El último obstáculo para llegar a la final de Atenas era el Hamburgo alemán.
Todas las apuestas daban como ganador al Hamburgo, curtido ya en mil batallas europeas y que tres años antes, había ganado al Real Madrid por 4-1 en una eliminatoria de la Copa de Europa. Además, el factor campo favorecía a los alemanes que jugarían el encuentro de vuelta en su campo.
Sin embargo, la Real Sociedad no se iba a amedrentar y hasta el último segundo de la eliminatoria, mantuvo vivo el sueño más ambicioso que ha tenido nunca nuestro club.
El encuentro de ida se disputó el 6 de abril de 1983 en un abarrotado estadio de Atotxa. Televisión Española, por primera vez en su historia transmitía un encuentro internacional de la Real Sociedad. Todo preparado para una gran noche.
Sin embargo, en el encuentro de ida, la Real Sociedad no pudo hacer valer el espíritu de Atotxa. El Hamburgo demostró todo su potencial y dominó con claridad durante buena parte del encuentro. En el minuto 58, Rolf adelantaba al Hamburgo, con un buen cabezazo. No obstante, la Real Sociedad sacó fuerzas de flaqueza en el último cuarto de hora del encuentro, consiguiendo Gajate el 1-1 definitivo. En los últimos minutos, la Real pudo llevarse la victoria, aunque la mejor ocasión la tuvo el Hamburgo con un cabezazo al poste de Hrubesch.
1-1 y gracias. El resultado parecía cercenar las esperanzas europeas de la Real, conociendo el poderío del Hamburgo en su terreno de juego.
Llegaría la noche del 20 de abril de 1983. Al mal resultado de la ida se le sumaba el hecho de las bajas de Satrústegi, Gajate, Kortabarría y Zamora. Todo parecía en contra y el mundo del fútbol apostaba por una goleada del Hamburgo.
Pero no iba a ser así. Esa noche en el Volksparkstadion, la Real estuvo a punto de escribir la página más hermosa de la historia de nuestro club.
El Hamburgo a lo largo del encuentro, especuló mucho con el 1-1 de la ida. En la primera parte, el dominio territorial era de los alemanes, pero los guipuzcoanos bien situados atrás y con un contragolpe letal, se sentían cómodos. Larrañaga tuvo cerca el 0-1 pero falló una ocasión cuando toda Gipuzkoa cantaba ya el gol.
En el segundo periodo, el Hamburgo empezó a sentir miedo. Pasaban los minutos, y no eran capaces de encontrar espacios, con lo que empezaron a perder tiempo descaradamente. En el minuto 75, el Hamburgo botó un corner que Jakobs cabeceaba a la Real, pero todavía no estaba todo dicho. Los realistas sabían que un gol les metía en la eliminatoria. Y llegaría el minuto 80 de aquella noche alemana. Arconada sacó con fuerza desde su portería. El balón llegaría a Diego que lanzó un potente disparo que se coló en la portería de Uli Stein.
El Volksparkstadion enmudece. La Real Sociedad igualaba la eliminatoria y el partido iba camino de la prórroga. Ni goleada, ni miedo escénico, ni ningún mal presagio parecido. El mundo del fútbol comenzaba a preguntarse si un equipo como la Real Sociedad haría la hazaña de meterse en la final de la Copa de Europa.
La afición realista comenzó a sentir más cerca que nunca el sueño más dulce que podría vivir jamás. Fueron 4 minutos de ensueño hasta que en el minuto 84, la cruda realidad nos bajó de las nubes. El Hamburgo vuelve a lanzar un corner. Tras varios rechaces el balón llega a Von Heesen, que en manifiesto fuera de juego, logra el 2-1 definitivo.
Todas las ilusiones ganadas con tanto sacrificio durante tantos años, se difuminaban por un escandaloso error arbitral. Se criticó mucho al árbitro suizo Bruno Galler aunque el verdadero responsable fue el lineer.
Durante el partido, uno de los líneas suizos se había lesionado, siendo sustituido por un línea……….alemán. En esta tesitura, este lineer no dudó en no levantar el banderín y dar validez al gol del Hamburgo, dando prevalencia a su corazón alemán, frente a su ética profesional.
También se alega que a los directivos de la UEFA, no les interesaba que la Real Sociedad llegara a la final de la Copa de Europa.
