Ni Un Domingo Sin Ti _VUELTA AL COLE

Salí de casa con las maletas llenas de recuerdos presentes y pasados cerrando tras de mi la puerta de la vieja casa que fue mi hogar durante las dos últimas semanas. Dejando atrás otro verano entrañable recogido en más de 900 fotos, subí al coche y mirando por el cristal trasero, recordé las despedidas de antaño con las lágrimas de mis abuelos. Con los ojos empañados, dije adiós a ese pueblecillo encantado, a su Peña, sus arroyos y su naturaleza casi mística, a mis amigos y los buenos ratos mientras los tejados desaparecían entre las ramas de los robles.

La liga empezó con el olor a monoï aún en mi piel, el sol oscureciendo mi cuerpo y el mar aclarando mi melena y con el capazo de paja sustituyendo los bolsos de piel más formales. No recuerdo haber vivido un primer partido de liga en vacaciones. El 5-1 encajado en Barcelona me recordó a la vuelta al cole y las semanas de adaptación con jornada reducida en las que los recuerdos del verano te impedían concentrarte. El primer gol de Chory me hizo darme cuenta de que esto iba en serio y que al final del camino de vuelta, iba a volver a verte.

Me costará tiempo olvidar el sábado 25 de agosto de 2012, un día de reencuentros y emociones en el que las peñas se reunían en locales y tabernas; amigos de domingo separados desde mayo, se abrazaban excitados al volverse a ver; viejas anécdotas de ayer salían a la luz y el deseo de escribir las páginas en blanco de la nueva temporada con tinta de éxitos se dibujaba en las miradas de ilusión de una afición con hambre de victoria.

Si el amor mueve montañas, el sentimiento txuriurdin que derrochaba la ilusionada afición al pisar de nuevo Tierra Santa podría haber provocado un cataclismo de orden mundial. En los asientos, camisetas en miniatura con el 12 a la espalda con el nombre de ‘siempre juntos // Beti Elkarrekin’ fue la novedad más fotografiada de la tarde. Aunque para mi lo mejor fue verme rodeada por primos y piratas y por el regalo más especial de ese 25 de agosto: ‘Mi otro yo’.

Por primera vez la tenía a mi derecha mientras veíamos cómo el balón se estrellaba hasta tres veces en los palos de la portería rival; un maduro Antoine se hizo dueño del medio campo dando magia y encanto a cada balón robado; el nuevo 11 se hizo notar con su estilo personal dentro del área y Claudio también quiso ser protagonista para que viéramos su nuevo traje verde. Inusualmente calladas, nos contagiamos del ambiente tribunero y aún hoy me sorprendo de por qué no nos abrazamos cuando en el nueve de la segunda, un 9 con nombre propio puso el empate en el marcador.

Aunque temblamos cuando el Celta se adelantó, nada podía estropear nuestro día y como si entendiera la importancia del momento, de nuevo ImaGol en el 16’ de la segunda dio la vuelta al marcador para que nos rindiéramos a él. Fueron nuestros dos primeros goles juntas en Anoeta; nuestra primera victoria discretamente celebrada. Como en ese primer día de cole, en el que la timidez afloraba al entrar en el aula con nuevos compañeros y profesores, en mi vuelta a Anoeta volví a sentirme esa niña tímida que leía los números en voz baja, que observaba a los otros jugar agarrada al poste del columpio hasta que la timidez inicial se esfumara a los días.

Con el hielo roto, ¡¡¡la liga ya ha empezado!!! Volverán los ‘bip-bip’ a mi móvil, las celebraciones ‘WhatShapperas’, los goles y alegrías, la cenas, comidas y eventos varios. Vuelve el fútbol y como todo vuelve, ¡la semana que viene volvemos a Mallorca! Y esta vez, volveremos con los deberes hechos para empezar con buen pie nuestra vuelta al cole.