lunes, 22 de abril de 2013

UN PUNTO Y SEGUIDO


La Real sumó un aceptable empate en el Sadar, en un encuentro en el que no impuso su mayor calidad y en el que no fue ella misma

La Real tiene mucho mejor equipo que Osasuna. Su superioridad no hay que buscarla en la abismal distancia que les separa en la clasificación, nada menos que 23 puntos, sino en que no tarda en saltar a la vista cuando se encuentran frente a frente. Los blanquiazules disponen de infinidad de argumentos más que los navarros, pero, por una cosa o por otra, esta temporada no les han ganado ninguno de los dos partidos. Bueno, ni la pasada. Es decir, desde que Montanier tomó las riendas del vestuario txuri-urdin. La manida y repetida explicación que utilizamos para justificar la excepcional campaña donostiarra de que nada sucede por casualidad también nos tiene que valer para explicar la incapacidad para derrotar a los rojillos.

La Real se traicionó a sí misma en El Sadar. Es evidente que el punto es bueno y válido, cuando faltan seis semanas para el final del campeonato y con la final que le espera dentro de siete días ante el Valencia en Anoeta. Pero tampoco se puede negar que podía y debía haber logrado los tres. No fue el equipo que nos ha enamorado en los últimos meses. Ese que sale con una personalidad arrolladora y que no le importa saber quién tiene enfrente porque dispone de un arsenal de soluciones que le permiten solventar cualquier obstáculo que se le presenta por su camino. No, ayer la Real no fue la misma Real, sino un equipo que preparó el encuentro mirando siempre a su rival, y es una pena, porque de esta forma perdió gran parte de su magia. Visto el choque de Osasuna y la solvente fiabilidad defensiva que sigue acreditando, parece un error que no saliese a intentar imponer su estilo de fútbol combinativo y de mucha movilidad. Lo que pareció en todo momento es que entró en una batalla cuerpo a cuerpo que no le interesaba, porque es el enfrentamiento que siempre busca Osasuna.

No deja de ser curioso, porque el equipo está tan bien que incluso aguanta el tipo y no sale perdedor de la guerra de guerrillas que te aguarda en El Sadar, pero le faltó fútbol y control de la situación para matar el encuentro y regresar con una victoria que hubiera valido medio billete para la Champions. Tampoco se puede pasar por alto que las mejores ocasiones, con un penalti claro no señalado incluido, fueron de los guipuzcoanos por la razón evidente de que eran superiores.

El estadio navarro no es tan pequeño como Vallecas, aunque los locales provocan que nunca estés cómodo y evitan que ninguno de sus rivales conduzca sin oposición más de cinco metros. Por poner un ejemplo reciente, el Espanyol, ese al que la Real tuvo contra las cuerdas en sus estadio, vino hace dos semanas y les pasó por encima jugando bien al fútbol. Siempre nos quedará esa duda de si la Real hubiera insistido en su apuesta, cómo habría sido el choque y su desenlace. La estrategia de ayer fue jugar al patadón y a luchar por los rechaces, ni más ni menos. Ve el partido Domingos Paciencia y nos mete en el mismo saco del fútbol feo que denunció tras perder con el Deportivo en Pamplona.

Montanier apostó por lo esperado en el centro del campo, al darle la titularidad a Elustondo, pero sorprendió a todos al preferir a Cadamuro antes que a José Ángel. Lo de Rubén Pardo ya lo esperábamos. Su calidad parece merecer una mayor confianza en dosis de oportunidades. No es normal que, con las bajas de Illarramendi y Zurutuza, ayer no jugara ni un solo minuto. Basta ya de explicarlo con que es flojo en las disputas, porque lo que queremos es que juegue a fútbol como él sabe hacer, es decir, de maravilla. Montanier le sentó en la ida cuando venía de jugar muy bien y el equipo no fue capaz de ganar, ¿por qué no lo intentó ayer como una alternativa distinta?

