Muchas veces se nos achaca a
los periodistas, aficionados etcétera que ejercemos de entrenadores de copa y
sofá, y que es muy fácil jugar a dirigir un equipo desde el otro lado de la
barrera. Pero sinceramente ésta me parece una milonga como otra cualquiera que
rodea al imperfecto mundo del fútbol.
El hecho de que se critique
tanto a todos los que nos creemos con conocimientos básicos como para plantear
una alineación potable y competitivo muchas veces sólo sirve para salvar el culo
de un entrenador u otro, pues hay casos en los que es muy fácil dejarlos en
evidencia.
Como bien he comentado
antes, nosotros somos entrenadores que al ver las cosas desde cierta distancia
no somos conscientes de todo lo que bulle dentro de un vestuario, y ni siquiera
recibimos presiones para hacer una cosa u otra, por lo que nuestras
valoraciones tienden a ser casi objetivas del todo. Y la máxima de todos
nosotros, entrenadores de palo, es que la clave para conseguir objetivos es
aprovechar en cada momento a todo jugador que esté pasando por un buen estado
de forma.
Algún ilustrado que otro
diría que ése es el A,B,C de este deporte, y por consiguiente de
cualquier otro, pero hay veces en las que parece que este esquema tan simple no
llega a manos de los entrenadores reales, y en nuestro caso al de la Real
Sociedad.
A estas alturas de la
temporada ya sabemos todos de que pie cojea Philippe Montanier. Son muchos los
meses que llevamos con él en nuestro banquillo y este tiempo nos ha servido
para ir conociéndolo poco a poco, sobre todo en su método, si es que lo tiene,
de gestionar el equipo.
Allá por los meses de verano
leímos y escuchamos cosas sobre Montanier que lo ponían a la altura de los más
grandes entrenadores del mundo. Debe de gustarle mucho la manera de jugar del
Barcelona y parece que su intención era exportar esa idea a la Real, como el
famoso 4-3-3. Pero no hace falta mucho para darse cuenta de que éste no es el
equipo catalán, y ninguna falta que hace, y con el paso de los partidos comenzamos
a ver que no era oro todo lo que relucía con el francés.
Pero mi interés en este
artículo no es ahondar en los sistemas o esquemas del galo, lo que realmente
pretendo es criticar el, en mi opinión, inapropiado uso que hace de algunos
jugadores. A lo largo del año nos viene demostrando que para él no es
suficiente que un jugador se gane la titularidad sobre el césped, pues todos
conocemos casos de futbolistas que han pasado de jugar un gran partido a ser
suplente, o a ni siquiera estar convocado.
Los casos de Pardo y de
Agirretxe están en la mente de todos en este momento, pues lo que rodea a estos
dos jugadores esta temporada está ya rayando lo absurdo. Me suelo esforzar
mucho en intentar entender el sistema que tiene Montanier para dar cabida a un
jugador u otro en el once inicial, pero es un tema que ya me tiene desbordado y
no sé por donde cogerlo. Está habiendo jugadores que realizan la transición titular-suplente-grada,
y viceversa, con una facilidad pasmosa, echando por tierra la teoría de aprovechar
lo máximo posible el buen estado de juego de los jugadores.
Volviendo al joven, aunque
sobradamente preparado, jugador riojano, el trato que le está dispensando el
francés dista mucho del que tendría que ser en el caso de una promesa como
Pardo. Todavía escuecen las palabras del entrenador tras el tremendo partido
que realizó el centro-campista ante el Sevilla y que vino a confirmar la
sospecha de que nos encontramos ante un jugador como la copa de un pino. Pues
bien, a Montanier no se le ocurrió otra cosa que menospreciar el partido que
realizó Pardo, como queriendo demostrar que manda él. Ahora le está viniendo
muy bien la excusa del Sanse para no contar con él, cuando en muchas ocasiones
en esta temporada lo ha tenido muerto del asco en el banquillo olvidándose del
equipo filial.
Los mejores, a jugar
En un equipo como el
nuestro, donde el nivel algunos jugadores del centro del campo es bastante
ramplón, la irrupción de Pardo ha supuesto un fogonazo de calidad y esperanza,
que Montanier no está sabiendo aprovechar. Sus razones tendrá, pero un
entrenador que no juega con los mejores jugadores que tiene no hace otra cosa
que demostrar sus carencias.
Lo mismo pasa con Agirretxe,
delantero que siempre ha estado en el punto de mira y este año que se ha
erigido como máximo goleador del equipo está siendo víctima de las decisiones
del entrenador. De Imanol siempre se ha dicho que le faltaba confianza y
continuidad para triunfar, y este año está devolviendo con goles la confianza
que tiene Montanier hacia él, y por eso mismo no se entienden algunas de sus
suplencias. Bien es cierto que se ha pasado algunos meses sin oler puerta, pero
su suplencia en Bilbao tras volver a anotar ante el Mallorca es incomprensible
a todas luces. Pero como Montanier no deja de sorprender, llegó el partido del
Zaragoza y Agirretxe volvió a la titularidad con dos goles, pero eso no pareció
ser suficiente para el míster, que lo dejó en el banco en Getafe. La
estadística es curiosa, en las dos últimas victorias de la Real Sociedad
Agirretxe ha sido titular y ha marcado tres goles, pero a su vez ha sido
suplente en las dos derrotas consecutivas fuera de casa.
Si queremos aspirar a algo,
la clave es jugar con los mejores en cada partido. Es algo tan básico que no
encuentro la explicación a todo lo que he escrito hasta ahora. No estamos para
experimentos, pues no sólo nos jugamos esta temporada, de lo que ella quede
crecerán los cimientos de los años que están por venir.
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