martes, 13 de noviembre de 2012

ZIPI Y ZAPE

La reciente victoria de la Real Sociedad en el campo del Málaga ha dejado un buen sabor de boca en los aficionados. La gente se sintió orgullosa de su equipo y a buen seguro el sábado a la noche muchos celebrarían los tres puntos por las calles donostiarras. Varias fueron las claves de la victoria txuriurdin, pero a buen seguro que una de las más importantes fue la presencia de dos hombres, de dos proyectos de estrellas, en el once inicial. Uno al lado del otro. Hablo de Asier Illarramendi y de Rubén Pardo. De Zipi y Zape.

Asier Illarramendi. De Mutriku. 22 años. Calidad, trabajo, inteligencia y buen trato a la pelota. Su aparición la temporada pasada ha sido sin duda una de las mejores noticias en la Real Sociedad en la última década.

Rubén Pardo. De Rincón de Soto. 20 años. Una pierna derecha fuera del alcance de muchos, sumado a una visión de juego inaudita para su edad. Juega y hace jugar. Para muchos el futuro de la Real Sociedad. 

Hasta el partido en La Rosaleda, Philippe Montanier no nos había dado la oportunidad de ver a ambos en un partido de altos vuelos. Asier y Rubén ocuparon en Málaga el centro del campo realista. Y noventa minutos han servido para que ambos arrojen luz al presente y al futuro del equipo. 

Han hecho falta casi sesenta partidos para que el técnico francés coloque al de Mutriku por delante de la defensa y no por delante del pivote defensivo, por delante del 4. En esa demarcación Illarra se ha salido en los partidos con la selección sub21 y la afición realista le llevaba reclamando en esa posición mucho tiempo. Pues bien, en 90 minutos y ante un rival de Champions, el guipuzcoano demostró por qué la afición txuriurdin sabe de fútbol. 

El mutrikuarra se hartó de robar balones. Demostró que tiene calidad en ambas piernas, una calidad que se aprovecha cuando juega de volante, pero que se explota hasta puntos insospechados cuando lo hace de pivote defensivo. Por primera vez esta temporada, la Real Sociedad supo por quién tenía que pasar el balón. Muchos dudarían de la capacidad defensiva que pudiera tener Illarra, de si no se iba a resentir la defensa. Hablaban de desequilibrio en el centro del campo. Las dudas están disipadas ya. 

Asier, además de hacer jugar al equipo, se multiplicó en el centro del campo. Durante todo el partido fue el primer apoyo a una defensa que por primera vez en muchas jornadas, pareció no sufrir en los últimos quince minutos de partido. Y no sólo eso, sino que nos deleitó con varios cambios de juego o varias conducciones marca de la casa. Illarra domina el balón, y cuando lo tiene, levanta la cabeza. Y eso es aire para esta Real Sociedad que tanta pólvora tiene en la parte delantera.

Incrustado el guipuzcoano en la posición de “4”, solo quedaba encontrarle acompañante. Montanier, habría que saber si porque no le quedaba otra, eligió a Rubén Pardo. Seguramente al jugador al que más ganas tenía de ver la parroquia txuriurdin. Y cuando dos grandes jugadores se juntan y están cerca uno del otro en el campo, pasa lo que pasó el sábado.

Rubén fue el complemento perfecto. Si Illarramendi no podía dar claridad al juego, ahí estaba el de Rincón de Soto para demostrar porqué es una de las mayores promesas de este país. Si el conjunto malacitano no sabía frenar a uno, menos a dos. Pardo hizo mejor a Illarra, e Illarra a Pardo. Y ambos hicieron mejor a la Real Sociedad. Empezando por los defensas y terminando por los delanteros, a los que por una vez les llegaban balones al pie, estuviesen a diez metros o a cincuenta.

Con ellos dos en el campo, la Real Sociedad gana serenidad y gana tranquilidad. Los dos demostraron que no se defiende mejor por tener más defensas en el campo. Hasta ahora, todos los partidos fuera de casa habían sido un asedio contra la portería defendida por Bravo o Zubikarai en muchas fases del encuentro. 

La acumulación de jugadores defensivos no hacía otra cosa que los txuriurdines perdieran el balón rápido, que no dieran tres pases seguidos, que no salieran al contraataque porque no sacaban una pelota a derechas. Y el sábado fue juntar a Zipi y Zape y cambió de manera radical el tramo final del partido.

Y es que como mejor se defiende es con el balón. El todopoderoso Barcelona, salvando las distancias, lo sabe muy bien. Si el equipo contrario no tiene el balón para poder llegar arriba con claridad, salvo alguna genialidad, es imposible que te hagan ocasiones. Y ya pueden tener delanteros que no harán gol. El Málaga el sábado acabó con Saviola, Santa Cruz, Seba Fernandez, Eliseu e Isco en el campo. Pese a ello, hacía tiempo que los aficionados sufríamos tan poco en un final de partido fuera de Anoeta.

Ahora sólo queda saber si Montanier va a seguir apostando por ellos dos cuando tenga a todos sus jugadores a disposición. En su mano está seguir contentando a la afición, seguir que el equipo siga la línea mostrada el sábado. Y es que si la Real tuvo una clara mejoría en La Rosaleda, mucho mérito fue de ellos. Del rubio y el moreno, de nuestros Zipi y Zape.



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