Real Madrid 4-3 Real
Recuerdo las mañanas de reyes en las que recibía regalos que no estaban en mi carta. Por una parte, te emocionabas al abrir el envoltorio y la verdad que el regalo te gustaba, pero abrías y abrías en busca de esa casa de muñecas que nunca aparecía. Y disfrutabas de tu nueva Barbie que te encantaba, pero anhelabas los mueblecillos en miniatura y otras monerías que imaginaste ir adquiriendo para completar la decoración y el ajuar.
Así me sentí tras el partido contra el Madrid, aunque con matices más dramáticos. En mi carta a los Reyes Magos no incluí nada material. Sólo quería tres puntos. Yo creo que no terminaron de entender bien el regalo y me trajeron un hat trick de Xabi Prieto, que está muy bien, pero que no sirvió para puntuar. Frustrante.
Las estadísticas dicen que es Xabi el único jugador nacional que ha sido capaz de marcar siete goles en el Bernabéu en lo que llevamos de siglo. ¿Y para qué? De momento, sólo sirve como motivo de satisfacción personal porque ya ni me acuerdo de la última vez que ganamos en tierra de merengue. En el último fin de semana de las navidades y con varios kilos de más, la ingesta de tal empalagoso dulce se nos antojó demasiado pesada como para terminar nuestra ración. Y eso que estuvimos muy cerca de comérnoslo todo, pero una vez más nos terminó hartando…
A mí el Bernabéu me recuerda a esos restaurantes de comida rápida de raciones gigantes en los que un presentador americano intenta batir su propio récord comiendo hamburguesas de kilo. Nunca conseguimos llevarnos el premio por más merengue que comamos. Y si no lo batimos ayer, haciendo tres goles y con todo de cara no lo haremos nunca…. Eso sí que es una real frustración.
La alineación me gustó y aunque el partido se nos puso cuesta arriba en el minuto 2’ con un gol en contra que todos creímos la antesala de una goleada de escándalo, en el minuto 9’ un penalti y expulsión dejó al Madrid con diez y sin Adán. A cambio, salió su Adonis con una sonora ovación y así, en frío, recibió el primero. Otras dos veces más tuvo que sacar el balón de dentro de la red, algo inusual en él y en la casa blanca.
La Real consiguió remontar en dos ocasiones, pero el doblete de un Cristiano de moreno exagerado hizo que el tercero de Xabi Prieto luciera un poco menos. ¡Cómo me emocioné escuchando nuestros cánticos en un Bernabéu tenso! Tantos minutos jugando contra diez para terminar con cuatro goles en contra y en igualdad numérica por una chiquillada de Dani Estrada.
Creo que ni a Xabi los Reyes le dieron su balón por el hat trick y aunque aún sigo buscando mi regalo entre las páginas de la prensa deportiva, los puntos siguen sin aparecer. Mi frustración creció aún más porque a pesar de que mi otro yo me juró que Olentzero nos los dejó en Madrid con instrucciones claras para llegar a ellos, los noventa minutos que duró la ginkana no fueron suficientes para encontrar ni un solo punto.
Ahora que han pasado las navidades y la magia se ha desvanecido, pienso que no hubiera hecho falta implorar clemencia a los magos porque nuestro esfuerzo, garra y coraje hubieran bastado para hacer realidad los sueños de miles de aficionados. Si dicen que los reyes son los padres, en este caso, lo eran los once que vistieron de corto. Puede la falta de costumbre o el miedo escénico les hizo creer que serían incapaces de cumplir semejante misión y como creer es poder, su falta de fe ns hizo regresar sin magia, sin ilusión, sin puntos y frustrados.
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