Lo de José Ángel por fin ha quedado claro. Al galo no le gusta y no confía en él, por lo que ya podemos considerarlo como un fracaso de fichaje. No estaría de más que, ya que hablan tanto, director deportivo y técnico se pusieran más de acuerdo en este tipo de contrataciones.

Más cerca del triunfo

La Real siempre estuvo más cerca de la victoria que Osasuna. Sin jugar bien, sin llevar el peso del choque ni dominar la posesión, los blanquiazules generaron mucho más peligro. No había que ser un lince para comprobar el arsenal que disponía cuando pisaba zonas adelantadas y la pólvora mojada de su rival, que solo inquietó con disparo
s lejanos y saques de esquina. Griezmann fue el primero en rozar el gol, en un balón largo que controló, y, tras dejar atrás a Oier, disparó flojo para que detuviera Andrés. El galo amagó mucho, pero nunca acabó de golpear, cuando en muchos momentos parecía que el choque podía desnivelarse en su duelo con el improvisado lateral.

Por parte de Osasuna, que trató de intimidar con su esperada salida agresiva, fue Armenteros el que generó peligro, sobre todo con una falta que se marchó rozando la escuadra. El transcurso del choque se resumía así: el cuadro local tenía el balón, pero no asustaba a nadie, mientras la Real esperaba a robar para pegar en largo a sus delanteros, que, en teoría, estaban llamados a marcar la diferencia. Es decir, los blanquiazules prescindían de su centro del campo para dedicarse a defender y meter el balón en zonas en las que sus mejores jugadores pudieran decidir. Todo muy básico, como le gusta a Osasuna.

En la segunda vez que se escapó Griezmann, su centro perfecto lo pifió Vela, que hizo hutsa cuando tenía varias opciones mejores que el disparo. El mexicano se enredó en las faltas que no le pitaba Mateu y se fue yendo del encuentro por la puerta de atrás. La mejor oportunidad llegó en el minuto 23, cuando Agirretxe cabeceó un córner al palo y su rechace lo desperdició Xabi Prieto con un disparo flojo y centrado que detuvo Andrés. Poco más se puede rescatar del primer acto, salvo un apurado despeje con los pies de Bravo.

Nada más reiniciarse el choque, Iñigo se encontró con un balón de oro en el área y Flaño le derribó en un claro penalti. Es cierto que el central tardó en reaccionar y que el navarro acaba tocando el esférico, pero su segada se topa antes con la pierna de su rival. Curiosamente fue un colegiado valenciano el que no señaló la pena máxima. Esperemos que se acaben ya los capítulos sospechosos de las últimas semanas en la lucha por la Champions. El partido siguió marcado por el mismo patrón. En los momentos en los que se venía arriba Osasuna, lo máximo que generaba eran saques de esquina. Por su parte, la Real, que malgastó muchos minutos sin que pasara nada, tampoco fue capaz de anotar el gol que decidiese el encuentro. Prieto, en un disparo tras un buen control, se volvió a encontrar con Andrés, el mejor de largo de su equipo. Griezmann tampoco llegó a un centro de Vela, en una contra en la que pareció que se pudo hacer más sangre. Y, por último, Ifrán tuvo en sus botas la gloria, tras la enésima maniobra excelsa de Agirretxe, pero decidió mal, y, en lugar de romper, intentó una vaselina mal ejecutada con la zurda.

Los dos entrenadores tampoco hicieron demasiado para cambiar el signo del partido, por lo que se llegó a unas tablas que suponen un punto y seguido para lo que les resta a ambos conjuntos en sus caminos por alcanzar sus respectivos objetivos.

La Real no perdió en Pamplona, y el empate es un resultado que quizá muchos habrían firmado antes del choque. Montanier seguro que también, una vez visto su planteamiento. El punto hay que sumarlo a los tres de Vallecas, que suponen cuatro en dos salidas en las que el equipo ha dejado su portería a cero. Pero la sensación que dejó ayer el duelo fue agridulce, ya que el conjunto realista es mucho más hoy en día que Osasuna y no se puede olvidar que ahora compite por entrar en la Champions League, una carrera que exige sumar de tres en tres.

Noticias de Gipuzkoa

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