetivo motivante por el qué luchar. Y en el peor de los supuestos, es posible que
tengamos que luchar hasta el final por evitar el escarnio del descenso a
Segunda División.
Recordemos que la temporada pasada la Real tuvo el
poco decoroso record de perder todos sus partidos que jugó fuera de Anoeta en
la segunda vuelta (0 puntos sobre 27). Pues bien, este año, la historia vuelve a repetirse.
Ya son 5 derrotas consecutivas a domicilio (0 puntos sobre 15) y nos resta por
jugar en los estadios de Espanyol, Málaga, At.Madrid y Osasuna (todos ellos
luchando por Europa).
En estas circunstancias, los partidos en Anoeta se
perfilan como vitales. Si no queremos jugarnos el pellejo ante en la última
jornada ante el Valencia (experto en enterrar muertos), la Real necesitará
sumar en sus envites ante Rayo Vallecano, Betis, Villarreal y Racing. De estos 4 rivales habrá que ganar al menos a 2
(quizás 3) para llegar al final tranquilos.
Me inquieta el proceso de resurrección de un
Zaragoza que parecía un cadáver deportivo. El calendario maño es benévolo (en
sus últimos 6 enfrentamientos, jugará 4 en casa ante Granada, Racing, Levante y
Athletic y 2 fuera ante Mallorca y Getafe). Además, la semana que viene hay un
Sporting-Zaragoza, con lo que si la Real yerra ante el Rayo, nos podemos situar
a sólo 5 o 6 puntos del descenso.
Esta es la triste realidad a la que nos han
condenado un desconcertante entrenador que se acoquina cuando llegan las
grandes ocasiones, unos jugadores a los que muchos equivocadamente
sobrevaloramos y que tiemblan a la hora de la verdad, y una inmovilista
directiva que sigue contemplando de un modo parsimonioso la actualidad diaria
sin buscar un revulsivo.
Seguramente, Sporting, Zaragoza y Racing acaben en
Segunda cayendo por su propia gravidez, pero eso no ocultará la gris temporada
que está haciendo la Real Sociedad.
Intenté ilusionarme en distintas fases del
campeonato (los primeros partidos, el oasis del sorteo copero, el buen final de
la primera vuelta...........) pero la liga acaba poniendo a cada uno en su
sitio, y el lugar de la Real vuelve a ser la parte baja de la tabla como ha
pasado en la mayor parte de este siglo XXI.
El sábado nuestro equipo tuvo miedo escénico al Bernabeu
pero los temores de esta Real van más allá de un estadio. La Real tiene pánico
a progresar y sigue estancada en un bunker de mediocridad del que algún año
tendrá que salir.
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