El club txuri-urdin tuvo la interesante idea de elaborar un vídeo para alimentar la esperanza de pasar de ronda. En el mismo, varios seguidores, exfutbolistas y actuales jugadores (curiosamente no salía Montanier) lanzaban consignas motivadoras para motivar que la afición acudiese al campo. No seré yo quien critique ninguna iniciativa de este tipo, pero para la próxima temporada está claro cuál es la pieza que tiene que preparar para intentar incentivar a todos. Los resúmenes de los 24 años en los que jugadores y equipos que han vestido con mayor o menor gloria la txuri-urdin han ido completando ridículos de toda clase a lo largo de los campos de Primera, Segunda y Segunda B. Sinceramente, para salir con la actitud con la que lo hicieron ayer, la próxima vez quizá sea preferible taparse un poco y dejar que fluyan los acontecimientos.
La Real nunca estuvo convencida de darle la vuelta a la eliminatoria, algo que tiene delito porque cuenta con mucho mejor equipo que los andaluces y porque en una noche infernal convocó a casi 17.000 héroes en Anoeta. ¿Y saben lo peor de todo? Que, pese a que llevan 24 años humillados, casi todos ellos confiaban en que su equipo iba a estar a la altura de las circunstancias y por fin les iba a dar una gran alegría. Qué ilusos pensarán algunos agoreros…
Qué maravilla de afición, capaz de aguantar estoicamente que les ensucien la camiseta sin ningún atisbo de orgullo ni de honor. Y no se lo pierdan, que la próxima campaña, aunque parezca increíble, volverán a ilusionarse con una buena actuación de su equipo en la competición del K.O. Al tiempo.
Philippe Montanier declaró la víspera que pensaba sacar a los mejores futbolistas posibles para este encuentro. No lo cumplió. El galo dejó en el banquillo a uno de los mejores porteros de la Liga para apostar por su suplente que, al contrario que otros años, ya ha disputado bastantes encuentros esta campaña por la lesión del titular.
El resultado de esta decisión fue nefasto, porque Zubikarai vivió su segunda noche más negra en el primer equipo, solo superada por la del 6-1 en Mallorca del curso anterior. Además, tampoco sacó a Vela y sí apostó por Zurutuza y Griezmann, que ante Osasuna confirmaron que se encuentran lejos de su mejor nivel. Si le añadimos la tardanza en los cambios, en especial en quitar a un agotado Griezmann por el azteca, y la estrategia, hasta aquí llegan los reproches al entrenador, que volvió a escuchar la reprimenda de una grada a la que nunca ha convencido. Es justo reconocer que el equipo que puso en liza debía ser suficiente, en teoría, como para eliminar al Córdoba.
En una noche como la del martes, en la que hacía frío, la humedad calaba hasta los huesos y no paraba de llover sobre Donostia, y en una competición como la de la Copa, es obligatorio centrarse en el comportamiento y de actitud de los jugadores. Y estas, al igual que en Mallorca la temporada pasada, fueron penosas. La Real no salió en tromba ni asustando a nadie. Su entrada al partido fue la habitual, con un desesperante talante contemplativo, como si no tuvieran demasiado en juego, y así se mantuvieron hasta el final.
El Consejo dio de plazo hasta después del choque de vuelta para calibrar la reacción del equipo y esta, hay que ser francos, no ha convencido a nadie. El equipo no ha demostrado haber mejorado en nada respecto a la campaña pasada. Ha superado el ridículo en Copa, porque en esta ocasión no ha conseguido derrotar en ninguno de los dos choques a un Segunda, y en Liga la cosa tampoco va mucho mejor. Se ganó de manera seguida al Málaga fuera y al Rayo, ese que los defensores acérrimos de Montanier dijeron que jugó a lo loco para justificar la posterior alineación cuatro días después, se empató ante el vicecolista en casa y se ha caído sin honor en Copa. Juzguen ustedes mismos la anunciada resurrección txuri-urdin.
Lo único que está claro es que la leyenda negra de la Copa en estos humillantes últimos 24 años se ha convertido ya en una de las manchas más vergonzosas de la historia del club. Y ni Montanier ni estos jugadores han hecho nada para solucionarlo. Tiene delito.
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