Philippe Montanier había declarado la víspera que una de las claves estaba en saber refrescar al equipo, ya que iba a tener 48 horas menos de descanso que su rival. Visto el resultado se puede decir sin miedo a equivocarse que fracasó por completo en esta misión. La Real nunca tuvo chispa y perdió la magia del lunes, lo que acabó provocando que su afición se marchara de nuevo con la decepción que supone imaginar lo que podía haber sido y no fue.
Una noche más, Montanier amargó el bocadillo a los aficionados que llegaban a Anoeta al dejar de manera incomprensible a Pardo en el banquillo. Su decisión carece de ninguna lógica y es reincidente. Si ya era escandaloso que el partido del Rayo fuese el segundo de titular que ha jugado en casa, le supera aún más el que, después de haber sido el mejor de ambos encuentros, la siguiente semana le volviera a sentar, tal y como hizo la campaña pasada en Granada tras deslumbrar frente al Sevilla.
El técnico francés tiene un extraño don de dudoso mérito que consiste en abortar las euforias que se generan en el equipo, además del de sacar de quicio a gran parte de su hinchada. Cualquier persona imparcial que viese la exhibición de Pardo en el choque ante el Rayo sería incapaz de digerir una decisión que se cae por su propio peso. El riojano se salió ante los franjirrojos, al erigirse en el motor e intervenir en casi todas las ocasiones de peligro, sea en el origen, en la asistencia o incluso en el remate.
Cuando todo el realismo se ha pasado la semana presumiendo de doble pivote y muchos de sus detractores han llegado a bajar la guardia para concederle su indiscutible cuota de responsabilidad en la confección del equipo que ha ganado los dos últimos encuentros, sale su entrenador y se carga a uno de los grandes protagonistas de la reacción txuri-urdin. Desde luego hay días en los que resulta más fácil entender el caldo de cultivo antiMontanier que se sigue extendiendo por la grada de Anoeta.
Por si fuera poco, el elegido para sustituirle fue Zurutuza que, solo ocho días atrás, había dejado claro en una de sus pintorescas ruedas de prensa que todavía le faltaba bastante para estar al nivel de sus compañeros. En fin, lo que no se puede decir es que su apuesta sorprendiera a alguien. La otra variante en el once fue la entrada de Griezmann en lugar de Chory Castro. El galo actuó pegado a la cal, por lo que Xabi Prieto continuó en la mediapunta.
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