jueves, 20 de diciembre de 2012

AMARILLO SLIM

Ni he sabido ni sé jugar al poker. Por las razones que sean, el viernes pasado me vi sentado en una mesa, sumergido en una partida, con apuesta de por medio, sin comerlo ni beberlo. Una apuesta ‘light’, no se vayan a pensar, que uno puede ser algo inocente pero no imbécil. La partida resultó eterna. Caían parejas, tríos, escaleras y vayan ustedes a saber, y yo ahí seguía, increíblemente, sentado, con mis fichas, aguantando el tirón. Todavía me va a llegar a gustar, pensé.

“Mira alrededor de tu mesa. Si no sabes quién es el primo, entonces es que el primo eres tú”. Esta frase la descubrí después, buceando por la red, tratando de avanzar en el aprendizaje de mi nuevo ‘hobby’ y descubrir nuevas teorías para hacerles morder el polvo a quienes se sentaron junto a mí en aquella mesa. Salió de la boca de Thomas Preston, más conocido como ‘Amarillo Slim’, apodo que debía a su procedencia –el pueblo tejano de Amarillo- y a su estilizada figura –‘slim’ significa ‘delgado’ en inglés-. Según cuentan, está considerado uno de los mejores jugadores de poker de la historia. Huelga decir que más primo que yo, en aquella mesa, no había nadie. No obstante, y sin saberlo, hice uso de una de las técnicas de nuestro personaje: “no te hará daño que tus rivales piensen que no eres más que un pequeño estúpido. Por eso llevo este gran sombrero tejano, botas de cowboy y hablo como un paleto”. Y la cosa no salió mal.

Algo parecido trató de hacer la Real en Granada. A sabiendas de que la presión la tenía el contrario, se hizo el primo e intentó despistar con un juego algo ramplón y sin demasiada llegada a un rival con la soga al cuello para esperar las cartas definitivas y presentar la ‘escalera real’. Lo que ocurrió, sin embargo, fue que las cartas no entraron. Y el empate sin goles sirvió para sumar, sí, pero también dejó un poso de, otra vez, desilusión, por aquello de no haber aprovechado una oportunidad de oro. No hay tiempo, sin embargo, para pensar en esa mano perdida. Queda la última del año. Y, de nuevo, contra un enemigo en horas bajas que, si pudiera, se sentaría en la mesa con gafas de sol y gorra para no dar ninguna pista, para no ofrecer ninguna señal. El Sevilla es una baraja completa, pero cuyo técnico no termina de dar con la tecla idónea para presentar un repoker.

Dicen que ‘Amarillo Slim’ fue hasta su muerte el pasado 29 de abril el mejor apostante que ha habido nunca. Dijo que conseguiría un golpe de golf de más de una milla, que vencería en una carrera a un caballo o que derrotaría a un campeón al ping pong. Y ganó siempre, merced a su ingenio, nunca con malas artes. La Real debe hacer lo mismo hoy en Anoeta. La apuesta es de las gordas. Alcanzar el parón navideño con 25 puntos no es una tontería. Ingenio tiene. Calidad también. Sólo tienen que ponerlo sobre el tapete. Como yo el viernes. La pasta terminó en mi bolsillo, sí. Pues eso, ‘all in’. Eguberri on danoi.

El sponsor más importante

Qué fácil es ganarse a la gente. Basta con un poco de sentido común. Aperribay está demostrando que no le falta. Ya era hora que la Real hiciera un reconocimiento público a su afición como el que hará hoy ante el Sevilla, luciendo los nombres de algunos de los socios en el pecho de los futbolistas, como si de una publicidad al uso se tratara. “El sponsor más importante” reza el anuncio. Pues claro. Y que desde hace un tiempo ya estaba dejado de la mano de Dios a pesar de que está ahí siempre, a las duras y a las maduras. Porque lo más importante de un club es su afición. Presidentes, directivos, entrenadores y futbolistas van y vienen. Nosotros, siempre, seguimos ahí.



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