Si Málaga comienza a ser tierra santa para los donostiarras, Andalucía proyecta la esperanza de Montanier. El técnico volvió a ver la luz después de una de las semanas más complicadas que le han tocado vivir en la Real, solo comparables a la presión que tuvo que soportar en la crisis de la primera vuelta del curso anterior cuando el equipo se hundió hasta el pozo de la clasificación. Una vez más, quedó confirmado que alinear a los mejores es el camino más rápido y sencillo para alcanzar los triunfos. Especialmente significativa fue la sensacional actuación de Asier Illarramendi como pivote. El de Mutriku se cansó de robar balones, muchos de ellos anticipándose con inteligencia a sus rivales, y además hizo un clinic de cómo jugar rápido y con precisión en la salida de balón.
Montanier sorprendió una vez más con su alineación al apostar por una de las variantes más ofensivas de las pocas que tenía por las bajas. Quizá la mayor novedad fue la entrada en punta de un Diego Ifrán, que había sido duda hasta la víspera por unos problemas musculares. Su apuesta por el triángulo formado por Illarramendi, Pardo y Xabi Prieto en la mediapunta era una clara declaración de intenciones y un intento por discutirle el balón al Málaga. El temor residía en que con tantos futbolistas marcados por el patrón ofensivo podrían desequilibrar el equipo. La verdad es que pronto se vio que la medular y los extremos Vela y Chory se replegaban mucho en defensa, para intentar apoyar a la línea de zagueros.
El partido no pudo comenzar mejor para los donostiarras. A los 45 segundos, Chory Castro cortó un balón con la mano, aunque de manera involuntaria, cedió con rapidez en largo a Ifrán que le sirvió una carta de invitación al gol con la zurda a Vela que éste no desaprovechó. Tercera diana del azteca y primera en jugada de la temporada. La campaña pasada se estrenó en el campo del Betis, justo el día en el que arrancó la remontada con la Real colista. No es casualidad.
El tanto espoleó a los realistas, que se asentaron con mayor rapidez que en anteriores ocasiones, sobre todo fuera de casa. En defensa no tenían excesivos problemas para aguantar a la línea de cuatro mediapuntas andaluces y en ataque siempre trataban de hilvanar con rapidez, en un aspecto en el que se notaba mucha la calidad de Illarramendi y Pardo. Un dato que confirmaba la buena primera media hora de los realistas es que a la media hora acreditaba más posesión que su rival, con un 53%. Pese a no disponer de más ocasiones claras, los blanquiazules protagonizaron varias contras de mucho mérito en las que solo les faltó el último pase.
La ofensiva del Málaga se centró en buscarle las cosquillas a un Carlos Martínez que sufrió mucho y que rozó la tragedia en una mala cesión a Zubikarai.
Con la situación controlada, en el primer amago de asedio por parte de los malagueños, llegó el empate a balón parado. La jugada fue muy parecida a la del gol del Espanyol, lo que demostró que la Real sigue tropezando en la misma piedra en demasiadas ocasiones. Saviola bajó un saque de esquina, Carlos Martínez pifió en una opción franca para despejar y el argentino lleva muchos años sin perdonar regalos en el área.
Antes del descanso, Ifrán, que había protagonizado la acción individual más bonita tras un primoroso control, estuvo a punto de marcar en un buen centro de Carlos Martínez por la banda que salvó como pudo con el pie Willy, en una salida muy poco ortodoxa.
En la segunda parte el Málaga arrancó más agresivo y por un momento pareció encerrar a los realistas. No fueron momentos de especial agobio, porque los defensas guipuzcoanos apenas les dejaron opciones de remate dentro del área, pero sí que por unos instantes parecía que volvíamos al guion tantas veces repetido en los partidos lejos de Anoeta. Fue una buena contra finalizada con un disparo centrado de Pardo la que devolvió al encuentro a la Real. Chory Castro y Vela comenzaron a hacer sangre por las bandas con buenas conducciones e incluso Xabi Prieto se animó, con una buena internada por la línea de fondo. Un gran centro de Chory se le escapó a Ifrán en situación inmejorable en lo que fue la antesala del gol que a la postre dio los tres puntos a los donostiarras. En otra buena combinación de los atacantes blanquiazules, un pase de Chory Castro fue desviado por Onyewu, que dejó sin querer el esférico en bandeja a un Xabi Prieto que pasaba por ahí. El capitán volvió a confirmar que corre horchata por sus venas al no precipitarse, ya que su disparo lo hubiera podido salvar la buena salida de Willy, y recortar al meta para anotar a puerta vacía. Sin duda, es la mejor acción posible para que el donostiarra recupere la confianza y la fe en su talento, algo absolutamente vital para este equipo como ha quedado demostrado en la última década.
Desde ese momento la Real controló bien las situación, ya que la única oportunidad clara de los malagueños llegó en una contra culminada por Isco que salvó Zubikarai con los pies en una parada extrañísima. Incluso la mejor opción de marcar fue de la Real, en otro obús del cañón de José Ángel que, tras tocar en Wellington, se estrelló en el larguero.
La Real cerró su mala racha a domicilio con un triunfo de prestigio ante un rival que jugará el año que viene los octavos de final de laChampions. Montanier recupera crédito y aire con tres puntos que son la mejor base para iniciar una obligada remontada. Ahora llegarán tres encuentros seguidos en casa que marcarán definitivamente el futuro cercano de este equipo que el sábado, con muchas bajas importantes, devolvió la ilusión a una afición deprimida y estupefacta con su pésimo inicio de temporada.
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