martes, 22 de enero de 2013

Ni Un Domingo Sin Ti: CICLOGÉNESIS DE PASIÓN TXURIURDIN

Real 3-2 Barça

Desde aquéllos exámenes terribles de la uni, un folio en blanco no me imponía tanto como lo está haciendo hoy éste. He vivido en primera persona el desenlace del guión más perfecto jamás escrito para un donostiarra txuriurdin y el diccionario de la RAE no contiene suficientes sinónimos de ‘Euforia’ para expresar lo que sentí la víspera de San Sebastián de 2013.

Anunciaron la llegada de la ciclogénesis explosiva y lejos de amedrentarnos, salimos mentalizados para transformar truenos en sonido de tambores; relámpagos en flashes que inmortalizaran cada segundo y lluvia en champagne agitado, como en las grandes celebraciones. Nos dijeron que la fiesta estaría pasada por agua, pero salimos convencidos de que sólo se referían a lo meteorológico y cuando 30.000 corazones laten para lograr un mismo fin, el sentimiento acaba haciendo realidad lo que a priori parece imposible.

Como si estuviera planeado, venía el mejor Barça de la historia y lo hacía con una racha llamada a hacer temblar todas las estadísticas. Su carta de presentación imponía respeto: 18 victorias y un empate en la primera vuelta, un Leo Messi recién galardonado con su cuarto balón de oro y su once de gala de inicio. Nosotros, lo hicimos a nuestra forma, con humildad, a la donostiarra, sacando los tambores y las banderas, las aguadoras y comandantes, los tambores y barriles. Entonando nuestro himno con su mejor sonrisa, las tamborradas de Goazen Erreala y Donosti Cup me sacaron la primera lágrima de emoción de la noche, me olvidé de los 30.000 y disfruté en plan fan como si esa última fila que quedó en mi banda tocara sólo para mí.

El niño del pelo raro se ha cambiado de peinado y su abuelo me sonrió dejando entrever su caprichosa dentadura mientras sus ojos pícaros me daban la bienvenida a una tarde de gloria en la que tres singulares italianos pusieron el toque de humor portando una pancarta en honor a Zurudin en la que se podía leer ‘No Zuru, No Party’. ¿Que no party? Como visionarios no podrían ganarse la vida..¡Vaya Party!

A los cuatro minutos, fue el primer aviso; a los seis, Messi ya rompió su mala racha en Anoeta marcando el primero, a los veinticuatro, ya perdíamos 0-2 y a punto estuvo de llegar el doblete de Leo con un balón que pasó rozando el palo derecho de la portería de Claudio. Infiltrados de blaugrana dieron rienda suelta a sus pasiones sacando pecho vanagloriándose de ser el mejor equipo del mundo, de ostentar el don de la imbatibilidad y de saberse campeones de esta liga de dos.

De repente, la luz se hizo ténue y el ambiente se volvió íntimo. Como en las funciones de teatro, se produjo un cambio de escena y sentí que la luz romántica que nos envolvía se centraba en el protagonista del siguiente acto: Chory Castro. Sin pensarlo dos veces, batió a Valdés y por si el 1-2 le supiera a poco, él mismo hizo el segundo. Con las pasiones desatadas, Piqué en el banquillo y el Barça descolocado a punto de quedarse con nueve, quisimos que el reloj corriera deprisa, amarrar un punto y salir contentos. Pero nuestra noche especial estaba a punto de ascender a la categoría de épica e inolvidable.

Un Montanier valiente fue a por todas sacando a Ifrán y Agirretxe en los minutos finales y como vengándose por mi artículo de la semana pasada quiso demostrarme que sí la sabe meter y que no traía para mí un veintiocho, sino un veintinueve. Un colosal Carlos Martínez puso el broche de oro a su partido perfecto poniendo un balón medido que Imanol aprovechó para batir a placer al cancerbero catalán, desencadenando una ciclogénesis de pasión txuriurdin

¡¡¡3-2!!! Sin saber cómo lo hice me descubrí a mi misma subida en mi asiento, abrazada al niño del pelo raro y a su abuelo mientras bailabamos la melodía elegida por Agirretxe para celebrar sus goles; vi octogenarios emocionados; a los adolescente de los ochenta con un brillo en los ojos cercano a aquél de los años mágicos; a niños con la camiseta del Barça animando a la Real.

Cuando Undiano pitó el final, el agua de nuestros ojos fue la única que mojó los noventa minutos. Detrás de cada lágrima, un corazón txuriurdin con su propia historia, un donostiarra con sus sentimientos a flor de piel esperando la izada de su bandera, txuriurdines que en la distancia alzaron la vista al cielo para volar con el vendaval y sumarse a la fiesta.

El abrazo de mi otro yo, mi rubia y mis primos puso el broche de oro a una noche mágica que no había hecho más que empezar. Cada uno la viviríamos de manera distinta pero en el recuerdo de este fin de semana de ensueño, todos encontraremos siempre la respuesta a la eterna pregunta ¿Por qué somos de la Real? por noches como ésta. Porque a mí me gustas así. Porque en tu imperfección encuentro la fórmula del amor perfecto. Porque aunque nunca te den un balón de oro, nuestro sentimiento txuriurdin multiplica por mil su peso en ese preciado metal. Porque el orgullo txuriurdin no lo hacen los trofeos: ¡toda tú eres nuestro trofeo, REALA!

Después de darle muchas vuelvas, creo que voy a escribir a la RAE para que añadan el Hashtag #RSO32BCN como sinónimo de ‘euforia’ porque la esencia de esta noche mágica necesita tener palabra propia para poder ser descrita.

¡Gracias, cariño, por una noche inolvidable,!

2 comentarios:

Kokolotxo Alberto dijo...

Que suerte hemos tenido de poder verlo.... se la contaremos a nuestros nietos verdad.... no es para menos...

Cris Garcia (@Cris_NUDST) dijo...

Fue una noche increíble. Llevo 16 años siendo socia y es una de las 3 noches más especiales que recuerdo. La primera fue la del subcampeonato; la segunda, la del ascenso y la tercera, la del sábado... Fue una explosión, una ciclogenesisssss de pasión txuriurdin! y que cayera en 19 de enero lo hizo inolvidable....

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