Sea lo que fuere, aquel gol de Von Heesen sepultó el mayor sueño que ha tenido nuestra Real en su historia, pero nuestros jugadores podían estar orgullosos de haber llegado tan alto. El entrenador del Hamburgo (Ernst Happel), reconoció al final del encuentro, que no esperaba tanta resistencia de la Real en esa eliminatoria. Atrás quedaba la final de Atenas contra la Juve, en la que por cierto, saldría victorioso el Hamburgo. Sin embargo, esa noche la Real ganó en grandeza y en reconocimiento internacional. Desde entonces, la Real ya no fue un equipo conocido sólo a nivel estatal, sino que empezó a ser respetado y valorado en el resto de Europa.
Un equipo que con mimbres humildes llegó a jugar unas semifinales de la Copa de Europa, y que de no haber sido por un error arbitral, seguramente hubiera disputado una final que habría sido inolvidable.
Merece la pena de vez en cuando echar la vista atrás, para conocer la historia de nuestro club.
Ahora, los poderes fácticos hablan de que la Real debe aspirar a la permanencia en Primera. Basta ya de vilipendiar la historia de un equipo que en la década de los 80 dio un saldo de calidad, no con vocación efímera sino para dejar constancia de que la Real Sociedad nunca será un equipo ramplón que se conforma con las migajas. Quizás algún día podamos vivir algo parecido a aquella eliminatoria de 1983. Nuestra generación también se lo merece.
El Volksparkstadion enmudece. La Real Sociedad igualaba la eliminatoria y el partido iba camino de la prórroga. Ni goleada, ni miedo escénico, ni ningún mal presagio parecido. El mundo del fútbol comenzaba a preguntarse si un equipo como la Real Sociedad haría la hazaña de meterse en la final de la Copa de Europa.
La afición realista comenzó a sentir más cerca que nunca el sueño más dulce que podría vivir jamás. Fueron 4 minutos de ensueño hasta que en el minuto 84, la cruda realidad nos bajó de las nubes. El Hamburgo vuelve a lanzar un corner. Tras varios rechaces el balón llega a Von Heesen, que en manifiesto fuera de juego, logra el 2-1 definitivo.
Todas las ilusiones ganadas con tanto sacrificio durante tantos años, se difuminaban por un escandaloso error arbitral. Se criticó mucho al árbitro suizo Bruno Galler aunque el verdadero responsable fue el lineer.
Durante el partido, uno de los líneas suizos se había lesionado, siendo sustituido por un línea……….alemán. En esta tesitura, este lineer no dudó en no levantar el banderín y dar validez al gol del Hamburgo, dando prevalencia a su corazón alemán, frente a su ética profesional.
También se alega que a los directivos de la UEFA, no les interesaba que la Real Sociedad llegara a la final de la Copa de Europa.
Sea lo que fuere, aquel gol de Von Heesen sepultó el mayor sueño que ha tenido nuestra Real en su historia, pero nuestros jugadores podían estar orgullosos de haber llegado tan alto. El entrenador del Hamburgo (Ernst Happel), reconoció al final del encuentro, que no esperaba tanta resistencia de la Real en esa eliminatoria. Atrás quedaba la final de Atenas contra la Juve, en la que por cierto, saldría victorioso el Hamburgo. Sin embargo, esa noche la Real ganó en grandeza y en reconocimiento internacional. Desde entonces, la Real ya no fue un equipo conocido sólo a nivel estatal, sino que empezó a ser respetado y valorado en el resto de Europa.
Un equipo que con mimbres humildes llegó a jugar unas semifinales de la Copa de Europa, y que de no haber sido por un error arbitral, seguramente hubiera disputado una final que habría sido inolvidable.
Merece la pena de vez en cuando echar la vista atrás, para conocer la historia de nuestro club.
Ahora, los poderes fácticos hablan de que la Real debe aspirar a la permanencia en Primera. Basta ya de vilipendiar la historia de un equipo que en la década de los 80 dio un saldo de calidad, no con vocación efímera sino para dejar constancia de que la Real Sociedad nunca será un equipo ramplón que se conforma con las migajas. Quizás algún día podamos vivir algo parecido a aquella eliminatoria de 1983. Nuestra generación también se lo merece.
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