viernes, 9 de noviembre de 2012

PERDER LA FE

Es duro dejar de creer en algo por lo que te habías ilusionado. Por ese camino vamos. Aún resta una pizca de esperanza. Todavía. Pero los últimos acontecimientos han supuesto un golpetazo en toda la jeta para la parroquia realzale. Desde verano parecía que la dinámica tenía visos de variar, de voltearse. Movimientos certeros, rápidos. Parecían claros los objetivos y se supieron atar con habilidad. La plantilla se reforzaba, en la práctica y no sólo en la teoría. A mejores activos, mejores perspectivas de éxito. Tras diez jornadas de Liga, el tema, sin embargo, vuelve a tomar un cariz ya conocido, y que mucho –demasiado- se parece a lo vivido desde la grada a lo largo, y ancho, de la pasada campaña. Dos de los tres fichajes juegan poco, o nada. Y el rendimiento de los que saltan al terreno de juego y, por ende, de quien los pone, está dejando mucho qué desear. Un mero vistazo a la clasificación y queda todo cristalino. De momento, al borde del abismo. Otra vez.

La última semana ha sido muy dañina. Floja actuación en Valladolid, enésimo ridículo en Copa, esta vez en Córdoba, y derrota en Anoeta, otrora fortín inexpugnable, en esta ocasión ante un pírrico Espanyol que no encontrará semejante ganga en lo que resta de competición. Con este bagaje y el mínimo botín de un punto en el casillero, el respetable vuelve a ver fantasmas del pasado e, incluso con un punto de pasotismo, fruto del hartazgo provocado por la constatación de que “volvemos a las andadas”, pidió a gritos la dimisión de un Montanier que, cada día que pasa, está más fuera que dentro del club. Salvo hecatombe en las próximas semanas, el técnico seguirá hasta final de temporada. En junio, palmadita en la espalda y hasta otra. Por lo que bueno será armarse de paciencia. Ponerse en la situación de su despido significaría que la Real no ha saldado con al menos un aprobado alto los compromisos ante Málaga, Osasuna y Rayo en Liga, y Córdoba en Copa. O lo que es lo mismo, el equipo estaría en descenso y eliminado de la competición del KO. Para echarse a temblar. La verdadera lástima es que buena parte de la afición ya ha empezado a pensar en que lo mejor es que la Liga termine cuanto antes, porque la confianza que tienen depositada en el francés y en que saque chispas a esta plantilla es nula. Pensamiento que, por cierto, no excluye a parte del Consejo, digan lo que digan.

La inercia es preocupante. Antes, por lo menos en Anoeta, la Real merecía ganar y lo conseguía. Ahora, aún no mereciendo perder, también cae en casa. Revertir la situación cuanto antes se antoja esencial. La visita al Málaga de Champions no parece, sin embargo, la mejor oportunidad. ¿Tenemos razones para pensar en que se puede ganar en La Rosaleda? Por lo visto hasta ahora, por supuesto que no. ¿Y en el vestuario? ¿Verdaderamente se ven con opciones de dar la sorpresa allí? Quizá, buena parte del problema esté ahí, en la mentalidad. No vale venirse abajo ante el primer contratiempo. Hay que levantarse. El ganador que comentábamos la semana pasada. Más ambición. No nos hagáis perder, definitivamente, la fe. ¡Que sois la Real, por favor!

El sol de ‘Cote’

José Ángel va camino de convertirse en uno de tantos fichajes de relumbrón que, por lo que sea, pasa sin pena ni gloria por la Real. Un futbolista llamado a ser indiscutible, que venía a reforzar una posición casi huérfana y con grietas, y por el que se ha desembolsado una cantidad importante para lograr su cesión. Montanier apenas cuenta con él. Y cuando lo hace, lo coloca de extremo, cuando tanto Loren como el propio futbolista tienen claro que es lateral. Inexplicable. El lunes, publicó en su perfil de twitter la siguiente frase del añorado Manolo Preciado: “Mañana saldrá el sol”. Muy expresivo.


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