viernes, 25 de enero de 2013

LA BOMBA DE CREMA

Las tiendas Rich echaron ayer el cierre. Desde 1924, año en el que abrió sus puertas la primera de ellas en Donostia, han sido referencia en la ciudad y, en cierta manera, han sobrevivido, hasta ayer, al paso del tiempo como parte directa de muchas de nuestras vidas. A la mía, desde luego. Primero, con la tarta de manzana que siempre ha estado presente en la mesa cuando nos reunimos con la amoña y la familia del aita. Esa que mi primo Paul, por cierto, al que todos ya conocen seguro por su destreza sobre unos esquís, devora trozo a trozo, como si de simples onzas de chocolate se tratara. También por sus fantásticas bombas de crema, lazos, ochos, o palmeras que, debido a aquello de mantener la estilizada figura, pasaron a mejor vida hace ya varios años. Y, por último, con las flautas que han servido varias veces para apaciguar el carácter de quien hace bien poco cumplió dos añitos y hace mucho mejores los días. La maldita crisis. Cuántos cadáveres está dejando en el camino

Lo mismo pensaba de la Real. En los últimos compromisos parecía esclavo de esa misma crisis que iba camino de convertirlo en un convidado de piedra a esta temporada cuya segunda mitad se dio comienzo el pasado fin de semana. Pero lo vivido en Anoeta el sábado fue indescriptible, similar al goloso sabor de la bomba de crema de Rich, por la que sentía una verdadera predilección. Lo que la lógica invitaba a que fuera una derrota sin paliativos y que entraría dentro de la normalidad, se convirtió en un ejercicio de superación, en una demostración de humildad y fuerza que concluyó con una remontada histórica ante el mejor equipo del mundo, ese al que nadie, insisto nadie, había sido capaz de superar hasta ahora. Fue una tarde noche inolvidable en la que, no hay duda, San Sebastián echó un cable para que pase a formar parte de la brillante historia de nuestro club. Ya le hacía falta al aficionado una alegría de este tipo, completamente inesperada y casi increíble por la forma en la que se produjo.

Y me da la sensación que, como casi siempre en este tipo de situaciones, han ninguneado a la Real. El Barcelona perdió porque no tuvo su día. El Barcelona pudo golear en la primera parte pero los postes lo impidieron. La expulsión de Piqué fue muy rigurosa y el Barcelona lo acusó. No. La Real hizo un partidazo. Su entrenador se la jugó, fue a morir con un planteamiento claro y en esta ocasión acertó de pleno. El equipo tuvo fe, no dejó de creer por muy difícil que se le puso el encuentro. Y esa es la mejor noticia de todas. A diferencia de lo sucedido en el Bernabéu, por ejemplo, donde nunca pareció creer en sus posibilidades, el sábado en Anoeta no desistió hasta, en el último minuto, lograr la hazaña. Dos de las grandes sorpresas en el ‘once’, Markel y Chory, fueron de los mejores. Al César lo que es del César, Philippe.

Ahora sería imperdonable dejar pasar este subidón. Debemos guardar y no olvidar ese riquísimo sabor de la bomba de crema explotando entre nuestros dientes. Lo contrario sería un sacrilegio. Lo contrario sería claudicar ante la crisis, como no le ha quedado más remedio a Rich. No lo podemos permitir. No hay tregua. El Celta aguarda. No nos crezcamos que nos pintan la cara. A por ellos, como contra el Barcelona.

Que pasen por caja

Aún estamos en enero, pero ya comienzas los rumores sobre posibles bailes de jugadores que, claro, también afectan a la Real. Y aunque el “asunto José Ángel” sigue ahí -incomprensible sería su salida a mi juicio-, a lo me refiero es a los movimientos a partir del 30 de junio. Hablan de Claudio Bravo como futurible del Barcelona tras el anuncio de no renovar de Valdés. Dicen que Guardiola ha pedido a Iñigo Martínez para comenzar su nuevo proyecto en el Bayern de Munich. Y habrá más, porque el rendimiento de algunos futbolistas no pasará desapercibido. El club debe mostrarse fuerte. Ahí están las cláusulas de rescisión. El que quiera fichar, que pase por caja.


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